Julio del 2012
Publicado en Poemitas. el 31 de Julio, 2012, 18:37
por MScalona

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Me gustan tus ojos.
No pierden
tu alma.
Ella está atrapada, ahí,
condensada.
A punto de caerse.
De hacerse lágrima.
Los ojos
son esa parte del cuerpo
que me cautiva.
Tus ojos
dicen más que todas las palabras.
Miénteme entonces,
miénteme, ojos de perro.
Pero esos,
no son los tuyos.
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Alina
(Respuesta al Poema “Mentiras”, de Jack Henry Abbot)
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Publicado en Cuentos el 31 de Julio, 2012, 10:15
por MScalona

AMÍLCAR
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Te lo aseguro mamá , todas las mañanas pasa lo mismo , mucho camina Amílcar todas las nueve , de todas las mañanas desde la cocina del fondo , por la galería de los mosaicos , viste , por los rombos negros y blanco ; a los pensamientos del patio , a las marimonias que tanto cuidaste , a las margaritas del colibrí . A mis ortigas , las de todos , las mías y de los chicos , que amanecemos . Nos saluda su sonrisa , pero arrastra los pies , está muy cansado . Si, como te cuento , y no te rías como siempre . Todos los días de su tiempo , como vos y tu sonrisa , ese gesto permanente que no se desdibuja , como si fuera una foto ese gesto antes de entrar , de tener que informarle , de no poder hablar . De obedecer , de arrastrarse , porque es eso lo que hace , como nosotros cuando lo vemos , que quisiéramos correr. Si pudiéramos correr má, y agarrarlo de la mano , tironearlo , que se quede a jugar . Todas las veces , todos nuestros días , y los suyos , agua en un vaso y la pastilla en un platito , el de los dibujitos con ángeles azules te acordás ; y el cuadernito de tapa dura , ese es el que dice , porque no creas que lo dice él , no lo dice Amílcar , que los animales están bien gordos , si dijera vacas por lo menos , si son vacas no animales ; y que el trigo tiene la altura para la época , la forma , el color , y que se yo ; que el maíz va a ser rentable esta temporada , que a nosotros ni nos importa . Y el escribano , que ya tiene en sus manos los cheques para la compra del campo del norte ; y otro para el del sur , y , toooodos los campos que van a ser de él si sigue así la cosa . Y que ya se giró plata a su hijo en Buenos Aires , porque el nene , su nene , es lo menos que puede tener . Y nosotros ; y con nosotros nada , y que la señorita no ha llamado aún , esa gordita culona y toda pintada , la que te conté el otro día , la nueva ; y que la cuenta corriente está equilibrada ; que la camioneta esta lista . Y lo más mamá , lo peor , lo peor cuando le dice en tono mas bajo , yo lo veo , no lo sueño como vos vas a creer , no son mentiras má ; como con miedo , a esos ojos que le cuesta atrapar , sin leer , que ayer Domingo renovó las flores de la señora María , que leyó el diario con el abuelo Juan , y que tomó toda su leche , pobre abu , ya no me llevan a esa casa vieja de todos los viejos , vos sabés que no hay chicos como yo allí mamá , no hay chicos como yo por acá cerca . Y la perorata de siempre, la de que en la misa de once el párroco agradeció la obra de la parroquia , ese viejo que vino cuando vos te ibas a ir , y nunca mas vino , ni siquiera a manguear : en su nombre Señor Osvaldo , fue muy agradecido el padre Juan , parece que dijo . Viejo falso , el que dice que hay paraíso. Después claro , ahí si muy serio , se lo ve enojado , desde la ventana lo vemos , corremos la cortina , y sin la tonadita paraguaya , que ese malvado , el piloto , me parece verlo palmándolo en la espalda , que le avisó del avión , de ese monstruo , que le dijo que hoy trabajará por la casa , que estemos adentro . Porqué mamá, porque si hoy no hay viento , porque justo hoy que no hay viento . Señor le dice, lo peor es que lo trata así , como si lo mereciera . No doy mas mamá, y los chicos tampoco, y se van a ir, yo sé que de nuevo se van a ir , y vos sabes que no vuelven , vos lo sabes . Si por lo menos le contara, como nunca lo puede hacer , su amor por Dios y su devoción a él por sobre todas las cosas ; si le dijera eso , tal vez ; y ni que hablar de la importancia que para él tienen los Domingos y la misa , no se porque , pero , desde que se fué su Elvira , le debiera decir que él no tiene mas que a Dios , como me pasa a mí con vos mamita querida , si estuvieras ; porque hijos no pudieron tener , y aunque papá se lo ofreció , hogar propio nunca quiso , porque siempre dijo que nuestra casa es también la suya , y la de ella también , cuando estaba a nuestro lado . La única que me hacía la leche como vos era Elvira , el pan calentito , y también se tuvo que ir . No se cuando se va a poner firme , ó un poco mas firme , porque de los mandados en el pueblo tampoco le cuenta , en su único día libre ; el diario , el Fernet del boliche , la varilla de pan ; las cosas para el aparador de cedro , el que está en la cocina , el que mira a la ventana de las gallinas , te acordás , claro que si , si siempre te hablo de ellas . Ese gallo tuyo , si no fuera que es tuyo . Y yo le podría acomodar los cajones , la yerba y el azúcar en el estante , el salame casero , el frasco de miel , dulce de higos que a mi me gustan tanto ; y las papas , las cebollas , los tomates redondos , una calabaza , zapallo Anday , zapallitos , naranjas , y manzanas verdes , las bananas afuera , en los cajones de abajo viste . Una botella de vino también , aunque no es de tomar . Y el perejil , en una bolsita y también en el cajón , que cuando te vas te lo regala el verdulero , de yapa decía creo , seguro que te lo regala . Las cabecitas de ajo , me olvidé . Y así , mientras hago eso , vería sus libros , los que están en la alacena de arriba del aparador , o los que el me preste . En los días de viento , o cuando está el avión . Y las fotos en la mesadita de mármol , estamos todos allí arriba muy felices , reímos , abrazados , como era antes ; porque sola te tengo aca conmigo , en mi pieza , y nadie nadie sabe de tu sonrisa , siempre para mi , solo para mi , para tu hijito querido , y también para la caja de los chicos . Esos días que Amílcar pierde su mirada en el atardecer , en las nubes grises , en las violetas , o en el piso de ladrillos , o en el nogal , en vaya a saber que recuerdo . Ahora que recuerdo , el no le habla a Elvira como yo a vos , pero es que el cuadro está colgado en la pared , y parecería muy loco hablarle , es muy grande esa cara , y el también ya esta grande para esas cosas , él le habla a su Dios , se arrodilla , junta su manos , agacha la cabeza . No solo los domingos , en tu cuarto ahora cuelga una cruz , cuando lo limpia , en la pared vacía . Pero se miran, ese cuadro como que te mira siempre , pero no te sonríe como vos a mí . Tal vez por eso el está triste , por Elvira , por su mirada . Esos son los días que me gusta estar con el , porque nos protege , nos mima , y a los chicos los tapa con una manta , y que vean la luz a las gallinas de la ventana , y tienen aire también , y me libera un poco de estar siempre con ellos . A veces me habla de sus ideas , pero solo conmigo sabés ; como siempre fui su mimado , y aunque a ellos los respeta mucho , cuando se comen la lechuga se pudre todo , porque el dice que ellos tienen las ortigas , las de mis macetas , pero por mí les soporta todo porque sabe que son mis amigos Cuando habla de esas cosas , me pide que esté solo , pero yo le explico que ellos no entienden todavía de algunas cosas; y a mi también me gusta ser su confidente , de sus viajes a la selva , y de sus luchas , de sus días de mucho dolor . A veces pareciera que no puede olvidar . Yo lo escucho con mucho respeto , porque fue muy valiente en su juventud , y hojeo algún libro que me alcanza de arriba , vos sabés que todos son de un tipo de barba , y a veces le pregunto cosas , si lo lastimaron allá , si tenía amigos , si los ve ahora , o dónde están y que algún Domingo pudiera encontrarse con ellos , si no obedeciera tanto al Señor Osvaldo claro . No me explico como cambió tanto, con tantas valentías y ahora tan dependiente , tan servicial . Hay como fuego en la mirada de Osvaldo, cuando no parece que lo escucha , y a la mañana temprano peor . Treinta segundos de su silencio eterno, para soplar con la nariz , como un caballo furioso , para levantarse apurado, para ni siquiera pensar , para hacer ruido con sus botas . Si lo viera papá , si lo viera papá seguro que lo haría callar ; y si viera mi estado de ánimo , y el de los chicos ; y el de Amílcar ; si el me viera triste como estoy , seguro que lo mandaría a mudar . Todos hemos perdido su amistad , si es que alguna vez la tuvimos ; hasta yo llego a pensar que era porque en esta casa había familia , pero después de todo lo que pasó , todo cambió . Y eso que yo le explico a los chicos , pero ellos veo que igual se ponen mal ; y de verlo a Amílcar así . No se puede más , mamá , no damos más . Te cuento que las sandías , los melones ; no te quería contar todo , pero estoy con tanta bronca ; los chanchos , las gallinas . Los gansos mamá , que tanto los cuidabas; todos estamos mal . No hay granos de maiz , y hasta Amapola ya no quiere comer su alfalfa , yo creo que tiene mal gusto . Te acordás cuando le dábamos juntos de comer , nos hablaba con la cola , o nos mordía con esos dientes tan grandes , pero jugando , no te apretaba los dedos , jugaba , te lo besaba y se reía , y correr en su lomo , los dos , vos me apretabas mucho cuando cabalgábamos , las tardecitas de verano por el camino al cementerio , los eucaliptus , los tordos , los sapos cancioneros . Y los durazneros , no lo vas a creer , se han peleado con los pinos , vos sabes , de no creerlo ; es que ellos les reprochan que ya están viejos , y que ya no paran ni el viento ; y los álamos , también de a uno se van . Vos te levantas un día , y los ves que se van . Es increíble que se marchen por ese túnel que tanto les costó hacer ; y los chimangos , los acompañan muy enojados por supuesto . Eso si mejor que no los veas , te prometo que de eso no mas te voy a contar . Es que ese pájaro mamá , ese gigante no para de volar , hay días que parece que se va , pero vuelve furioso , y empieza de nuevo a vomitar , humo , humo , y más humo gris sobre el trigo , sobre nuestro pan . Y sobre los animales , y sobre los árboles , sobre todo lo que hay . Si no fuera por la galería cerrada , no se que sería de nosotros . Amílcar dijo que hoy venía y yo estoy muy enojado mamá , no quiero que este año mis amigos se vallan como siempre , ya con lo tuyo es mucho , y a papá casi ni lo veo , tiene tanto trabajo en la ciudad , que cuando a veces viene ; yo se que el tiene derecho a una nueva vida , que no se atreve a contar , pensará que no lo vamos a querer mas si nos dice , que se yo ; pero nosotros también queremos ser felices , y Amílcar , él también , yo se que es así , el vas a ver que no se va a ir . Si por lo menos supiera cantar , si ese pájaro cantara , ni eso sabe hacer , puro ruido de motor viejo , y humo , mucho humo . La decisión ya está , es por eso que te quería contar , y no puedo volver atrás , ya la tomé , y no quiero que te enojes , te lo cuento para que lo sepas , y porque a vos te cuento todo ; pero no me pidas que no lo haga , yo ya estoy grande para estas cosas . Aparte Amílcar no lo notará , no se va a dar cuenta , ya vas a ver . No quiero que te enojes mamá , no me quites tu sonrisa por favor , pero lo tuve que hacer . Ya lo hice , ya está , y no puedo volverme atrás . Por favor , sí . Te quiero mucho , y los chicos te van a querer más ahora , seguro , .seguro que así va ser , cuando les cuente a ellos todo va a ser distinto . Y cuando te cuente que pueden volar . Le cambié la pastilla al platito mamá , al de las nueve que te conté . Me levanté mas temprano, y le puse una de las tuyas , las que guarde para si una vez . Las escondí ese maldito día tuyo , en el frasco de las bolitas , y así . Si ya se que te vas a enojar, pero ya está. Pero espera má, espera, quédate acá , no te vayas . Serán los álamos que vuelven, que raro porque hay mucho viento . No , es la yegua que me llama , los chicos ya lo advirtieron . Seguro que es eso, espera que cierro las ventanas .
Beso má. Mañana te cuento más.
Jose Luis Zamparo
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Publicado en Sugerencias. el 30 de Julio, 2012, 11:15
por MScalona

