GERMÁN HANSEL MONZÓN
Publicado en Parodias el 3 de Septiembre, 2012, 11:47 por MScalona
- Diario de una mujer suela (Vicisitudes de la dueña de un diario que las noches de cuarto menguante se convertía en suela)
A Laura, las cosas no le iban muy bien que digamos. A pesar de su diario, y de haber tenido una época de esplendor, la editorial no había podido reponerse de los estragos del efecto tequila. Anteriormente había tenido otros traspiés debido a los efectos martini, vodka y tinto, pero la resaca con tequila le duró mas de lo esperado. Por mas que pensaba no encontraba la forma apropiada de levantar su empresa. Tuvo varias reuniones con sus periodistas, pero sólo una por trabajo ya que las demás eran lo viernes para comer pizza. Cierto día, a pesar que hacía mas de una década que no salía a trabajar fuera de la editorial, se dio cuenta que la única solución era salir ella misma a la calle a contactarse con el mundo, a buscar la noticia al lugar mismo de los hechos. Fue asi como una tarde conoció a Mabel, una anciana celestina que decía poseer suficientes poderes para interceder en amores, se adjudicaba cuanta historia de amor ocurría en el barrio, aduciendo cualidades para trabar, destrabar y conseguir cualquier resultado quebrantando aún la voluntad de terceros, y no solo en amores, también en salud, trabajo y cualquier otro rubro. Laura, una mujer agiornada, totalmente pragmática y fría, como su condición de empresaria lo requería, no creía en esas cosas y se limitaba a escuchar con una complaciente sonrisa en los labios las historias que contaba la enternecedora viejita y las absurdas recetas que le daba día a día para triunfar en los negocios, las cuales consistían en comer billetes y hacer caca en el umbral del local de la competencia a las tres de la mañana, estrategias que ella seguía paso a paso solo para complacer a la anciana. Morlaco, un hombre nada apuesto, con aspecto que no tengo ganas de describir, era el novio de Laura. Se habían conocido en la papelera que proveía el material para la editorial de ella, esa papelera abastecía casi toda la ciudad y alrededores ya que fabricaba todo tipo de papel. Morlaco era el que hacía el papel de forro. La tarde que lo conoció, ella salía de las oficinas de la papelera y se cruzó con Morlaco, quién salía de la fábrica en su bicicleta, munido de su bolsito de cuerina Adidas. El, muy cortésmente y acomodándose el gorrito azul que le hacía juego con el overall, se ofreció a llevarla en el caño . Ella lo miró a los ojos y no pudo evitar sentirse totalmente seducida. Casi sin hablar, e impulsada por quién sabe que fuerza cósmica, procedió a sentarse en el lustroso caño al tiempo que alzaba los extremos de su capote Dior para que no se ensuciasen con la cadena. Durante el viaje la rubia cabellera de ella se enredaba con el pucho que Morlaco llevaba en la boca, lo que lo obligaba a pasar el mismo de una comisura a la otra, hasta que decidió tirarlo, prometiéndose no reprochárselo y juró que ese traspiés no arruinaría lo que podría ser el comienzo de un gran amor, en tal caso se lo guardaría en un rincón de su memoria para refregárselo en la cara el día que ella, hastiada por la rutina y durante una acalorada discusión le ofenda la madre, tomá guacha...! Pedaleo va, pedaleo viene, el le contaba de lo duro que estaba la calle en los tiempos que corrían, sobre todo en lo referente al levante de minas y ella le hablaba de un novio que había tenido, el cual le vino a la mente a raíz del caño de la bicicleta que hacía mas de veinte minutos se le venía hundiendo entre los glúteos. LLegaron a la casa de Laura, ella lo invitó a pasar pero el no aceptó, en realidad se moría de ganas de entrar pero el sostenía que debía hacerse un poco el difícil si no quería que ella lo agarrase para la chacota. Se despidieron y dejaron la invitación para la noche siguiente. Laura, que tenía grandes dotes de cocinera, lo sorprendió con un pavo ahumado al cognác y él la sorprendió con un "no me gusta el pavo", por lo que optaron por tomar un suculento café con leche. Luego y sin mediar palabra alguna hicieron el amor como nunca antes lo habían hecho, debido a que nunca antes habían hecho el amor. De sobre cama fumaron un cigarrillo, ya que no tenían más que uno y hablaron