AutoresMaría Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-
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1 – La tecnología ha permitido que resulte igual de fácil escuchar discos pirateados que discos comprados. ¿Pasa lo mismo con el libro? ¿Hay un público lector preparado para leerlo todo desde la pantalla?
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No sabría decirlo. En cuanto a mí, si bien no tengo particular fetichismo por el libro como objeto, y a pesar de que últimamente leo cada vez más cosas –sobre todo poesía- desde la pantalla, siento que no sería capaz de abandonar por completo la página impresa en favor de algún dispositivo electrónico.
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2 – Si el libro, como soporte, ha modificado las pautas de escritura y de lectura de manera significativa (el tránsito de la cultura oral al mundo de la escritura lo es también de la poesía a la prosa). ¿La aparición de Internet implicaría algún cambio de formato? ¿Hacia qué dirección?
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La aparición de la escritura trajo aparejada una revolución técnica de consecuencias infinitamente más profundas que las que jamás podrá acarrear el advenimiento de Internet, que apenas señala un cambio parcial de soporte. Sí creo que cambian –o más bien que regresan- algunos modos de circulación, y ciertas formas de sociabilidad asociadas a ellos.
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3 – Hay quienes afirman que este cambio afectará los modos de lectura y, por consiguiente, llevará a la decadencia al reinado del libro impreso, pero, ¿es esto así? ¿Uno reemplaza y perjudica al otro inevitablemente?
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No sabría decirlo. Tiendo a pensar que ambos soportes van a convivir.
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4 – Hay textos muy malos en los blogs, también cosas buenas pero ¿hay una literatura específica a dicho formato?
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No sé si hay una literatura blogger. Sí podría decirse que sin duda alguna el género literario del que más participan los blogs, por abrumadora mayoría, es el relato autobiográfico (para comprobarlo, basta con ver qué blogs suelen traspasar los límites de la blogósfera para convertirse en satélites de los sitios web de determinados diarios de circulación masiva). Dentro de los blogs que podrían llamarse “literarios”, la poesía predomina por sobre el relato o la novela; por mi parte, no estoy seguro de que esto obedezca particularmente a una insoslayable pulsión lírica, sino más bien a motivos de extensión y optimización del esfuerzo: pulverizadas las instituciones del buen decir, que de un modo u otro legislaban sobre la naturaleza de lo poético, hoy es posible darle el nombre de poema a casi cualquier cosa. Ante la muy legítima necesidad de expresión, es evidentemente más sencillo y menos trabajoso cortar algunas frases y pegarlas en una página en blanco que respetar los requisitos de extensión que, pareciera, sigue imponiendo una novela; además, los poetas parecen seguir creyendo en la sublimidad del silencio, y la brevedad y la condensación son atributos que suelen considerarse deseables en un poema.
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5 – Si bien es evidente que la circulación de revistas o libros por Internet tiene ciertas particularidades respecto a su circulación impresa ¿Hay realmente un cambio sustancial en cuanto a la forma de consagración de las obras?
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Sé que se habla de cierta democratización en la circulación de los textos vinculada a los blogs; yo, personalmente, creo que hay algo de eso, pero también veo un regreso a formas de circulación más propias de épocas pretéritas (pienso, por ejemplo, en la latinidad clásica o en los Siglos de Oro españoles), en que los autores hacían circular su manuscritos entre un público compuesto por sus amigos y conocidos letrados. En este sentido, estaríamos asistiendo a una reafirmación del carácter cenacular de la literatura, oculto bajo el disfraz de una supuesta accesibilidad.
Me parece que ese carácter cenacular tiene menos que ver con el gabinete alquímico del poeta hermético que con las formas de sociabilidad que se observan por ejemplo en la escena del rock “alternativo”: básicamente, se establecen lazos de promoción cruzada (yo pongo un vínculo a tu blog si vos ponés uno al mío). Lo mismo pasa con las lecturas, en general los amigos o clientes (uso este término en el sentido clásico, en referencia a las personas que están bajo la protección o tutela de otra) son los únicos que asisten, menos por interés por la obra del escritor que lee (y a menudo, a pesar del desinterés por la misma) que por una voluntad de pertenencia y por la esperanza de ver esa asistencia retribuida en otros eventos que los tendrán a ellos como protagonistas. En ese sentido, como venía diciendo, veo a los blogs más como instancias de promoción de la sociabilidad que de la literatura. Y con esto no estoy necesariamente abriendo un juicio de valor negativo al respecto: está claro que la amistad y el sexo son infinitamente más importantes que la literatura.
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6 – Si estar on-line sería indispensable porque la conexión global, masiva, lleva a pensar que estamos cerca, dada la propia comunicación, precisamente con quien no está a nuestro alcance real e inmediato; entonces ¿la conectividad implica pobreza?
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No necesariamente.
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