mañana martes 31 DE JULIO
largometraje Fogwill, el último viaje, de Gustavo Mota,
el martes a las 20.30 en El Cairo"
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Publicado en Cuentos el 29 de Julio, 2012, 23:36
por MScalona
Cecilia, una mujer
La vi con la cara hundida en el hueco que formaban sus manos. Lloraba o gemía, no sé bien. Se metió en el ascensor, como escapándose de mis ojos. La puerta se cerró y me quedé parado, mirándola, sin verla exactamente como otras veces. La caja metálica se detuvo en el primer piso. Esperé. Escuché el ruido de la puerta cerrándose. Después subí. Antes de llegar al octavo pensé en volver, en golpear esa puerta. Me quedé en casa y me distraje con una lata de cerveza y un cigarrillo. Felipe dormía sobre las sábanas de mi cama revuelta. Me tiré en el futón, y me quedé dormido.
−Cecilia!!!,¿otra vez llorando?, Soledad extendió sus brazos sobre mí, abrazándome , a modo de calma. Me acercó contra su pecho cálido, su pecho de siesta maternal. Era la mayor. Era mi amiga, además de mi hermana. Después sirvió dos vasos de coca, nos reímos, nos quedamos sentadas en el balcón, viendo ese atardecer rojizo de enero morirse detrás de una estructura en construcción. Cerré los ojos, queriendo adormecerme, queriendo huir, anhelando que la realidad fuese un sueño finito, imprudente, arriesgado. Los ojos de mi padre, la ley; una profesión, una buena familia, un porvenir brillante; un mandato, un ahogo, una rebelión. Mi madre, las manos blancas y finas, uñas prolijamente arregladas, un té a beneficio en la Fundación (famoso purgante de culpas de la gente "bien" ) la misa obligada del domingo; pollera larga, cuello de broderí, zapatos de taco bajo, una señora de la sociedad. ¡ Cecilia! Dijo Paula exaltada, que acababa de llegar, arrancándome pronto de un sueño profundo. _ Fuimos a Villa Diego, recorrimos bares, kioscos, talleres de motos, y nada, nada de nada. Soledad escuchó atenta el relato, después dijo que todo iría bien, y se puso a preparar una pizza. Ramiro se había vuelto a Santiago del Estero, hasta fines de marzo que empezaban las clases. Era un alivio en medio de la tormenta.
Me acuerdo de ese día. Me desperté cerca de la una. Era un sábado agobiante, típico de enero, pero afortunadamente el cielo se estaba cubriendo de nubes. Preparé el mate, galletitas, y reposera en mano, me fui a la terraza. Habíamos hecho de este ámbito de baldosas rojas, un pequeño solárium, con una manguera que usábamos a modo de lluvia y nos ofrecía algún respiro. Me encontré con Soledad y después llegó Esteban, que vivía en el séptimo. Preparamos el mate, las reposeras y una lona con redondeles azules simulando mantel. Hubo charla; la sociedad, los boliches, la "previa", los encuentros y desencuentros, la música, la risa, los hombres, las mujeres, la vida. Yo que había cumplido treinta y tres, y andaba por la vida con el destino a la deriva, entre las noches de alcohol, una cama cualquiera, una mujer cualquiera, después de mi última separación. Supe que se llamaba Cecilia, que algunos días venía a la terraza, precisamente en horarios que yo trabajaba, en los que nadie estaba. Hubiese querido más…, pero ya Cecilia me decía un montón. ¡ Qué ganas tenía de comerme esta mina!
Me desperté temprano, antes de que el reloj descolgara su campanilla musical en la habitación silenciosa. Sentía una ansiedad intensa recorriéndome la piel; tenía turno en la Martin, era mi primera ecografía. Elegí una camisola ancha con flores de verano y una pollera de algodón que mamá me había traído en la última visita. Salimos con Paula; tenía dos meses para pensar, para mentir, para inventar, "…pasó esto, no supe, no pude, dejé la carrera, se fue, me dejó, en qué quilombo me sentía envuelta!...", si dos meses exactos.
La segunda quincena de enero me fui, o tuve que irme, me daba igual. Un viaje pagado a "la feliz" con otros que como yo, andaban con los ladrillos de la vida en la mano, sin saber dónde ponerlos. Fueron dos semanas; a mí me parecieron un año. Dos semanas de Andrea o Sonia o Manuela, días de llovizna, otros con nubes, noches de borrachera, no sé, ya no me acuerdo. Un año esperando para verla de nuevo, repitiendo su nombre en el silencio.
¡ te pico la pendeja ¡ ¿porque no te la coges ? Toca el timbre, háblale Ale, andá , me dijo Juan, después de subir al colectivo. _Ya voy a ir, es que parece tan frágil, tan sensible, que no me animo!
¡ no seas cagón boludo! ¿Qué pensás , que se va a romper? dijo Juan, burlándose a carcajadas de mi ilustre cobardía.
Cerré los ojos, para no escucharlo más y me quedé dormido. Llegamos. Era viernes de madrugada y un aire espeso pegajoso se impregnaba en la piel; no había duda, estábamos en Rosario. A Felipe se lo había llevado mi tía Marta. Estaba solo, completamente solo. Prendí un cigarrillo y me entretuve mirando el humo esfumarse por las endijas de la ventana.
Sofía, Valentina, Julieta, jugábamos a elegir el nombre. Sentadas alrededor de la mesa ratona del living, los anotamos en papelitos; uno, dos, tres, diez posibilidades y después hicimos el sorteo. Un sorteo que se repitió varias veces, uno tramposo, el otro fraudulento, hasta que fue el correcto, el elegido. De algo estaba segura, Valentina llegaba en seis meses y de esto no había vuelta atrás. Era noche de sábado y una llovizna persistente rompía sobre la ciudad.
− salgamos a festejar, dijo Paula, con cara de tía.
− si el tema son los viejos, cómo lo van a tomar, el despelote que se va a armar, agregué, aunque empezaba a sentirme un poco más animada
− todo pasa, se van a tener que acostumbrar, y tal vez, hasta les guste, dijo Sole, después salimos.
Yo llegaba, ella salía; volví a salir. Caminó, caminé unos pasos más atrás. Se detuvo, me detuve, seguimos. Miré con insistencia, con asombro; una panza incipiente que asomaba debajo de una camisa estrecha. Daba la impresión de una panza con ojos y boca y pies; una panza que latía y debía tener nombre; una panza totalmente inesperada para mí. Llevaba unos sobres en la mano. Se metió en la Martin. Esperé en la placita mirando a unos pibes que jugaban a la pelota, me quedé arbitrando la partida desde mi silencio, al resguardo de una sombra verde. Me gustaba y quería saber más. Esperé cerca de dos horas, o algo menos. No estaba sola.
−Soledad! Me animé a decir
hola Ale, contestó ella mientras sentí un gesto que me invitaba, que me absorbía; y de golpe me vi cerca, tan cerca, que pude sentir su perfume maternal y su mirada ancha, relajada, regalándome desde sus labios rojos una sonrisa enorme. (qué bestia la pendeja!), me dije para mis adentros. Sugerí un taxi, eligieron caminar. Compré tres latas de coca cola.
Me contaron que eran de Santiago del Estero, aunque yo ya lo sabía. Provenían de una familia de abogados, pero ella, justamente ella, no quería Ley, no quería orden ni religión. Estudiante de arte, _"una carrera para pasar hambre", decía su padre, _ "cosa de vagos", dijo su madre. Y ahora Valentina! En casa me esperaba el tablero de dibujo, un plano para el lunes, y un proyecto a medio terminar. Nos despedimos en el ascensor y arreglamos mates en el solárium el sábado a la tarde. Recliné mis antebrazos sobre el tablero y pude ver mi mano dibujando una belleza, pero no una belleza cualquiera, sino una belleza de mujer sensual.
Invité a los chicos a comer, le dije a Sole, buscando en su rostro esa inmensa sensación de complicidad. El verano se iba en su tren lento y húmedo, y las hojas marrones crocantes de los árboles se arremolinaban imprudentes en un ángulo del balcón. Me gustaba la mano de Ale rozándome la piel con avanzada ternura, su mirada transparente que se quebraba junto con la mía en disimulados choques, su preocupación sobre Valentina. Empezaba a sentirme íntegra, segura, de que tal vez, alguien podía ser el padre, alguien podía cubrir esta falta y pude imaginar la cara de mis padres frente al nuevo desafío de abuelos, y todo comenzó a ser un poco menos terrible. Preparé dos docenas de empanadas; Ale llegó primero y después Esteban que afortunadamente al igual que yo, ya no lloraba por lo perdido. Esa noche tardé en dormir. Cuánto más lo intentaba, mis ojos peleaban rebelándose, deteniéndose en la negritud del cielo de un otoño subversivo.
Desde temprano había estado dedicado a poner las cosas un poco en orden, la cena casi lista, la música precisa, las ganas todas, aunque su condición de futura madre contenía en mi ese torrente de pasión desenfrenada que me despertaba. La pasé a buscar a la hora acordada. Esta vez tomamos un taxi. La tarde amenazaba con sus grises de variada intensidad en el horizonte. Esperamos un rato, hablamos, estaba tan cerca que podía percibir ese perfume. Después entró sola, preferir esperar en el corredor.
Volvimos, y la noche mostraba sus manos frías y su capa lluviosa. Cenamos y el sonido de una música sedosa me fue acercando hasta su cuerpo de curvas delicadas. Pude percibir la humedad de su piel desnuda, me fui deleitando con el sabor dulce de su cuerpo, caliente, caliente, me la fui comiendo, dócil, toda y cada una de sus partes con mi boca furiosa, desbocada, hasta penetrarla, derramándome dentro suyo, cuando un pensamiento, una duda, un ataque me invadió desde lo más profundo. " ¿ quién era ese, el otro, ese que había llegado antes, y yo no conocía? , esa incógnita creciente, ese que me obligaba a retirarme, a contraerme, a degradarme!, mi esperma inútil ahí! , dejándome tirado en un costado de la cama, perdiendo mi intimidad y hasta mis palabras.
Me quedé con mis ojos cerrados, tranquilos; comenzaba a sentir que ya no estaba sola, y eso era, en este momento, quizá lo que más me importaba. Después me quedé dormida, reclinada sobre su hombro.
El padre cargó unos bolsos en el baúl del auto. La vi de lejos subiéndose al auto, redonda, pesada. Apuré la mano de Sonia y la invité a subir. Fue la última vez que la vi.
Carla Caterina
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Publicado en Sugerencias. el 29 de Julio, 2012, 22:22
por MScalona
martes 31 de julio, 21 hs.
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COMUNICADO DE TRES CABEZAS PRODUCCIONES PARA EL MARTES 31 DE JULIO DEL CORRIENTE.- Art.1 Se creará el evento Ciclotimia F19 en Jekyll & Hyde como acto simbólico de nuestro pase a la ilegalidad como resistencia al régimen del Dr. Ravenna Art.2 Se designará a la Comandante CECILIA MOHNI y a la camarada ANA MARIA RUSSO para las actividades literarias. Art.3 La tendencia RIORDAN IRISH FOLK (R.I.F.) se hará cargo de mandolinas, violines, tambores, gaitas y toda otra arma necesaria para musicalizar la jornada co ...Ver más |
Mitre 343 (esq Pasaje Zavala), 2000 Rosario
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Publicado en Sugerencias. el 29 de Julio, 2012, 22:17
por MScalona
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Publicado en Cuentos el 29 de Julio, 2012, 0:41
por MScalona

