"Es necesario que se pregunte para que yo siga vivo, por que yo soy tan sólo su memoria". HAROLDO CONTI. Los caminos, homenaje.




DAMIÁN FORNASO

Publicado en Parodias el 16 de Septiembre, 2012, 0:13 por MScalona

Recetas

 

Llego a mi casa. Supongamos que es martes, como hoy. También es casi septiembre, agosto pasó tan rápido que ni el invierno se dio cuenta, nos dejó sin frío. Acabo de llegar con un hambre bajo el brazo y una revista que me consiguió un compañero del taller: “Riel  - Revista de investigación y estudios literarios”;  2.1 Segundo informe literatura local: Fontanarrosa,  Narrativa.

La revista me tienta, pero el hambre me ocupa. Tiro el ejemplar, inaccesible si no fuera por las gestiones de Maxi, sobre el sillón donde se ajusta con “El Testigo”: el barato, el de página, el de Villoro. Abro la heladera y, como si hubiera abierto una cajita de música suena en mi cabeza Charly García: solo queda un limón sin exprimir. Es cierto: nos divertimos en primavera y en invierno nos queremos morir. En la gaveta de la verdura diviso una calabaza. Tomar nota de una receta rápida y digna: cortamos tres rodajas de calabaza, las descortezamos, tomamos un recipiente profundo de vidrio apto para el microondas, depositamos en el fondo las tres rodajas descortezadas, colocamos como tapa del recipiente un plato (ya que la verdadera tapa se rompió hace años), introducimos el recipiente en el microondas, apuntamos la rueda de potencia hacia: ALTO y la del tiempo en Diez Minutos (si usted tiene un microondas digital, también puede llevar adelante la receta). Al pasar los diez minutos suena una chicharra que nos anuncia la culminación del proceso. Esto no termina acá. Buscamos queso doble crema, cortamos tres porciones abundantes y las colocamos sobre cada una de las rodajas. Volvemos a colocar el plato como tapa del recipiente, esto hace que el calor se mantenga y que el queso se gratine, una vez que esto ocurre; me siento a celebrar la cena.

Termino de comer, tomo la revista y un vaso de vino (tinto claro, para rodajas de calabaza gratinada no hay como un buen vaso de vino tinto). Abro la revista aproximadamente en la mitad y lo primero que leo es una frase de Echenique que reza: “Cáncer es una palabra grave”, indiscutido aforismo de Ernesto Esteban. Dos cosas me sorprenden: lo rico que es bajar tres rodajas de calabaza con vino tinto y que, casualmente, vengo de una clínica donde le realizaron a mi vieja la segunda tomografía en menos de un mes. La primera era para saber  que le causaba el dolor de cabeza, esta segunda era para tener la certeza de donde apuntar los rayos. En medio de estos dos puntos de tiempo, fue operada para sacarle la caprichosa pelotita que le causaba el dolor. Segunda vez que le sacan una de estas pelotitas, la anterior le había aparecido en una teta.

Aquella vez, la de la primera pelotita, los médicos, por suerte fueron contundentes: si realiza el tratamiento de quimioterapia que tenemos preparado para este tipo de tumor  (no dicen cáncer, cálculo que por ser una palabra grave, prefieren las agudas) no hay posibilidades de repetición. La palabra repetición es aguda, en cambio metástasis es esdrújula. Lo que nos lleva a la conclusión de que los médicos prefieran las agudas en lugar de las graves o esdrújulas. En aquel momento, cuando el medico elegía las agudas, me lo imaginaba a mi viejo como al tío Julio, preguntando si esto era seguro, que si utilizando los medicamentos necesarios no tendríamos que pasar por ninguna “repetición”. Seguramente el médico le explico que en  medicina dos más dos no es cuatro, pero que el tema está muy controlado. Pero si yo le digo que este perro esta adiestrado (dice mi viejo o el tío Julio), y usted me pregunta ¿pero muerde? Y yo le contesto que a veces muerde y a veces no ¿usted que me diría? ¡Que no está adiestrado una mierda! Pero claro, esto solo pasa en los cuentos, el tipo que no sabe si el perro muerde o no, tiene en sus manos la vida de tu pariente y evita las graves y esdrújulas y no deja de ser un mérito.