respecto al polvo. Que si te gustó, que qué sentiste y todas esas cosas que se hablan después de un polvo. A esas instancias Laura estaba enamoradísima, pero el también, por lo que ella le propuso casarse y tener cinco hijos, propuesta que el vetó parcialmente ya que quería tener solo tres, esto ofuscó a Laura y la hizo llorar, - Qué te pasa ahora ? - Es que nunca me das los gustos... - El la mandó a la mierda y se marchó. Durante los días siguientes ella se encontró en un profundo pozo depresivo, extrañaba mucho a Morlaco y no podía hacerse la idea de como sería su vida sin el. Desesperada decidió ir a ver a Mabel. La anciana le ofreció su ayuda "para lo que necesite" y sin cargo alguno, - Se que tienes un problema - le dijo, ella admitió que si, pero como no recordaba cual era el problema por el que había ido, le pidió ayuda para levantar su empresa, tanto como para aprovechar la oferta. Laura, que permanecía escéptica y tranquila, encendió su decimosegundo cigarrillo y procedió a contarle la historia de su diario, el cual lo había iniciado su padre con mucho sacrificio. La voz comenzó a entrecortársele y pronto se puso a llorar. - Tu tienes un problema... ¿no es así? - El llanto se le cortó en forma repentina y miró sorprendida a la vieja quedándose perpleja ante semejante demostración de videncia. Demostración a partir de la cual le comenzó a tener un respeto incondicional. Laura pensaba que llegando al lugar de las noticias antes que la competencia podía obtener la primicia y de esta manera devolverle a su diario el prestigio que había perdido. Mabel le preparó un brebaje misterioso el que debía tomar las noches de cuarto menguante antes de acostarse. Laura se despidió de la viejita y tomó un taxi. Estaba muy ansiosa por llegar a su casa. La tarde estaba pesada y no corría una gota de aire. Un tanto nerviosa le preguntó al chofer - Qué día es hoy ? - , - Cuarto menguante - respondió. Ella le dió las gracias, destapó la botella que le dió la anciana y le pegó un trago. No podía esperar a llegar. Un penetrante olor a goma invadió el coche, por lo que el chofer miró intrigado por el espejo retrovisor. Durante la noche se sintió deprimida. Encendió el televisor, se acostó y comenzó a hacer zapping con el control remoto. Recordó que Morlaco la había dejado y decidió comenzar a llorar. Luego apagó el televisor y se acomodó para dormir. El sueño no le venía, por lo que se puso a contar burros, de niña siempre contaba burros, lo había aprendido de una prima a la que una noche sorprendió contando burros para poder dormir. Estaba en eso del conteo cuando el burro número treinta y dos le hizo acordar a Morlaco, tenían algo en común y ella, como cualquier ser humano en tales circunstancias, comenzó a excitarse. Decidió sacarse de la cabeza a los burros y a Morlaco, no quería tener que masturbarse por lo que encendió el televisor y se puso a mirar una porno. Al rato se puso a jugar con el control remoto entre las piernas y comenzó a excitarse nuevamente. Los movimientos de su pelvis accionaban los botones haciendo intercalar los canales, un rato la porno, un rato al padre Ignacio en el cierre de transmisión, un rato la porno, un rato al padre Ignacio y así sucesivamente y cada vez mas rápido. La velocidad aumentaba con el grado de excitación de ella. Por un momento creyó ver al padre Ignacio desnudo en medio de una orgía y pensó que esa noticia le haría aumentar las ventas. Durante la madrugada, mientras dormía, un gran rayo iluminó todo su departamento y una ráfaga de viento abrió repentinamente la ventana del dormitorio. Ella comenzó a moverse en la cama de un lado para el otro, transpiraba y se quejaba agarrándose el estómago. El brebaje de la bruja comenzaba a hacerle efecto. Comenzó a llover. Cuando el transe pasó se encontraba transformada en suela, en la suela del zapato de un asesino que estaba subiendo las escaleras de un viejo edificio en los suburbios de la ciudad, camino a cometer un crimen. Todo sucedió muy rápido y ante la mirada atónita e impotente de ella. La puerta del departamento no ofreció mayor obstáculo. El asesino entró sigilosamente y a la anciana la sorprendió durmiendo en la cama. No escuchó nada, tal vez por la tormenta. La luz de la calle se mecía con el viento proyectando una