MENTIRAS PIADOSAS
Desde mi casa hasta la placita de los caminitos de tierra en donde hacemos interminables carreras, hay cuatro cuadras. De pavimento. El barrio es tranquilo y ninguna madre dice que no, si queremos andar en bici por donde nos dé la gana. Hay sol y hace frío. Estamos en la vereda y jugamos a fumar con ese humito que nos sale de la boca, a hacer willy en la rampita de la esquina, a tirar piedras contra las chapas de la construcción de en frente. Es temprano y todavía nos queda mucho rato para jugar. Agustín y yo somos vecinos y amigos inseparables. Aunque a veces él es bastante agrandado conmigo.
- A que te gano…
- Calláte, si siempre fui más rápido…
- Si, pero con esa bici pedorra que tenés, no le sacás ventaja ni a tu vieja…
Cuando me dijo eso me quedé mudo, y me dio hasta vergüenza. Porque Agustín tiene razón: mi bici es vieja, era de mi hermana y está toda floja, en cambio la de él… Todo lo de él es más grande, más nuevo y más lindo que lo mío. A mí no me importa, pero hay veces en que tengo ganas de decirle que se meta la wi, la pile y la bici en el culo. De verdad que no me importan esas cosas, ni la ropa, ni las zapatillas, ni nada. Yo también tengo lo mío y la paso bien. Lo que me revienta es que me gaste con sus comparaciones, qué se cree. Él pesa veinte kilos más que yo y nunca le digo que es un gordito. Es así y listo. No me importan esas cosas, lo que a mí me importa es que pronto vendrá la Navidad y seguro que el Niño Dios me trae algo copado. Seguro.
Ayer entré en la pieza de mi hermana, cosa que tengo terminantemente prohibida, y vi la bicicleta, medio escondida detrás de la puerta y tapada con unas camperas. Es roja, como yo la quería. Primero me puse contento porque al fin voy a poder salir con Agustín y que me deje de joder con que la bici de él es nueva y cromada, pero después empecé a darme cuenta de muchas cosas. Porque yo creía que los regalos los traía el Niño Dios.
Pienso que si me mintieron en esto de los regalos, que al último es algo lindo, con las cosas feas me deben mentir todavía más. Imagínate, debe haber un montón de cosas que no sé de esta casa: qué hacen cuando yo no estoy, dónde están los dientes que me hicieron creer que se llevó el ratón, qué cosas dicen de mí cuando yo no escucho. Me siento como un nenito tonto ahora, me siento apartado de los demás, afuera de un montón de secretos. Me da rabia y ganas de llorar. O de preguntar a gritos qué es esto de la bici escondida. Pero capaz que me inventan otra mentira. No sé. Creo que voy a tener que andar con los ojos más abiertos.
Por ejemplo, tengo casi diez años y no sé muy bien de qué trabaja mi papá. Él me dice que hace negocios, o que tuvo una reunión. Qué se yo, a lo mejor junta diarios y cosas viejas en la calle y después las vende como me contó la abuela que hace ese hombre que vimos el otro día revolviendo nuestra basura. A lo mejor vende cosas casa por casa, como esos chicos que a veces tocan el timbre ofreciendo medias, o ganchitos para colgar la ropa. Y no me dice nada porque le da vergüenza que yo vea que no tiene una oficina o un trabajo importante, como el papá de Agustín que es médico y todo el mundo lo saluda con una sonrisa exagerada y anda siempre en unos autazos increíbles. Yo lo veo salir temprano y volver tarde, siempre cansado. Y siempre le dice a mamá que la plata no le alcanza. Y casi nunca tiene tiempo de jugar conmigo un rato a la pelota, siempre enchufado en la compu o pendiente del celular o cansado, mirando el noticiero con una cara de muerto que me da miedo hasta hablarle. A veces pienso que no le gusta mucho estar en casa, siempre con ese humor, siempre por gritar o mandarme a dormir. Igual me gustaría saber de qué trabaja. Me parece que le voy a pedir que me lleve un día al trabajo, o le voy a caer de sorpresa. Así veo dónde es, y qué es lo que hace. ¡La alegría que le voy a dar!
Y mamá también. Ahora que lo pienso cuando me dice que va al doctor a hacerse un control capaz que vaya porque tiene algo grave, de esas enfermedades que no se te notan nada y de un día para el otro te morís. No debe querer contarme para que yo no me ponga triste. Debe ser feo que se te muera tu mamá. Levantarte un día y no verla nunca nunca nunca más en toda tu vida. Ni escucharla, ni sentirle ese olor a mamá que tiene y que me parece que se me infla el pecho cuando me abraza y me besa, pero no le digo nada porque ya estoy grande y ella capaz que si sabe eso se le da por abrazarme y besarme en cualquier lado, hasta en la puerta de la escuela: mirá si Jazmín ve que soy un tontito nene de mamá y no me da más bola. O capaz que cuando va a hacer los mandados y no me trae ni los chocolates ni el autito que le pedí, no sea porque no haya de verdad, sino porque no tiene plata. No sé. Ella sale y vuelve siempre quejándose, que qué caro está todo. Que la gente está loca. Y siempre anda nerviosa, como si nada le saliera bien. Y lo primero que le dice a mi hermana cuando ve que va a abrir la boca es ahora qué me vas a pedir. Te creés que tengo la maquinita, yo. Y mi hermana con que tiene un cumpleaños de quince y no se quiere poner el mismo vestido y mi mamá con que entonces no vaya, que todo no se puede. Capaz que somos muy pobres, o que toda la plata que gana mi papá haciendo no sé qué vaya a aparar a la farmacia porque mi mamá está enferma. Además ella nunca se arregla, ni se pinta ni se pone perfume. Está siempre como para irse a la cama, cansada. Decí que igual es hermosa hermosísima, porque si no quién te dice que mi papá empieza a mirar chicas en la calle.
No sé. Me podrían contar todas estas cosas que por ahí pasan en mi casa. Lo mejor va a ser que le pida a mamá que me lleve al trabajo de papá, algún día, de pasada cuando ella salga a hacer los mandados. De paso hago las dos cosas: veo cómo es eso de que la plata no le alcanza para nada, y si va a la farmacia o al súper, y conozco el trabajo de mi papá. Me parece que es una buena idea. Además si me intereso en eso, van a ver que ya no soy tan nenito y empiezan a tenerme más en cuenta y a contarme algunas de esas cosas de grandes y a entender que ya no hace falta que me digan ninguna mentira.
Por ahí a mi abuela le molestaba que la Rosi, mi gatita, no hiciera nunca caca y pichín en las piedritas y los desparramara por el patio, y entonces la regaló, o la envenenó, y a mí me dijo que la gata se escapó. No sé. Me parece que los gatos no se van. ¡Justo a mí me vino a tocar una gata que se va de la casa! Además por qué se iba a ir, si acá le dábamos de comer y todo. Y yo la acariciaba todo el tiempo que podía, y la dejaba dormir conmigo. Y ella tan feliz y modorrienta en las caricias. No sé. De todos modos eso ya no voy a poder saberlo: la gata ya no está, muerta o desaparecida. Y nadie va a querer ayudarme a investigar eso, con todos los problemas de grandes que parece que hay en esta casa.
Y ahora que estoy pensando en todo esto, capaz que mi hermana también me miente. Ella debe saber cosas de grandes que a mí no me dice: por lo menos seguro que sabe lo del Niño Dios, si no la bici no estaría en su pieza. Y andá a saber, por ahí es mentira que se va estudiar a lo de Marina a la tarde, y en realidad se va por ahí a hacer cosas con el novio, como vi en esa película que pasaron la otra noche y que mamá cambió justo en lo mejor, con esa costumbre que tiene de decidir qué quiero o no mirar en la tele. Por eso a mi papá no le gusta mucho Germán, debe sospechar que él y mi hermana hacen cosas. Además ella se la pasa diciendo que ya es grande y que puede hacer lo que quiera. Qué se yo. O a lo mejor ni a la escuela va, y se pasa el tiempo tirada en el cordón de la vereda fumando y hablando pavadas con las amigas. No sé. Y capaz que no dice nada porque sabe que la van a retar, o capaz que todos saben que hace eso y no me dicen a mí para no darme el mal ejemplo. Ahora me parece que no sé nada y que todos me deben ocultar alguna cosa.
Igual, de todo esto lo que más me intriga es lo del trabajo de papá. Saber por qué siempre llega tan tarde, tan cansado, con esa cara de perro. Que mi hermana se arregle. Después de todo se la pasa diciendo que me odia y que era mejor cuando yo no había nacido.
Todos me deben mentir.
Primero se lo pedí a mi mamá, pero ella me dijo que no, que no le gustaba ir a la oficina, que estaba muy ocupada, que lo último que quería en la vida era verle la cara a esa gata.
- ¿La Rosi está en la oficina?- pregunté yo, feliz de pronto.
- No tontito- me dijo ella, mientras me tocaba la cabeza y se sonaba la nariz, aunque no estaba resfriada.- No me hagás caso. Son pavadas que digo a veces. Lo que pasa es que a tu papá no le gusta que me meta en sus cosas. Por eso no te puedo llevar. Él dice que la casa es la casa y el trabajo es el trabajo y que no hay que mezclar.
- ¿Y qué hace papá en el trabajo?- intenté sacar alguna información, aunque sea.
- Tu papá ordena los papeles de la gente que tiene empresas y negocios, les dice cuándo tienen que pagar los impuestos, cuánto les tienen que pagar a los empleados, y esas cosas. Es un trabajo muy cansador, porque tiene que prestar mucha atención para no equivocarse y porque a la gente no le gusta tener que pagar. Por eso siempre viene cansado y un poco malhumorado. Es un trabajo muy difícil el de tu papá.
- Entonces debe ganar un montón de plata, ¿no?
- Más o menos… depende de lo que gaste. -Esto lo dijo con un gesto raro, estirando los labios como si quisiera hacer una sonrisa planita, de esas que significan más una queja que una alegría.