Sigo con hambre, a pesar de las cabalazas y el queso gratinado. Estornudo y, para colmo de males, se me escapa un pedazo de calabaza que había quedado entre los dientes. Lo recojo con la yema de mi índice y me lo vuelvo a comer, un poco más frío pero igual de sabroso. Llamo a mi casa para saber si llegaron bien y mi viejo me cuenta que si, que llegaron bien y que ya esta mi hermana, que, como indicó el padre Ignacio, le está rezando una oración en la cabeza, otra en el pecho y otra en los pies, a mi vieja. Recuerdo las visitas que Fito y Coki le hacían al Negro, siempre sin avisar le tocaban el timbre y, si el Negro estaba acostado, no dejaban que se levante y se acostaban uno de cada lado. Esa imagen (documentada) me llevan a pesar que si tuviéramos en las filas de nuestras amistades a Bracamonte, y si la visitara a mi vieja mientras mi hermana cumple con el ritual, podríamos acostarlo junto a ella y también rezarle en la cabeza, en el pecho y en los pies, y comprobar, en la próxima fecha, si el ritual tiene o no resultados milagrosos. Si bien mi viejo es un tipo celoso, creo que, tratándose de Bracamonte, no tendría problemas que lo acostáramos un ratito en su lecho matrimonial.

Sobre Bracamonte, flamante número nueve de Rosario Central,  podría decir que su pasado inmediato en Rusia lo ha hecho adoptar algunas conductas particulares como jugador, tal vez influenciado por la cultura del país. Podemos definirlo como un jugador Barthiano, que desbarata el juego clásico de un nuevo para sorprender tanto a propios como a extraños. Es tan difícil leer el Ulises, como aguantar al nueve, noventa minutos en cancha.

En un punto también el fútbol se encuentra con la medicina, no en el milagroso aerosol que utilizan cuando un jugador está a punto de morir y, luego de aplicarlo, milagrosamente sale caminando, con un poco de dificultad los primeros dos pasos y luego sin rastros de dolor. El punto de intersección entre las dos ciencias es que, tanto los médicos, como los dirigentes de Central opinan que mi vieja va a volver a disfrutar (o sufrir) al canaya en la A, y uno confía. Ojo, hay veces que a uno le cuesta un poco o sospecha que hay alguna exageración, nunca intencional, de optimismo. Cito un ejemplo: cuando le terminaron de sacar la segunda pelotita a mi vieja de la sabiola, digamos “la repetición”, el neurocirujano que la operó nos vino a contar sobre la intervención, primero nos dijo que  había sido un éxito y luego que mi vieja estaba en coma, nos costaba asociar la palabra éxito (esdrújula) con la palabra coma (grave). Luego nos dio detalles inimaginables del trabajo que realizó. Mientras el tipo de blanco terminaba de relatar la operación que hacia minutos  había concluido, yo pensaba, y casi se me escapa: con ese pulso como no se dedicó a robar panderetas, pero por suerte me contuve.

Ambos puntos de vista, el de los médicos y el de las voces autorizadas en la institución de arroyito siguen una misma estrategia pero con diferentes matices, si bien los médicos evitan las palabras graves, los otros las niegan “no existe la palabra fracaso” dicen. La palabra “FRACASO” podemos definirla como menos grave que la palabra cáncer, solo por el hecho de tener acento prosódico. Pero si vamos más allá y analizamos las conductas de fondo, me quedo con el ocultamiento y no con la negación, esta segunda estrategia es caprichosamente soberbia. 

Pero reconozco que, a pesar de todo esto, vuelvo al martes, al agosto que se fue, al que se olvidó el frío: a la calabaza que no me llena, tal vez por ser grave, o por falta de acento ortográfico.

 

Pájaro Fornaso.

 

 

  
Autores
María Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-