aumentada y movediza sombra en la pared en la cual alcanzó a contar cinco puñaladas, ya que era lo único que podía ver desde el zapato, porque ni siquiera pudo conocer la cara al asesino. Su condición de suela no le impedía sentir, pero sí le impedía interceder para evitar lo que estaba ocurriendo. El sujeto, dueño del zapato donde se encontraba, bajó las escaleras despacio como si nada hubiese ocurrido y cuando alcanzó la esquina echó a correr bajo la lluvia. Ella sentía todo el peso de su cuerpo, por lo que calculó unos setenta kilos. Durante la fuga y debido a la oscuridad, el sujeto no advirtió la presencia en su trayectoria de un sorete de perro. Ella lo vió cuando ya lo tenía encima pero nada podía hacer, era gigantesco. Fué para ella como ver una enorme montaña de mierda. Simplemente cerró los ojos. El amanecer la encontró en un descampado, desnuda y llena de caca. Se dirigió de prisa a la redacción y comenzó a escribir la noticia. Era realmente una primicia ya que todavía ni siquiera habían descubierto el cadáver. Al atardecer Laura regresaba caminando a su casa; a esta altura la caca se había secado y ya se había acostumbrado al olor. Estaba atravesando el centro cuando se encontró con Morlaco. - Hola...- Le dijo el. Ella se quedó petrificada. -Hola...- Le repitió. - Hola - Contestó ella. Un escalofrío le recorrió la espalda, no podía dejar de mirarlo a los ojos. El dejó caer su bicicleta y la abrazó fuertemente. Ella se puso a llorar y a transpirar. La caca comenzó a humedecerse y a resbalar de su cuerpo para caer en enormes y pastosas gotas al piso. - Yo te quiero con mierda y todo - Le dijo él. Se fueron caminando juntos de la mano y se perdieron entre la gente. Ya de noche, estaban recostados en el parque mirando el río. - Qué mirás? - . Le preguntó él. - El río - Contestó ella. - Me trae muchos recuerdos - - Como cuáles ? - Ahora no recuerdo. Morlaco, satisfecho con la respuesta, se quedó callado contemplando el río, mientras casi sin darse cuenta, jugueteaba con un tallo de hierba metiéndoselo en una caries. Laura lo miró y le dijo: - ¿ Por que no dejás esa paja..? - Qué tiene de malo..? Es solo un tallo... - No, me refiero a la otra paja... Estás re flaco... Charlaron y rieron, se contaron anécdotas y recordaron su infancia. - Querés conocer mi barrio...? Donde me crié...? - Le dijo el. - ¿Es necesario..? - Si, eso me hace creer que te interesa mi vida... - Tenés razón, no lo había pensado... Morlaco paró un taxi y le preguntó donde podían tomar un colectivo para la zona sur. Siguiendo las intrucciones del taxista caminaron hasta la parada. Subieron al colectivo. Estaba vacío pero ellos decidieron sentarse juntos en un mismo asiento como dos adolescentes para poder apretar. Ambos comenzaron a excitarse, por lo que Morlaco se abrió la bragueta, pero justo cuando la iba a penetrar subió un hombre de camisa y corbata que les pidió el asiento argumentando que era el chofer y que tenía que manejar. - Mejor - Dijo el - Vamos a los otros asientos que no tienen volante y son mas cómodos - Y en un acto de galantería le pagó el boleto a ella, actitud que le hacía sumar puntos en la carrera de la seducción. Se bajaron en avenida Uriburu y después que Morlaco se acomodó el miembro que le había quedado afuera encendió un Camel y caminaron hacia el oeste. Ya era re de noche. - Este era mi barrio... Si habré andado estas calles... Ahí enfrente vivía Tito... Pobre Tito... Desapareció y nunca más lo encontraron... Fue durante la dictadura... El fue uno más entre tantos... Tenía ideas muy raras, era de los que pensaba feo... - Pero cuantos años tenía? - Ocho - A esa edad no pudo haber sido tan subversivo... - Que no..! Vos no lo conociste... En esa esquina vivía "la Chueca"... Que linda era la Chueca... Donde está esa casa había un almacén... el almacén de don Mario... Siempre le afanábamos... Una vez se dio cuenta y nos corrió con una escopeta... Las luces de la avenida habían quedado atrás cuando llegaron al campito. - Acá veníamos a jugar a las escondidas o a fumarnos un pucho; era nuestro lugar secreto - Le contaba el recordando y exhalando el humo a la vez que miraba la braza del cigarrillo. Ella caminaba detrás pero pegada a el. No se veía nada y tenía algo de miedo. El se detuvo, pegó la