- ¿Depende de qué?- seguí insistiendo, aunque sé que mi mamá empieza a ponerse nerviosa con tanta pregunta.
- Depende de cosas que vos no entendés- me dijo hablando cada vez más fuerte y más rápido-hay un montón de cosas que vos no entendés y que ni te imaginás y por eso pretendés que todos bailemos a tu alrededor como si no tuviéramos ningún problema, y querés la pelota, y el chocolate, y el autito y no te importa nada de nada de lo que les pasa a los demás. Basta. Andate a jugar.
Y la dejé con esas cosas raras que le da por decir. Con esos nervios que le brotan de la nada. Decí que nunca se le va el olor a mamá, y que después, cuando se le pasa la loca, vuelven los besos y todo está bien otra vez. Pero hay que aguantarla cuando se pone así…
- ¿Me llevás al trabajo de papá?
- Ni loca, nene. ¿Te creés que no tengo nada que hacer?
- Pero si no estás haciendo nada… siempre estás boludeando en la compu o con el celular… Dale. ¡Llevame!
- No, pesado, te dije que no. ¿Por qué no crecés un poco y vas solo?- esto me lo dijo moviendo rápido y cortito la cabeza de una lado a otro y apoyando los dientes de arriba sobre los labios de abajo al terminar la pregunta.
Me revienta cuando se hace la grande.
- No sé dónde es- le confesé avergonzado.
- Tomá- y me dio uno de esos papelitos amarillos autoadhesivos que pega por todas partes con el nombre del novio.
-¿Vos creés que ya soy grande?
- No, sos un chiquilín, por eso te estoy haciendo las tostadas, si no te las harías solo, ¿no?
-Me las puedo hacer, pero me gusta que me las hagás vos. Así charlamos un rato.
-Tenés razón. ¿Ves? Esa es una respuesta de grande. ¿Y se puede saber para qué querés ser grande, vos?- mi abuela nunca dejaba de hacer cosas mientras hablaba, pero nunca se distraía ni te preguntaba otra vez qué le habías dicho.
- Qué se yo. Para saber cosas…-no quería decirle que sospechaba que me había hecho desaparecer a la Rosi, pero sí que ella supiera que yo lo sospechaba.
-¿Qué cosas?- ahora sí me miró, y dejó las manos quietas cerca de la manteca.
- No… cosas. Qué se yo… qué hace mi papá, por qué siempre anda como enojado, qué cosas la harían reía más a mamá, dónde estará la Rosi- lo largué así como de última, mezclado con otras cosas.
- Mirá nene, hay cosas que mejor no saber. Hay cosas que mejor creerlas así como vienen. Si te las vas a pasar averiguando todo te vas a volver loco y seguro te vas a poner triste porque vas a encontrar algo que no te guste.
- ¿Pero entonces hay que dejarse mentir?- esto se lo dije apenas, porque se me hizo un nudo como de sapo muerto en la garganta.
-Mentir, mentir, no… pero creer alguna cosita, o dejar pasar otras, puede ser.
- ¿Vos sabés por qué mamá anda siempre triste?
-No. No sé nada. Te dije que hay cosas que mejor ni preguntar.
Después de esta merienda a mi abuela ni se me ocurrió pedirle que me lleve. Además, desde que la sospecha homicida cayó sobre ella, prefiero que no pasemos mucho tiempo a solas; después de todo siempre me anda retando porque dejo la ropa y las zapatillas tiradas, y a la Rosi la retaba por la caca y el pichín desparramados. Se ve que tiene algo contra el desorden. No creo que sea capaz de envenenarme, pero sí de imponerme alguna forma de tortura, como ir a visitar a la tía Eugenia y su penetrante olor a Mary Stuart.
La cosa es que agotadas las posibilidades familiares, le pedí a Agustín que me acompañara. Fuimos en bici, yo en la vieja, porque la nueva va a estar escondida en la pieza de mi hermana hasta Navidad. El trabajo no es tan lejos, la calle es la misma que la del club y, por la numeración, le calculamos unas diez cuadras. Enseguida llegamos.
Reconocí el lugar porque afuera estaba el auto de mi papá. Era una casa de dos pisos. La puerta estaba abierta y la gente entraba y salía todo el tiempo. Así que no nos fue difícil entrar, presentarnos, preguntar a la secretaria por mi papá y caminar hacia su oficina. Todo era tan lindo. Tan moderno y limpio. Las alfombras, los sillones, los cuadros, la gente bien vestida que iba y venía. Me dio como cierto orgullo delante de Agustín que esa fuera la oficina de mi papá. Yo ya le había dicho que él era contador, y que eso era importante y difícil, tanto o más que ser médico, porque si te equivocabas en algo una empresa podía fundirse y un montón de empleados quedar en la calle y otra que epidemia iba a ver: hambre y pobreza iba a ver. Capaz que le exageré un poco, pero un poco se lo merece. Yo estaba entre contento y excitado, pensaba que mi papá se iba a morir de la alegría con semejante sorpresa… yo, que casi no voy a ningún lado solo, me las había arreglado para ir hasta su oficina, nada más que para sorprenderlo. La puerta era la última al final del pasillo y estaba cerrada. No se escuchaban voces y supuse que mi papá estaba concentrado en alguna carpeta, o sacando cuentas, o llenando formularios incomprensibles para la gente común. Supuse que no iba a poder creer verme ahí, solo, y que me iba a hacer pasar y a darme una chocolatada para mí y para Agustín y que nos iba a mostrar el lugar y que yo me iba a reventar de contento. Y que íbamos a pasar una mañana inolvidable, única, que después él iba a contar siempre en las reuniones familiares: la anécdota de cuando solito lo fui a saludar a la oficina, y le di una sorpresa tremenda. Empujé la puerta, y sí que lo sorprendí: mi papá, una mujer, los dos demasiado cerca, una blusa a medio desprender, dos caras nerviosas y un qué hacés acá, nene, por qué no golpeás la puerta antes de entrar.
Salí corriendo con Agustín atrás y con el corazón en la boca. No sé lo que sentí. Miedo, vergüenza, ganas de vomitar. La cara amargada de mi mamá. La cara de perro de mi papá. La blusa desabrochada. La gata. La bici escondida. Mi cabeza revuelta.
Cuando llegué a casa mi papá ya estaba ahí. Pálido. Sonriente. Nervioso. Me pidió que lo acompañara no sé dónde. La tarde terminaba helada, y yo tenía un frío como adentro, y fuimos caminando hasta el kiosco de la estación de servicio. Yo casi nunca salgo a esa hora y casi nunca camino con mi papá. Pero esta vez él me lo pidió y yo, aunque soy chico, enseguida me di cuenta de que era para hablar de eso. Igual no iba a empezar la conversación. Fui callado, pateando una piedrita. Sin mirarlo.
-Y qué se dio por ir esta tarde a la oficina. Nunca habías ido- Me pareció que se quería hacer el bueno conmigo.
- Nada…
- Cómo nada…
- No, nada… qué se yo… fui.
- Mirá… yo trabajo todo el día, mucho, con muchas preocupaciones. Es un trabajo aburrido el mío. Y lleno de problemas.
- Sí, ya sé, no importa…- Yo no quería hablar. Yo quería irme a mi casa a mirar tele o a hacer nada hasta que mi mamá me mandara a la cama. Quería que ella me acompañara a dormir y me diera uno de esos besos con olor a mamá que hacen que se me pase todo. Quería estar en otro lado, porque mi papá, así, me daba como un dolor en la panza, y otra vez ese sapo atravesado.
- Lo que pasa es que a veces tengo tanta presión que necesito distraerme un poco, viste…
Y ahí él empezó a decir cosas que escuché y que entendí por la mitad. A mí me dolía la panza y quería llorar, y no quería que me hablara así, como a un grande, al final no quería. Él hablaba y hablaba y de paso, como si nada, me dijo lo del secreto entre hombres, lo de las mentiras piadosas, lo de que a veces hay que mentir un poco para que los otros estén felices… Me dijo esto: que no todas las mentiras son malas, que a veces no hay que contar todo, porque podemos hacer sufrir a los demás. También me dijo que mi mamá sufría mucho de los nervios y que había cosas que mejor no supiera, que si la queríamos teníamos que cuidarla para que ella estuviera contenta…no sé si entendí todo.
Lo que sí sé es que el Niño Dios no me trae los regalos, que nunca me trajo ningún regalo. Y capaz que mi papá y mi mamá me los compran y me dicen que me los dejó el Niño Dios para que no me entere de que él no me quiere. Quién te dice que eso de comprar los regalos y hacernos creer que son de parte del Niño Dios sea como una mentira piadosa: mentir para hacerle creer a los otros que te quieren, mentir para que todos estemos felices… Ahora estoy algo confundido.
Ahora que lo pienso no creo ni que mi papá venda cartones, ni que mi mamá esté por morirse ni que mi hermana se drogue en la calle en vez de ir a la escuela, ni que mi abuela haya matado a la Rosi. Ahora que lo pienso capaz que lo único que quieren hacer es que yo esté contento el día de Navidad con mis regalos, y que piense que el Niño Dios es bueno, aunque la bicicleta me la hayan comprado ellos. Una mentira piadosa, como la que me pide mi papá para mi mamá, para no amargarla. Hacerme un poco el tonto, como hace mi abuela. Mi papá me dijo que todos decimos de esas mentiras. Yo nunca lo había hecho, pero cuando vea la bicicleta me voy a sorprender mucho y voy a decir que qué bueno es Jesús. Y aunque no tenga ganas porque va a ser tarde y voy a comer mucho de todas esas cosas ricas que hay para Navidad, y porque me voy a acordar de las tetas de la mujer que estaba con mi papá y de la cara de amargada de mi mamá, y de que lo más lindo en la vida es el olor que ella tiene, me voy a subir a la bici, se la voy a ir a mostrar a Agustín y voy a dar muchas vueltas por el patio y por la vereda.
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Virginia B.
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Publicado en De Otros. el 28 de Julio, 2012, 12:40
por MScalona

