AILÉN GAGLIANO
Publicado en Aguafuerte el 2 de Julio, 2012, 10:45 por MScalona
- Yo vivo en frente de una plaza. Cada vez que miro por la ventana veo en esa plaza a un pibe. No sabría decir la edad justa, creo que no tiene. Antes sí tenía, cuando era más chico, me acuerdo que llevaba guardapolvo; pero un día lo dejó de usar, aventuraría que antes de tiempo y junto con el uniforme guardó sus años. Él está en la placita, pasa horas y horas. Estar ahí, es su trabajo, o quizás, ese pequeño escaloncito que divide la plaza de la calle es el banco de su escuela, todo depende, claro, de cuál sea su edad. A mí me gusta creer que trabaja, porque lo hace con tanto empeño que cuando a veces, a la mañana, no me dan ganas de levantarme para ir al cole, pienso en él, en el frío que pasa para poder hacer su trabajo, en las ganas que tiene de hacerlo, en cómo disfruta de estar sentado ahí viendo la gente pasar, y entonces me levanto sin chistar. Cuando vuelvo del colegio, sigue ahí, no descansa. Si a la tarde voy a terminar algún trabajo de esos que en la escuela sobran, o si salgo corriendo porque llego tarde a inglés, él sigue ahí, constante, jornada completa. Solo cuando llego tarde a la noche me da la satisfacción de saber que ya terminó su trabajo, y ahora descansa en su casa.
Tras arduos años de trabajo debe tener una empresa, porque cada tanto aparecen socios, algunos son vitalicios y él es tan buen hombre que les cede la cuadra para que trabajen a su gusto, porque a él le alcanza con estarse sentado, en realidad le alcanza con estarse. Otros vienen y se van, cambian todo el tiempo debe tener que ver con el cambio de música que él hace. Entre rock, cumbia y heavy metal, diría yo que no va a conseguir muchos acompañantes, pero quién lo culpa… pobre pibe, si cada tanto se da el gusto de salir de la rutina cambiando el dial de la radio. No, qué nostálgica soy, actualizando el mp3 del celular.
Una vez, hará dos años, mi viejo me dijo que el futuro está en el campo, estudiá ingeniería agronómica. Yo le dije que no sabía lo que era, que no sabía si me iba a gustar. Me respondió que dejaba mucha plata. Creo que lo dijo esperando que me interesara. Algún día, cuando mi cabeza ya no esté ocupada en decidir si estudiar farmacia y biotecnología y bioquímica, por las dudas de que quede algo por saber, y genética y genética vegetal y biología molecular y derecho y escribanía, y ciencia política e ingeniería agronómica y química y física y fotografía y comunicación social y medicina y trabajo social y filosofía y letras y teatro y psicología y cine, cuando mi cabeza deje de desvariar, tal vez me anime y le responda a mi papá, pá, en Argentina, el futuro está en la placita. Y quizás hasta se me ocurra señalar a este trabajador, que no se va a percatar de mi gesto, porque este pibe, Peter Pan de una ciudad que corre, va a seguir escuchando su cumbia en un celular último modelo – por el que trabajó mucho, claro está - y haciendo jueguitos con la pelota en el cordón de la vereda, burlándose de todo aquél que como yo, le pase por al lado, afiebrado por todo lo que tiene que hacer mañana.
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Ailén Gagliano |