última pitada y tiró el pucho catapultándolo con los dedos mayor y pulgar demostrando total maestría. - Ecuchá... escuchá el sonido de la noche... Por suerte la ciudad no llegó hasta aquí... Escuchá los grillos... Estaba estrellado y corría una suave brisa, el silencio era agradable pero de a ratos preocupante. Un ruido se escuchó desde atrás de unos arbustos. Morlaco buscó un encendedor en el bolsillo y lo encendió; lo llevaba con la mano extendida tratando de iluminar mientras apretando con la otra mano, la mano de Laura, se acercaba al lugar de donde salió el ruido. El cagazo fue enorme cuando vieron esos enormes ojos salir de atrás de las plantas a escasos centímetros de sus narices. El la soltó a Laura para poder correr mas rápido pero justo alguien lo llamó en voz baja por su nombre. - Morlaco ?... Sos vos..? - El se dió vueltas y temeroso, tratando de ver en la oscuridad preguntó: - Quién anda ahi? - Yo..!! - Quién es usted ? - Laura llena de miedo le tiraba del brazo yle rogaba que se fueran. Morlaco corrió una rama del arbusto que le impedía visualizar al misterioso sujeto y ayudándose con la llama del encendedor pudo ver a un hombre delgadísimo, con una larga barba que vestía un apretadísimo jardinerito. - Shhh... - Le dijo el hombre. - Shhh... Qué? - Le contestó él. - Morlaco...? - Tito...? - Me parecía que esa voz era la tuya... - ¿Y vos... que hacés ahí escondido...? - ¿Como...? Ya me parecía que se habían olvidado de mi... Vos me dijiste que no saliera hasta que me avisaras, te acordás... ? - Pero eso fué hace mas de veinte años... - Si, pero nadie me vino a avisar... Estábamos jugando a las escondidas... Si, pero nos llamaron a tomar la leche... - No me nombres la leche que tengo un hambre bárbaro...! - Bueno, pero salí de ahí... Ya no tiene sentido que sigas escondido... - ¿Estás seguro? - Laura, el es Tito el muchacho del que te hablé... Ella lo saludó y siguieron los tres recorriendo el barrio mientras charlaban. - Como andan el resto de los pibes...? - ...Y... algunos se casaron..., otros estudiaron... - ¿Y vos...? - Ninguna de las dos cosas... - Que increíble... La última vez que los vi eran tan chicos... - Pancho estudió comunicación social y se recibió de comunicador social. - ¿Y ahora que hace...? - Está incomunicado... - ¿Como fue...? - Le hicieron una camita... - Que hijos de puta...! - Si, le hicieron una camita para el cuarto del pibe, por encargue de el, viste... y pagó con unos billetes que el mismo había impreso. Se quedaron en silencio, pensativos... - De mi vieja sabés algo? - Está con las Madre de plaza de Mayo... Ella siempre pensó que te había chupado la cana... Sufrió mucho con tu desaparición... - ¿Como lo sabés? - Me lo dijo durante un baile de disfraces que había organizado en tu casa para el aniversario del día que desapareciste. - Pobre... Tengo que verla urgente... - Nos vemos mañana...? - Lo dudo, la primera vez que desaparecí fue durante unas pocas horas y no me dejó salir por tres dias... Era tarde. Lo despidieron a Tito en la puerta de su casa y caminaron abrazados confundiéndose con las sombras de los arboles que la luz amarillenta de la calle recortaba en la pared. Solo lo acompañaban el eco de sus pasos y los retos de la madre de Tito que retumbaban en todo el vecindario. Hacía mas de media hora que caminaban sin hablarse. - ¿Qué te pasa ...? - Nada... me siento un poco incómoda... ¿Sabés que quisiera? - ¿Qué? - Bañarme, sacarme la caca de encima y vestirme... ya hace frío para andar desnuda... Morlaco accedió a su pedido, el quería darle todos los gustos y verla feliz, aunque en el fondo sabía que podía tratarse de un caprichito propio de las minas. Esa noche Laura, luego de ducharse se fue a dormir. Estaba en lo profundo del sueño cuando comenzó a moverse. Se movía de un lado a otro agarrándose el estómago. Cuando se despertó se encontraba en la suela de Ramón Barrios, un conocido dirigente gremial que se dirigía a un fastuoso asado en una quinta en las afuera de la ciudad, propiedad del dueño de la fábrica donde trabajaban los empleados que el representaba. El servicio comenzó con tablas del mejor fiambre y quesos, acompañado con vino malbec y sauvignon blanc, luego siguió el asado en el cual no faltó el nonato y la creadilla. Después el