Amos Oz, Jerusalem, 1939
A través de nosotros
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Antes de perdón, está libre la silla, antes de el color de tus ojos, antes de qué quieres tomar, antes de soy Rico y me llamo Dita, antes del roce de una mano en un hombro, eso pasó a través de nosotros como una puerta entreabierta durante el sueño.
De "El mismo mar" pag. 43 Ediciones Siruela 1999 Versión de Raquel García Lozano

Cálculos
En la calle Amirim el señor Danon aún está despierto. Las dos de la madrugada. En la pantalla del ordenador las cuentas mal hechas de una compañía cualquiera. ¿Error o fraude? Busca. No encuentra. Sobre una servilleta bordada un viejo reloj tictaquea. Se viste. Sale. En el Tíbet ya son las seis. Olor a lluvia sin lluvia en la calle de Bat Yam. Vacío. Silencio. Viviendas. Error o fraude. Mañana lo veremos.
De "El mismo mar" pag. 22 Ediciones Siruela 1999 Versión de Raquel García Lozano

Chandartal
Mana. Se detiene. Fluye. Sale y de nuevo se detiene. Un manantial vacilante en el patio del monasterio.
Es la región de Ladakh, «la tierra de los hijos de la luna». Has llegado aquí por el río de la luna, el Chandar, a través del lago Chandartal.
Tiksa se llama el pueblo, Tiksa Gumpa se llama el monasterio, y la mujer se llama María. Eres al único que recuerda.
El que besó sus pies. Y se refiere a ti. Tú. Acércate a mí. ¿Sabías que aquí en Ladakh
existe la costumbre de casar a una novia con dos o tres hermanos? Eres al único que recuerda.
Fluye. Vacila. Se para y vuelve a salir. Un manantial en una esquina del patio del monasterio.
La piedra aquí no está tallada está revocada de blanco y rojo el monasterio se llama Tiksa Gumpa y María se llama la mujer. Acércate
a mí. No temas. Te estoy hablando a ti. Esta noche mis labios abrirás. Esta noche estaré contigo. Tiksa Gumpa se llama el monasterio y el lago se llama Chandartal.
De "El mismo mar" pag. 140 Ediciones Siruela 1999 Versión de Raquel García Lozano

Dita en voz baja
Mi mano en el heno de tu pecho envejecido recoge paja para hacernos un nido
* * * * *
Pero Albert la detiene:
Su mano suave en el heno de mi pecho. Sobre su mano mi mano arrugada. Ella con mi soledad. Yo con su soledad. En el porche. De pie. El mar quita el mar da. Una fina silueta y una pequeña sombra. Una sombra arrepentida. Se gira. Huye. El mar da el mar quita.
De "El mismo mar" pag. 225 Ediciones Siruela 1999 Versión de Raquel García Lozano

El narrador copia expresiones del diccionario
Quien ha jugado con fuego, quien ha prometido el oro y el moro ha perdido la senda, ha perdido los estribos y está con la soga al cuello. No ha conseguido vivir como un rey. Ha pasado más hambre que un perro. Le ha tocado. Los años se le han echado encima, ha recibido su castigo, las desgracias nunca vienen solas. Ahora estampará su firma. Dará su conformidad.
De "El mismo mar" pag. 94 Ediciones Siruela 1999 Versión de Raquel García Lozano

El pájaro del lecho del mar
Un poco antes de morir un pájaro sobre una rama me sedujo. Narimi me rozó su pluma me rodeó por completo con una placenta de mar.
Mi viudo por las noches disuelve su lecho, adónde se ha ido el amor de su vida. Mi huérfano se ha marchado lejos a descifrar enigmas. Esposa niña, tú eres la mujer de los dos, tuyo es mi camisón tuyo es su amor. Mi carne se ha consumido. Ponedme como sello.
De "El mismo mar" pag. 109 Ediciones Siruela 1999 Versión de Raquel García Lozano
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Publicado en homenaje el 26 de Julio, 2012, 21:22
por MScalona

-1-
Calle Florida, túnel de flores podridas. Y el pobrerío se quedó sin madre llorando entre faroles sin crespones. Llorando en cueros, para siempre, solos. Sombríos machos de corbata negra sufrían rencorosos por decreto y el órgano por Radio del Estado hizo durar a Dios un mes o dos. Buenos Aires de niebla y de silencio. El Barrio Norte tras las celosías encargaba a París rayos de sol. La cola interminable para verla y los que maldecían por si acaso no vayan esos cabecitas negras a bienaventurar a una cualquiera.
Flores podridas para Cleopatra. Y los grasitas con el corazón rajado, rajado en serio. Huérfanos. Silencio. Calles de invierno donde nadie pregona El Líder, Democracia, La Razón. Y Antonio Tormo calla “amémonos”. Un vendaval de luto obligatorio. Escarapelas con coágulos negros. El siglo nunca vio muerte más muerte. Pobrecitos rubíes, esmeraldas, visones ofrendados por el pueblo, sandalias de oro, sedas virreinales, vacías, arrumbadas en la noche. Y el odio entre paréntesis, rumiando venganza en sótanos y con picana.
Y el amor y el dolor que eran de veras gimiendo en el cordón de la vereda. Lágrimas enjuagadas con harapos, Madrecita de los Desamparados. Silencio, que hasta el tango se murió. Orden de arriba y lágrimas de abajo. En plena juventud. No somos nada. No somos nada más que un gran castigo. Se pintó la República de negro mientras te maquillaban y enlodaban. En los altares populares, santa. Hiena de hielo para los gorilas pero eso sí, solísima en la muerte. Y el pueblo que lloraba para siempre sin prever tu atroz peregrinaje. Con mis ojos la vi, no me vendieron esta leyenda, ni me la robaron.
Días de julio del 52 ¿Qué importa dónde estaba yo?
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2-
-
No descanses en paz, alza los brazos, no para el día del renunciamiento sino para juntarte a las mujeres con tu bandera redentora lavada en pólvora, resucitando.
No sé quién fuiste, pero te jugaste. Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo, metiste a las mujeres en la historia de prepo, arrebatando los micrófonos, repartiendo venganzas y limosnas. Bruta como un diamante en un chiquero ¿Quién va a tirarte la última piedra?
Quizás un día nos juntemos para invocar tu insólito coraje. Todas, las contreras, las idólatras, las madres incesantes, las rameras, las que te amaron, las que te maldijeron, las que obedientes tiran hijos a la basura de la guerra, todas las que ahora en el mundo fraternizan sublevándose contra la aniquilación. Cuando los buitres te dejen tranquila y huyas de las estampas y el ultraje empezaremos a saber quién fuiste. Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva, única reina que tuvimos, loca que arrebató el poder a los soldados. Cuando juntas las reas y las monjas y las violadas en los teleteatros y las que callan pero no consienten arrebatemos la liberación para no naufragar en espejitos ni bañarnos para los ejecutivos. Cuando hagamos escándalo y justicia el tiempo habrá pasado en limpio tu prepotencia y tu martirio, hermana. Tener agallas, como vos tuviste, fanática, leal, desenfrenada en el candor de la beneficencia pero la única que se dio el lujo de coronarse por los sumergidos. Agallas para hacer de nuevo el mundo. Tener agallas para gritar basta aunque nos amordacen con cañones.
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María Elena Walsh
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Publicado en relatos el 25 de Julio, 2012, 20:47
por MScalona

La persistencia de la mirada
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Leyendo en un parque termal, con un cielo transparente de tan azul, el horizonte apoyado sobre la ruta 14 no es más que una escenografía. Todo es escenográfico y está ahí sólo para ser contado. El mundo no es nada hasta que alguien lo mira, lo siente y subsiste cuando lo toma la palabra. Así persiste la mirada. Papá, cuándo haga calor, ¿vamos a venir a la pileta?, pregunta una nena que nos estuvo espiando mientras Sebastián y yo nos besábamos. ¿A qué hora se puede tomar mate?, le había preguntado yo. El me dijo que de cuatro a siete y me empezó a besar despacito. La nena salió corriendo como un pájaro cuando me incorporé para tomar un mate (ya eran más de las cuatro). Todos los que están ahí, actuando en silencio mientras garabateo palabras para escribir alguna vez este relato, podrían ser personajes. Hombre gordo, chica joven de piernas chuecas, viejita con bastón de madera, chico de la mano de su amigovia; mujer madura bien conservada, hombre maduro mal conservado, bebé sobre una toalla que parece alfombra mágica. Me gusta el juego de mirarlos a contraluz, coloreados por los arco iris que arma el sol en mi pelo. Busco a Sebastián en la pileta. Es único, pero desde donde estoy, detrás de una lona transparente, podría ser cualquiera. Le gusta mucho estar en el agua, creo que tanto como a la nena que nos estuvo espiando. Ahora escucho hablar a los personajes que, con simulada indiferencia, se confiesan para mí (¿y para otros?). Cuando Sebastián sale del agua se pone una bata azul y empieza a diferenciarse del resto. El sol perdió de nuevo y yo quiero escribirlo.
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Gabi Gervasoni
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Publicado en Ensayo el 24 de Julio, 2012, 23:50
por MScalona
cómo se engendra un monstruo.

