SILVIA MOYA
Publicado en Parodias el 31 de Agosto, 2012, 10:23 por MScalona
Cambio de look -
Una mañana, luego de un largo y reparador descanso, el Sr. Fernando Pignaro se levantó convertido en un molusco. Alarmado por la viscosidad de sus extremidades lo primero que palpó fue la zona superior de su boca. Respiró aliviado. Conservaba en su lugar su singular bigote, signo personal de su virilidad. El baño de inmersión con sales le aportó el bienestar acostumbrado, casi podría decirse que lo disfrutó más que nunca. Le molestó un poco cierto olor intenso que el baño pareció no haber eliminado por completo. Sin embargo, decidió no darle demasiada importancia ya que al fin y al cabo cuanto mayor distancia guardaran sus empleados de su persona para él sería mejor. No era lo que pudiera definirse como un tipo sociable. Su cargo como alto funcionario en aquella multinacional lo había vuelto algo parco y desconfiado hacia las demás personas. La transformación se había producido evidentemente mientras dormía. Si algo tenía Pignaro digno de ser envidiado era su capacidad para conciliar el sueño. Dormía profundamente siete u ocho horas corridas todas las noches destruyendo por completo cualquier fantasía proletaria de culpas persecutorias de los esbirros del capitalismo. Pignaro dormía como un angelito, como había dormido incluso aquella noche mientras su cuerpo se transformaba en el de un cefalópodo de la subespecie de los téutidos, más conocido como calamar. Durante el desayuno comenzó a encontrarle algunas ventajas a su nuevo aspecto. El primer descubrimiento importante fue, como ocurre en la mayoría de los casos, accidental: la longitud de sus tentáculos entorpecía sus movimientos y mientras intentaba cortar unas rebanadas de pan para hacerse unas tostadas se amputó casi por completo una sus extremidades. Con asombro, aunque no sin menos satisfacción observó que ésta comenzaba a crecer casi de inmediato. Más tarde, mientras escuchaba los mensajes de sus contestadora, la voz de una de sus amantes lo perturbó. La joven le sollozaba reclamándole por sus prolongadas ausencias y desatenciones. Se humillaba:
- LLamame Fer! Me compré ropita interior un nueva. Tengo puesto el perfume que vos me regalaste. Ni siquiera estrenamos el disfraz de mucamita juntos.
La chica lo había aburrido por completo, ya no había disfraz ni fantasía que revirtiera el agobio que le causaba tanta sumisión. El deseo de escapar le provocó una reacción que en un primer momento confundió con una eyaculación involuntaria, una polución, pero no. Enseguida advirtió que lo que su cuerpo había segregado era un pigmento de color oscuro, casi negro y de materialidad viscosa. Sonó uno de sus celulares, la Blackberry, un mensaje en el msn le indicaba una cita. La agenda electrónica le recordó la reunión de directorio y también que su madre lo esperaba a almorzar. Fernando sintió nuevamente deseos de escapar, otra vez el pigmento oscuro se derramó entre sus tentáculos. Este incidente resultó beneficioso ya que todavía se encontraba con su bata de baño y el hecho le permitió descubrir que cada vez que se pensaba en una situación de escape se producía una eyaculación de tinta. La comparación de esta nueva glándula con sus testículos le brindó la certeza que, con el tiempo, le permitiría controlar su funcionamiento tal como lo hacía con sus genitales. Sonrió ladeado como de costumbre, aunque el pico que cubría ahora su boca no permitía que su seductora sonrisa se luciera demasiado, satisfecho de tener el control. Subió a su auto, condujo hasta la empresa, entró, como todas las mañanas. Ante las miradas espantadas de todos cuantos lo veían pasar frente a ellos, Fernando esbozó su mejor sonrisa y dijo: - Sorprendente, eh? El cambio de look. Nadie más se atrevió a hacer un solo comentario, al menos frente a él.
Transcurrido el tiempo, todos fueron acostumbrándose al nuevo aspecto del Sr. Pignaro. Poco a poco, su secretaria se acostumbró al aromatizador que puso en la oficina. Al principio le provocaba dolor de cabeza, pero pronto entendió que el olor que despedía el cuerpo de su jefe era bastante más desagradable que el sahumador eléctrico. Le molestaba sí que las nalgadas cordiales que acostumbraba darle cuando pasaba cerca de su escritorio, más que un chirlo ahora se parecían a un pellizco debido a las ventosas, pero su novio ya estaba resignado a las marquitas que a veces tenía en los muslos y aceptaba que hasta que terminaran de pagar la el crédito del departamento ella tenía que conservar ese trabajo. La empresa abrió una nueva línea de producción con impresiones a muy bajo costo que no tuvo competencia en el mercado ya que nunca se reveló la fórmula de las estampas de tan buena calidad y con costo mínimo. Con este nuevo empendimiento, la compañía cerró una de las textiles más grandes despidiendo algo así como trescientos obreros, que cobraron las indemnizaciones correspondientes, por supuesto. Fernando siempre fue un tipo muy prolijo. Las maquinarias se vendieron y el galpón se utiliza como depósito de marcadería y garaje de los camiones. Pignaro pasó a formar parte del directorio, ya no como asesor sino como socio minoritario pero dada su juventud y su floreciente carrera, con grandes expectativas de crecimiento profesional. Eso sí, desde hace unos meses ha tenido que visitar al psiquiatra y solicitarle unas pastillas para conciliar el sueño ya que algo lo inquieta por las noches impidiéndole su merecido descanso: Se rumorea en la fábrica que el sindicato está anunciando para mediados de octubre una paella solidaria a beneficio de los obreros cesanteados.
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Silvia M. |