champagne, whisky y todo lo que suele haber en ese tipo de comilonas. Ella, desde allí abajo, veía pasar las cosas pero no podía probar ni un bocado. Estaba desesperada y cada vez que el fulano éste, dueño del zapato donde se encontraba, se paraba sobre un poco de vino derramado, aprovechaba para beber un poco. Había mucha gente, políticos y empresarios. Realmente se lamentaba no tener en ese momento un grabador para registrar cada conversación. En un momento dado se dirigió a la habitación contigua, por supuesto por voluntad de Barrios, donde lo esperaban el empresario dueño de casa y un alto funcionario. - Como habíamos acordado... -Le dice el empresario mientras le extendía un cheque. - Quédese tranquilo, ya mismo se levanta el paro por seis meses... - Pase lo que pase- Le aclaró el empresario mientras se acariciaba el bigote con la mano opuesta a la que sostenía el vaso de Chivas. Ella podía ver todo mediante el espejo del cristalero. Se dieron la mano los tres como sellando el pacto. Cuando Barrios salió del recinto pateó sin darse cuenta una aceituna, lo que hizo enfurecer a Laura que ya la estaba saboreando. A medida que transcurrían las horas los alegres y ebrios eran más, lo que se traducía en más bebida derramada para Laura. Al amanecer se encontraba desnuda y ebria detrás de unos arbustos en el vasto parque de la quinta, desde donde pudo ver a Barrios que abrazado a un concejal se arrojaban vestidos a la piscina con una botella de champagne en la mano. Se dirigió a su casa y después que se le pasó la resaca se fue al diario a preparar la nota. Sabía que no podía denunciar lo ocurrido ya que no tenía las pruebas necesarias, pero si podía anunciar como primicia el levantamiento del paro. A la salida de la redacción pasó por el consultorio de un psicólogo y al leer la placa de bronce recordó que tenía un problema, por lo que decidió entrar y hacerse un psicoanálisis. Salió una hora después totalmente renovada y superada. Estaba en su casa, cantaba y cocinaba cuando sonó el timbre de la puerta, era Morlaco que llegaba con una cajita de vino fino. La miró un tanto desconcertado. - Que te pasa que estás tan contenta...? - No me notás nada nuevo? El la miró mas detenidamente sin encontrar ninguna diferencia. - En la cabeza...- Le dijo ella. - Ah... te cambiaste el peinado... o el color... - Para eso me gasté doscientos pesos en un analista...? Para que vengas vos y me digas que me cambié el peinado...? - Pero para que gastaste doscientos pesos en eso ? Si como tenías la cabeza estaba bien... te quedaba bárbaro... a mi me gustabas... Ella, sin dejar de revolver la olla y sin mirarlo se sonrió irónicamente. - Claro...!! A vos te gustaba...!! y una siempre tiene que estar como le gusta a ellos... ¿Y yo qué...? Lo que a mi me gusta no cuenta...? - Por supuesto, además yo no dije que ahora no me gustaras... - Si, no lo dijiste concientemente, pero tuviste un "acto fallido"...- Le dijo mientras se limpiaba las manos con el repasador. - ¿Un qué...? - Dijiste "A mi me gustabas" y quisiste decir justamente eso, que te gustaba... o sea que ya no te gusto - Terminó de decir eso al tiempo que arrojaba con bronca el repasador sobre la mesada. - No seas ridícula... - Ah...!! Ridícula...!! El señor me trata de ridícula... Típica actitud machista... Colocar a la mujer en una jerarquía inferior para resaltar su ego, denotando una conducta vengativa tal vez proveniente de una relación edípica sin resolver producida por una imagen maternal fálica dominante... Morlaco, que seguía parado sin siquiera haberse sacado la campera, la miraba estático, sin entender. Luego apoyó el vino en la mesa y se fue diciéndole - Cuando se te pase, llamame... Laura se quedó sola, llena de bronca, pero a la vez satisfecha con ella misma por no haberse dejado basurear. Durante la noche, mientras soñaba que se le caían todos los dientes, comenzó a moverse de un lado a otro. Se agarraba el estómago. Se movía hacia la izquierda y luego hacia la derecha repetidamente. Tanto se movía que se despertó. Encendió el velador y se fue al baño a mover el vientre. Era una terrible diarrea. Pasaron los días y como Morlaco no recibía noticias de Laura comenzó a desesperar. Pasaba todo el tiempo en el bar que estaba frente al diario para tratar de verla