No todos los escritores tienen la suerte de que un asesino, que acaba de cometer un crimen histórico, esté leyendo tu mejor novela en el momento de ser detenido. Es más. Hay que ser un autor privilegiado, bendecido por los dioses, para que el famoso asesino se llame Mark David Chapman, quien disparó cinco balas de punta hueca por la espalda a John Lennon, después de pedirle un autógrafo, en el vestíbulo del edificio Dakota de NY, el 8 de diciembre de 1980 y una vez vaciado el cargador del revólver 38 especial se siente tranquilamente en un bordillo de la acera a leer El guardián entre el centeno, esperando a que llegue la policía y en su descargo confiese que él no había hecho otra cosa que acomodar su vida a la de Holden Caulfield, protagonista de la novela. “Esta es mi confesión”, exclamó Chapman exhibiendo el libro, mientras era esposado.
Las ventas dela novela de J. D. Salinger, ya de por sí millonarias, se dispararon una vez más. Una nueva oleada de lectores asaltó masivamente las librerías al saber quela historia llevabauna carga suficiente como para borrar del mapa a John Lennon, héroe de una rebeldía enla que sereconocían varias generaciones de jóvenes. En ese momento J. D. Salinger había hecho de su fuga y anonimato una de las obras de arte que consagran definitivamente a un escritor. Vivía refugiado en una granja de Cornish y llegar hasta él era una misión tan difícil como encontrar un mono en Marte, siempre que el explorador fuera un periodista, biógrafo, crítico literario o editor, pero no una jovencita admiradora o una becaria dispuesta a ser pasada por las armas. Mark David Chapman había asesinado a Lennon buscandola fama; en cambio J. D. Salinger se había hecho extremadamente famoso por no querer serlo y haberse convertido en un ser invisible.
El escritor Salinger, el asesino Chapman e incluso el asesinado John Lennon tenían algo en común con Holden Caulfield, el protagonista de El guardián entre el centeno, un chaval de buena familia, que se movía como un tornillo suelto en el engranaje de la sociedad neoyorquina de aquella época, cuando la gente se sentía feliz en medio de la plétora de tartas de frambuesa que trajo la victoria enla Segunda Guerra Mundial. Salinger, Chapman, Lennon, Holden, los cuatro habían sido adolescentes sarcásticos, rebeldes, inconformistas e inadaptados y se habían comportado con un desparpajo irreverente con los mayores, ya fueran padres, profesores o simples predicadores de la moral de consumo. Los cuatro fueron expulsados del colegio. Los cuatro odiaban los ritos, las costumbres y los gestos del orden constituido, para ellos todo el mundo era idiota, una actitud que en algunos acaba cuando desaparece el acné para convertirse en señores respetables, a otros les incita a escribir o a tocar la guitarra hasta transformarse en artistas y a otros les lleva a encargar un revólver por correo y usarlo contra el héroe de sus sueños. Los cuatro habían pasado por YMCA, la organización religiosa juvenil. Allí Marc David Chapman estuvo encargado de cuidar de los niños, un trabajo que ejercía a la perfección, hasta el punto de que le pusieron Nemo de sobrenombre; la misma y única aspiración manifestó también Holden Caulfield al final del relato, la de vigilar a unos niños mientras jugaban entre el centeno. En el YMCA un amigo le dio a leer a Chapman la novela de Salinger y el futuro asesino decidió ordenar su vida según la del protagonista mientras en Chicago tocaba la guitarra en iglesias y locales nocturnos cristianos.
Salinger nació en NY el 1 de enero de 1919, hijo de un judío llamado Salomón, descendiente a su vez de un rabino que, según las malas lenguas, se hizo rico importando jamones. En realidad Salomón Salinger fue un honrado importador de carnes y quesos de Europa. La compañía Hoffman para la que trabajaba estuvo envuelta en un escándalo, acusada de falsificar agujeros en los quesos de bola, pero de ese lío salió indemne Salomón quien acabó viviendo en un lujoso apartamento de Park Avenue entre la alta burguesía neoyorquina. Allí el adolescente Jerome David Salinger comenzó a sacar las plumas. Después de ser expulsado del colegio McBurney entró como cadete en la academia militar de Valley Forge donde empezó a escribir iluminando el cuaderno con una linterna bajo las sábanas unos relatos cortos que durante años mandó sin éxito a las revistas satinadas. Después ingresó enla Universidadde NY y siguió escribiendo, seduciendo a chicas adolescentes a las que a la vez despreciaba. Era un joven elástico, rico, inteligente, esnob y sarcástico. Se comportaba como el propio protagonista de su novela, el Holden Caulfield enfundado en un abrigo negro Chesterfield que envidiaban sus compañeros. Las chicas se volvían locas con él, mientras luchaba denodadamente por ser famoso, pero hubo una que le fue esquiva, Oona O’Neill, la hija del famoso dramaturgo, a la que escribió mil cartas de amor hasta de Charles Chaplin, 40 años mayor que ella, se la birló para hacerle seis hijos.
El caso de Salinger es sintomático. Ningún aprendiz de escritor luchó tanto por sacar cabeza buscando el éxito, nadie como él realizó tanto esfuerzo por colocar los relatos cortos en las revistas que habían consagrado a otros famosos escritores en cuyo espejo Salinger se miraba, Fitzgerald, Hemingway, Capote. A la vez nadie era tan quisquilloso y peleaba hasta la agonía con los directores de esos medios, The Story, Saturday Evening Post, Bazzar’s, y sobre todo The New Yorker. Nadie buscó con tanto ahínco la fama y a continuación, al verse aplastado por ella, buscó refugio bajo tierra como si se tratara de un bombardeo cruel de una guerra ganada.
Antes de este tormento del éxito Salinger viajó a Europa pensando en hacerse mercader de quesos. Después se alistó en la Segunda Guerra Mundial. Participó en el desembarco de Normandía, mientras todo su carácter y experiencia se lo iba transfiriendo en la imaginación al personaje de ficción que lo haría célebre. En 1951 publicó El guardián entre el centeno, paradigma del desasosiego juvenil y cuatro años después vino al mundo el monstruo que engendró la novela, cuando Salinger ya había huido del mundo, se había metido en un agujero y se había hecho discípulo de Jesús, de Gotama, de Lao-Tse y de Shankaracharya hasta convertir su anonimato en una leyenda, una fuga que no le impedía degustar en secreto de mujeres cada vez más jóvenes.
Chapman nació en Fort Worth, Texas en 1955, cuando el protagonista Holden Caulfield empezaba a arrasar en todas las librerías. El padre de Chapman era un sargento de la Fuerza Aéreade Estados Unidos, y su madre, Kathryn Elizabeth Pease, era una enfermera. Él dijo que vivía con miedo de su padre cuando era niño. En la mañana del 8 de diciembre de 1980 Chapman salió del hotel Sheraton donde estaba hospedado, dejó su documentación en la habitación para facilitar el trabajo a la policía, se dirigió a una librería de la Quinta Avenida, compró la novela de Salinger y bajo el título añadió su firma a la del autor. La mañana del crimen el asesino había visitado el lago de Central Park, que estaba helado, y como Holden Caulfield, se había preguntado adónde habrían ido a parar los patos. Con el crimen no trataba sino de escenificar escenas de El guardián entre el centeno. Fue sentenciado a prisión entre los veinte años y la perpetuidad. Sigue encarcelado en Attica Correctional Facility, en Attica, Nueva York, después de haber sido denegada la libertad condicional en seis ocasiones. El monstruo en la cárcel y el autor de la ficción condenado por la fama a vivir bajo tierra hasta la muerte. Esta es la historia.
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J. D. Salinger: cómo se engendra un monstruo. Texto: Manuel Vicent. Babelia. El Pais.com. 24.09.2011.
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Publicado en De Otros. el 24 de Julio, 2012, 14:18
por MScalona

FIMA
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A las doce oyó en las noticias que, aquella mañana, un joven árabe había sido alcanzado y muerto por una bala de goma que al parecer había salido del fusil de un soldado en el campo de refugiados de Yebalia en un incidente con lanzamiento de piedras, y que su cuerpo había sido sustraído del hospital de Gaza por unos encapuchados y las circunstancias estaban siendo investigadas. Fima reflexionó un rato sobre la forma de dar la noticia. Sobre todo le pareció detestable la expresión "muerto por una bala de goma". Y se enfureció por las palabras "al parecer". Luego se irritó, de forma más general, por el uso de la forma pasiva que cada vez era más dominante en el lenguaje de las declaraciones oficiales, y quizás en el lenguaje en general.
Aunque es posible que un sentimiento de vergüenza, de bendita y saludable vergüenza, sea lo que nos impida decir simplemente: un soldado judío ha disparado y ha matado a un chico árabe. Por otra parte, ese lenguaje contaminado nos inculca sin cesar que el fusil es el culpable, las circunstancias investigadas son las culpables, la bala de goma es la culpable, como si todo el pecado fuese culpa del cielo, como si todo estuviese predeterminado.
Y de hecho, pensó, ¿quién sabe?
¿Acaso no hay una magia latente en las palabras "culpa del cielo"?
Al final se enfadó consigo mismo: ni magia ni latente. Deja en paz al cielo.
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Amos Oz, Fima. Ediciones Siruela/Debolsillo. Traducción de Raquel García Lozano. Fotografía: AP.
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Publicado en Sugerencias. el 20 de Julio, 2012, 21:08
por MScalona
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ESTE DOMINGO 22 DE JULIO,
14 hs. por Canal 3, una reseña de
Nuestro Taller en el programa de tevé
de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO.
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Publicado en Aguafuerte el 20 de Julio, 2012, 13:44
por MScalona

Mitologías
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En una mañana soleada y fría pero tan irreal como el clima adentro de un banco, me pregunté porqué a veces asociamos ideas o voces que parecen tan ajenas entre sí. El espacio no es tan grande pero las cintas en caracol ocupan más lugar que las personas que pueden albergar; si no fuese por las conversaciones, hubiera fantaseado con arena y aguas cálidas. Con los abrigos puestos, algunos hablan de política, de lo mal que está todo; porque el gobierno provincial quiere... y otros miran pacientemente el indicador de la caja que lo va a recibir tras los vidrios opacos que nos resguardan de la inseguridad, de la mirada inquieta del vecino que hace malabares para poner tanto dinero en un sobre y después se queda conversando en la vereda, porque seguramente alguno de sus interlocutores ya compró a diez centavos menos de lo que los va a pagar él. Y otros, con la paciencia ancestral del que esperó toda su vida llegar a fin de mes para cobrar su salario, espera que su salario le alcance hasta el próximo mes, que el mes siguiente haya trabajo, y ahora espera que el médico lo atienda, los jóvenes lo escuchen, y su jubilación esté tras ese vidrio y su nieto no se fastidie por el tiempo que está perdiendo ya que ninguno de los dos entiende mucho este mundo de lazos virtuales; sólo esperan.
Miro el reloj, son las diez y media, sé que voy a demorar bastante; así que con una calma inspirada en un cuento oriental escucho las voces, porque como alguna vez leí, es preciso perderse para empezar a escuchar. Algunas personas no hablan o no se las escucha. La señora que está justo delante de mí, con su saco de lana tejido a mano muchos años atrás, saca un pañuelo plegado como si fuese un secreto. Con un susurro casi, se queja del frío que hacía esta mañana, cuando salió de su casa, que está a muchas cuadras de aquí, y del viento. A su derecha, separados por la cinta azul, tan simbólica, que parece una frontera entre dos mundos, un señor de mediana edad, ciudadano de este lado, el de las urgencias, el lado del mundo que tiene problemas porque no puede comprar los diez mil que quiere o los tiene que pagar muy caros y encima tienen que dar tantas explicaciones por un simple viaje a Dubai, pero le vienen a medida los conceptos de “voz, salida y lealtad” de la mercadotecnia. Desde allí escucho la palabra amarok y otra vez, la asociación. Pienso en ese nombre y en los animales, quizá porque éstos siempre han formado parte de la vida del hombre y los esquimales cuentan que este lobo gigantesco “caza y devora a cualquier cazador tan tonto como para cazar de noche”, y caza solo, no en manada, como los lobos reales.
Avancé unos cuantos pasos sin darme cuenta porqué me quedé en la mitología. El grupo de actores había cambiado; si cerraba mis ojos tenía la sensación de estar frente a aquel escenario giratorio del Opera detenido por cuarta vez en la noche y al mismísimo Cameron presentando a los personajes.
Hay una relación entre ellos que trato de descubrir; mejor dicho, entre ellas, porque son en su mayoría mujeres. De pronto me doy cuenta: el tiempo las relaciona y las palabras las separan. Unas dependen de ese tiempo porque en él se reconoce ciudadanía, en él obtienen algunos bienes necesarios, asignaciones, cuenta bancaria o simplemente la tarjeta de Cristina. Otras están apuradas, les preocupa el tiempo en que su dinero estará disponible, el que están perdiendo para hacer una operación mientras el auto está mal estacionado y el que les demanda reunir la documentación que ahora les están pidiendo porque se le ocurre al gobierno (que todo lo hace difícil), y el listado sigue y otra vez, la palabra que las separa...el nombre de un animal, equino, femenino; siempre cercano a la vida de los hombres, del tango y hasta de algunas letras de rock, sensual y despreciativa. Siempre llama la atención el entramado del lenguaje, los sustratos sobre los cuales se edifica el intento de borramiento a través de la descalificación, la vivencia desde lo femenino. No resulta nueva la relación amor-odio; la idealización y lo negado, ese templo desconocido donde se protege lo que no se dice. También Eva supo de esa colección de adjetivos y sustantivos aunque quienes los usaran con más vehemencia luego pudieran votar por primera vez por una ley impulsada por ella. Este patrimonio del lenguaje no pertenece a un solo género, varones y mujeres han creado una galería por donde desfilaron ejemplares de nuestra fauna como narrativa de la vida política. Así supe del peludo, la tortuga, la morsa, el tigre, me contaron de aluviones y de gorilas, de zoológicos, aunque recuerdo que de pequeña nunca me gustaron los zoo, ni los circos con animales; por el contario me daban mucha tristeza.
Era cerca del mediodía, cuando salgo a la calle, no estaba Pegaso ni el carro de Aurora y el viento frío del sur era bienvenido y también el recuerdo de esos libros de mitos y leyendas cuyas historias escuchábamos de niños con los ojos abiertos como un sol. Subo al auto y en la radio estaban transmitiendo en cadena el discurso de la Presidenta y no sé, por un momento volví a pensar en Marguerite Yourcenar y aquella frase de la carta que una vez leyó: “Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo”.
ZULMA
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Publicado en De Otros. el 20 de Julio, 2012, 12:09
por MScalona

Gabriel Celaya,
1911-1991, España
la poesía social y Facebook
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Recuerdo a Gabriel Celaya, de quien el 18 de marzo se conmemoró el centenario de su nacimiento, en la Feria del Libro de Madrid de 1977. Acompañado de su inseparable Amparitxu, firmaba libros en una de las casetas más concurridas. Acababa de publicar Itinerario poético, una antología preparada y prologada por él mismo y una larga fila de lectores, entre los que yo me encontraba, esperaba el turno para recibir su firma y su dedicatoria. Era en los albores de la Transición, a muy pocos días de la celebración de las primeras elecciones democráticas después de cuarenta años de dictadura y Celaya -como Blas de Otero- venía acumulando, desde la década de los sesenta, una bien merecida fama de referente de la resistencia antifranquista y de la literatura comprometida. Sus espléndidos poemas ‘La poesía es un arma cargada de futuro’ o ‘España en marcha’, de su libro Cantos iberos (1955), eran inseparables de un estado de conciencia colectiva claramente favorable a la ruptura, a la libertad y a la democracia. En aquellos días (en aquellos años) las potencialidades movilizadoras, críticas de la poesía de Gabriel Celaya, aunque cuestionadas por el culturalismo novísimo, mantenían un significativo peso en el mundo cultural: eran los tiempos en que Bertolt Brecht compartía cartel en Madrid o Barcelona con los dramas de García Lorca, en que cada estreno de Buero Vallejo era un acontecimiento y en los que los sectores culturales implicados en el cambio combinaban las visitas a los salones de actos de los colegios mayores de la Universitaria (el flamenco, el jazz o el folk se alternaban con lecturas de los versos de Celaya, Otero, Gloria Fuertes, Ángela Figuera, de algunos poetas del 50 o de un Carlos Álvarez que acababa de publicar su memorable Aullido de licántropo) con la asistencia a manifestaciones o con la firma de manifiestos de toda índole. Celaya, que fue candidato a senador por el PCE en Guipúzcoa en junio de 1977, atravesó la Transición en un discreto segundo plano, fue premio Nacional de las Letras en 1986 y alcanzó a ver el comienzo de la década de los noventa. Sin embargo hoy, cuando se conmemora su centenario (nació el 18 de marzo de 1911), su presencia en los medios es infinitamente menor que la de otros grandes (y no tan grandes) escritores de nuestra lengua. ¿Se corresponde, ese vacío, con un descrédito de lo social en literatura y con la creciente presencia del yo, de la subjetividad y del apoliticismo? ¿Tiene que ver con la pérdida de sentido de una poesía comprometida en la realidad democrática española? Es probable que la razón de ese olvido se encuentre, a la vez, en la respuesta apuntada en ambos interrogantes. Sin embargo, su poesía alcanzó un nivel de calidad nada desdeñable, especialmente la que escribió a principios de los años sesenta: su tono conversacional y directo influiría en el tono que marcó la poesía de algunos autores posteriores. En la obra de Ángel González, José Agustín Goytisolo o Jaime Gil de Biedma son visibles ecos de la dicción, el tono, la ironía y la atención a lo cotidiano del Gabriel Celaya de libros como Tranquilamente hablando (1947), Las cosas como son (1949) o Los poemas de Juan de Leceta (1961) -editado por Carlos Barral en la colección Collioure, por cierto-. Pero Gabriel Celaya no limitó su obra poética a esa perspectiva: fue un escritor inconforme también en el plano lingüístico, en el de la reflexión existencial, en el de la indagación metafísica. Son, a ese respecto, memorables algunos poemas de sus libros más tardíos Buenos días, buenas noches (1976) o El mundo abierto (1986). ¿Poeta olvidado? Quién sabe. En todo caso, no es malo que hoy, a la luz del centenario, nos preguntemos qué fue de la poesía social y de los poetas sociales y cuánto de su proteína vive en la lírica del siglo XXI. Por lo que parece, Celaya todavía respira. No es difícil constatarlo: en Facebook se ha abierto una página que, al poco de ser creada, ya ha superado con creces el millar de seguidores. Tal vez los jóvenes habitantes de Internet estén marcando un camino.
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Manuel Rico. Escritor y crítico literario. Con su última novela, Verano (Alianza, 2008), obtuvo el Premio Ramón Gómez de la Serna 2009. Acaba de aparecer una nueva edición, corregida y revisada, de La mujer muerta (Rey Lear, 2010).
-02-04-2011
www.elpais.com
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Publicado en De Otros. el 19 de Julio, 2012, 13:50
por MScalona