sin ser visto. Estaba por demás de ansioso. Se fumaba todo y tomaba como quince cafés por día con algunos vasos de ginebra. Una noche la vio salir del brazo con un tipo, creyó que se moría, pero como eso no ocurrió decidió suicidarse. Caminó y caminó, totalmente ebrio, miraba hacia arriba de los edificios buscando el mas alto. Se paró frente a uno de veinticinco pisos y esperó que alguien franqueara la puerta para ingresar. Una vez adentro se dirigió a la azotea, subió por las escaleras porque siempre le tuvo miedo a los ascensores. Arriba se puso a buscar el mejor lugar para saltar a la vez que calculaba donde caería y se imaginaba como quedaría su cuerpo, reventado. Una bolsa de huesos rotos. Lleno de sangre y totalmente despeinado. Pensó también en Laura, cuando recibiera la noticia, sin duda se pondría a llorar y se sentiría culpable. Tal vez nunca más podría enamorarse de alguien. En ese instante se le escapó una sonrisa. Pensó en cuando ella tenga que publicarlo en su propio diario. Volvió a mirar hacia abajo y dijo para si "Si me tiro de aquí me hago mierda". Motivo por el cual desistió de tal idea. Bajó por el ascensor, ya que la fobia era con los ascensores pero ahora este funcionaba como descensor, y se dirigió rápidamente a lo de Laura. A medida que se acercaba el corazón le latía más fuerte. Llegó y se detuvo frente a su puerta. Escuchó una suave música que provenía del interior. Esta vez el corazón parecía salírsele del cuerpo. Abrió la puerta sin llamar. Ella estaba ahí, completamente desnuda, de rodillas, frente al señor con el cual la había visto salir del brazo quien se encontraba también desnudo. Ella lo miró y luego de sacarse algo de la boca le dijo "No es lo que vos pensás". Recién entonces Morlaco recuperó la tranquilidad. Ella los presentó y luego de intercambiar algunas opiniones sobre los alimentos transgénicos se sentaron a cenar. Los días siguientes a la reconciliación fueron un verdadero idilio, ambos trataban de complacerse mutuamente. Una noche después de hacer el amor el encendió un cigarrillo a la vez que la abrazaba y tras largar una bocanada de humo le dijo: - Sabés... Lo estuve pensando bien... - Qué cosa? - Me gusta la idea de tener muchos hijos... Nos alegraría la vida... - No, mi amor, yo estuve pensando y creo que tenías razón... Por ahora no conviene ni uno... Justamente te iba a proponer que nos cuidemos... - Es verdad, ahora un hijo sería un estorbo insoportable... y... ? Cómo quisieras que nos cuidemos ? - Si querés me ato las trompas… - De ninguna manera amor... si alguien se las tiene que atar, ese seré yo ! - En serio lo harías...? - Por vos haría eso y mucho mas... Ella emocionada lo besó lentamente y luego le confesó su secreto. - Por quién me tomaste..!! - Es cierto... Te lo juro que es cierto... Como te creés que consigo siempre las primicias? - Es imposible... Todo el mundo sabe que las metamorfosis ocurren en luna llena y no en cuarto menguante... Le dijo el indignado mientras no podía dejar de mirar sus Adidas negras que estaban al lado de la cama. - Y cómo te explicás esto ? - Le dijo ella levantándose la musculosa y mostrándole una marca en la piel, una sutil mancha rosácea que formaba el número cuarenta y dos justo debajo del ombligo. Morlaco se levantó, encendió otro cigarrillo y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación. Estaba totalmente aturdido. - No es para que te pongas así...- Le dijo ella - Sabés que ocurre...? Me puedo bancar cualquier cosa... Pero nunca salir con una mujer suela. Laura se puso a llorar desconsoladamente y le rogaba que la perdone, pero el se vestía serio, imperturbable ante las lágrimas de ella. Se fue dando un portazo. Pasaron los días, los meses y algunos años. En realidad nunca se olvidaron el uno del otro. Ella continuó convirtiéndose las noches de cuarto menguante y a pesar de llevar su diario al éxito nunca recuperó la alegría totalmente, salvo cuando estaba en alguna nueva relación. El continuó haciendo el papel de forro en la papelera y a pesar de haber tenido otras relaciones, no puede evitar detenerse en cada vidriera de cada zapatería y reflejar su tristeza en el escaparate.
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Germán
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