La trilogía involuntaria
Con “Aire de Dylan” parece completarse la serie de novelas donde el escritor catalán construye sociedades secretas. Una vuelta a los mejores años de su literatura.
Revista Ñ
por Mariana Sandez
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A Vila-Matas le gusta decir que Aire de Dylan es la más personal de sus novelas, su libro más libre. Hace pensar en ella como una posdata, no por restarle valor, sino al contrario, porque es diferente y da lugar a un desvío. Enuncia lo que se quiso decir todo el tiempo y se deja para el final. Parece escrita por otra voz. Y porque una posdata tiene, por cierto, un aire más leve; en relación a su contexto, es más íntima.
Quizás se deba al tono confesional y nostálgico del narrador, ese que suele asemejarse al autor catalán y que aquí coincide hasta en el zodíaco. Uno que se define como escritor demasiado prolífico, de vida gris, empeñado en que tarde o temprano dejará de escribir y desaparecerá, como ha repetido incansable sobre sí mismo y sobre sus “personajes Vila-Matas”.
O porque tiene un registro más narrativo, menos ensayístico, opinaron algunos críticos. Hay mayor dosis de ficción, no tanta realidad, completaron otros. Como si pudieran contabilizarse los grados de ficción y de realidad, de ensayo y metaliteratura, de intertextualidad y autorretrato, de cita y pastiche, de impostura y de máscara, de humor, ironía y absurdo, que combina visceralmente en cada libro. Acaso lo nuevo, entonces, tenga que ver con la trama quebradiza, que se deja llevar desordenada como la vida, confirma el autor. Pero sobre todo con el tono teatral, desenfrenado, suelto que utiliza: “Algunos entran muy tarde en el teatro de la vida pero cuando lo hacen parece que entren sin brida y directos ya hasta el final de la obra. Ese es mi caso”, corrobora la primera frase de la novela.
Es que esta vez el autor de Doctor Pasavento le otorga un espacio central a las artes del teatro y el cine, tiñéndolo todo de una actitud escénica. Para ello trazó un juego de espejos con el psicodrama de Elsinor, Hamlet. E hizo del príncipe (Vilnius Lancastre) un tipo que es casi una copia de Bob Dylan, con algo de Rimbaud y de Lovecraft, aunque tiene mucho de Oblomov, el protagonista del autor ruso Goncharov: el “indiferente al mundo por excelencia” y “un ideólogo de la desgana”. El padre (Juan Lancastre) ha sido un hiperproductivo y exitoso escritor, que atormentó al hijo con exigencias y que, muerto, le infiltra sus memorias. La horrible madre ha hecho que su amante asesine a su ex marido, como en Shakespeare, y luego destruyó la autobiografía de aquel hombre famoso, idea que Vila-Matas toma de un cuento de Tabucchi, pero que también se nutre de dos novelas de Nabokov y Sterne.
En oposición al modelo paterno (y a toda la cultura del esfuerzo de nuestro tiempo), Vilnius se convierte en un artista de la inacción y sólo se dedica a gestar su Archivo General del Fracaso, así como a recuperar las automemorias de su padre para convertirlo en el ser más ridículo, imitando la actitud de Francis Scott Fitzgerald contra un productor de cine. Junto a su novia Débora Zimmerman (el apellido original de Dylan), le darán la espalda al sistema de un modo que “no sólo podían empezar a considerarse una sociedad infraleve, sino que, en homenaje a Duchamp, esa sociedad podía llamarse Aire de Dylan, lo que les permitía imaginarse a sí mismos como una gota de cristal que contendría la esencia de su tiempo, ligado en arte al mundo de Bob Dylan, creador escurridizo y hombre de tantos personajes y personalidades”. Tras conocerlos, el narrador (Vila-Matas mismo), que había decidido dejar de escribir, vuelve a considerar hacerlo por última vez para contar esta historia, a través de las memorias apócrifas del “rey” muerto que le encargan.
Hay una fuerte mise-en-scène intencionalmente disparatada en esta novela que remonta a su Historia abreviada de la literatura portátil (1984), donde una sociedad de poetas shandys de los años 20 conspiraba alrededor de una literatura portátil, ligera, y de la vida como una obra de arte que se lleva puesta. Muchos de ellos, artistas sin obra que luego llenaron las inolvidables páginas de su Bartleby y compañía (2000). Los detractores lo tacharon de light, de usar sus libros como juguetes post modernos sin trama ni hondura, donde amontonaba citas sin consistencia ni seriedad.
Vila-Matas reconoce una linealidad entre estos tres libros, y siente Aire de Dylan como un diálogo con el autor que fue en aquella época. En ese sentido, la de hoy parece también una respuesta a los críticos de entonces, una réplica con altura, desde el lugar indiscutible que ocupa hoy en las letras. Porque este libro es esencia vilamatiana, pero pronunciado con una risa que suena a carcajada. Como Vilnius y Débora, defiende su derecho a dar la espalda, a seguir un estilo propio, a divertirse escribiendo un libro libre y a resultar liviano. A darse el lujo de crear un gran dinosaurio en miniatura, como llamó a su Historia abreviada, paradigma de la levedad, como también podría llamarse a una posdata.
Una última cuestión: presten atención a la web del escritor, www.enriquevilamatas.com, su más ambicioso gesto hipertextual, un universo de cajas chinas, un lugar para permanecer, una Casa para siempre.
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Publicado en Humor el 18 de Julio, 2012, 23:06
por MScalona

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BOMBACHAS SÍ, LIBROS TAMBIÉN...
gracias a las bombachas se han escrito muy buenos libros
(por ejemplo DESGRACIA, que vimos anoche...) y ademàs,
también, gracias a los libros, se han escrito (en) maravillosamente
muchas bombachas... o sea...
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Publicado en De Otros. el 18 de Julio, 2012, 18:17
por MScalona

18 años sin Bukowski
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En el verano de 1994 Heinrich Karl Bukowski murió de leucemia. Tenía 73 años. Había nacido en 1920 en Andernach, Alemania, pero pasó la mayor parte de su vida en Los Ángeles, Estados Unidos. Tuvo una infancia marcada por la violencia familiar, el ambiente patriótico norteamericano de la Segunda Guerra y una infección de acné que le dejó marcas en la cara para toda la vida. Su afición al boxeo, las bibliotecas y los hipódromos, se reflejó continuamente en su obra. Empezó a escribir cuentos siendo muy joven. Tras la primera publicación de uno de sus relatos en una revista durante 1944, se alejó de la literatura y cayó en el alcoholismo. Publicó poesías y relatos cortos en revistas underground hasta que, a los 49 años, después de haber trabajado los últimos veinte como repartidor en el correo, decidió dedicarse solamente a escribir. Su primera novela fue Cartero (1970). A ésta le siguieron otras cinco, protagonizadas por Henry «Hank» Chinaski, su alter ego. Obras que no tardaron en ser exitosas para convertirlo en un escritor de culto.
El lenguaje marginal y violento que caracteriza su escritura está fuertemente influido por la atmósfera urbana de Los Ángeles. Se lo vincula a los escritores de la Generación Beat por el parecido en el estilo y la actitud. Con más de cincuenta libros, incontables relatos cortos y poemas, es una referencia para muchos autores contemporáneos. A quince años de su muerte, Charles Bukowski es el representante más celebrado del realismo sucio.
Diez poemas de Charles Bukowski – 1920-1994
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me calentaba
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ella me calentaba, me calentaba tanto que no quería que nadie más la tuviera si yo no llegaba a tiempo ella se hubiera ido y yo no hubiera soportado eso me volvería loco... era estúpido, lo sé, pero estaba atrapado con ella, estaba atrapado.
repartí todas las cartas y después Henderson me puso a andar de noche en un camión viejo del ejército, una mierda que empezó a calentarse a mitad de camino, y la noche continuó conmigo pensando en cómo me calentaba Miriam y saltando dentro y fuera del camión llenando bolsas de correo. el motor seguía calentándose la aguja de la temperatura estaba al tope caliente, caliente como Miriam. saltar adentro y afuera tres envíos más en la estación esperando para que Miriam y yo entráramos y ella se sentara en mí con un whisky cruzando sus piernas y moviendo los tobillos. dos paradas más el camión parado por el semáforo, era el infierno patearlo de nuevo tenía que estar en casa a las 8, las 8 era lo máximo que Miriam toleraba hice el último envío y el camión media cuadra desde la estación... iba a arrancar, iba a arrancar... cerré las puertas, puse la llave y dejé la estación... tiré las llaves... el camión de mierda se detuvo por el semáforo grité corrí por el hall, puse la llave en la puerta, la abrí... estaba su vaso de whisky, y una nota:
hijo de puta: esperé hasta las 5 después de comer no me amás sos un hijo de puta alguien va a amarme estuve esperando todo el día
Miriam
me serví un trago y dejé correr agua en la bañera había 5.000 bares en la ciudad y yo recorrería 25 buscando a Miriam su osito de peluche violeta sostenía la nota apoyada en la almohada le di un trago al oso, uno a mí mismo y dejé que el agua me calentara.
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Algo para los revendedores, las monjas, los empleados de supermercado y para vos... -
tenemos todo y no tenemos nada algunos hombres lo hacen en iglesias otros rompen mariposas por la mitad y otros lo hacen en Palm Springs metiéndoselas a rubias con almas de Cadillac cadillacs y mariposas nada y todo, la cara se derrite con el último respiro en un sótano de Corpus Christi. hay algo para los revendedores, las monjas, los empleados de supermercado y para vos… algo a las 8 de la mañana, algo en la biblioteca, algo en el río, todo y nada. en el matadero algo llega corriendo colgado por un gancho y lo hacés balancear uno dos tres y así tenés $200 por la carne muerta los huesos contra tus huesos algo y nada. siempre es suficientemente temprano para morir y siempre es demasiado tarde, y el remolino de sangre en la pileta blanca ya no te dice nada y los sepultureros juegan póquer en el café de las 5 a.m., esperando que el pasto pierda la escarcha ellos no te dicen nada. tenemos todo y no tenemos nada días al borde del vaso y el olor imposible del musgo del río, que es peor que la mierda; días de ajedrez con ataques y contrataques, con un interés maricón: da lo mismo la derrota que la victoria; días lentos como mulas hoscas y barnizadas por el sol que trabajan con desprecio subiendo por un camino en el que un loco espera sentado entre jaulas de codornices y azulejos mientras huele un burro de piel escamosa. pero hay días buenos también días de vino, gritos y peleas en callejones, de piernas redondas de mujer abalanzándose sobre tus entrañas con sus gemidos, presagios en las plazas de toros que gritan Madre Capri como diamantes, violetas que brotan de la tierra para que olvides a los soldados muertos y a los malos amores. días en que los niños dicen cosas alegres y brillantes como salvajes que se comunican a través de sus cuerpos y corren de arriba a abajo sin límites ni cheques, ni ideales, ni posesiones, ni opiniones disparatadas. días en que podés llorar todo el día encerrado en un cuarto verde, días en que podés reírte del panadero porque sus piernas son muy largas, días para observar detrás de la cerca. y no hay nada, nada sólo días de patrones y hombres enfermos con mal aliento y pies grandes hombres como ranas, como hienas hombres que caminan como si la música no existiera hombres que piensan que es inteligente contratar y despedir empleados y amasar fortunas hombres con mujeres tan caras como 60 hectáreas de tierra fértil que presumen y se apartan de lo inútil hombres que te matarían sólo por hacer una locura y que se justificarían desde su propia LEY hombres que se asoman por ventanas de siete metros de ancho y no ven nada hombres con yates de lujo que navegan alrededor del mundo pero nunca se sacan las manos de los bolsillos hombres como caracoles, como anguilas, como babosas, pero ni siquiera eso. y no hay nada. cobrás tu último salario en el muelle, en la fábrica, en el hospital, en una armadora de aviones, en una feria, en una peluquería, en donde sea. no querés pagar los impuestos de renta, no querés enfermedades, servilismo, brazos rotos ni cabezas destrozadas, todo se va a la basura como una almohada vieja. tenemos todo y no tenemos nada algunos lo hacen bien por un tiempo pero después se rinden les llega la fama, el hastío la edad, una dieta balanceada, la tinta les quema los ojos, los hijos van a la universidad, aparecen coches nuevos se quiebran la espalda esquiando en Suiza aparecen nuevas opciones políticas, nuevas esposas o simplemente caen de manera natural en decadencia. el hombre que viste ayer enganchándose diez rounds o bebiendo tres días y tres noches en las montañas de Sawtooth, ahora está abajo de una sábana o junto a una cruz o una piedra o viviendo una decepción cargando una Biblia, unos palos de golf o un portafolio: cómo ceden todos esos que creíste que nunca cederían. días como éstos, como el de hoy. tal vez la lluvia en la ventana trate de decirte algo. ¿qué viste hoy? ¿qué es esto? ¿dónde estuviste? a veces los mejores días son los primeros a veces los de en medio, otras los últimos. los terrenos baldíos no están tan mal, las iglesias europeas que ves en tarjetas postales no están mal. las personas en los museos de cera congelándose hasta la esterilidad no están tan mal son horribles, pero no están mal la artillería, pensá en la artillería pesada. y las tostadas del desayuno, en el café bien caliente que hace que sepas que tu lengua sigue en su lugar. tres geranios en la ventana tratan de ser rojos tratan de ser rosas, tratan de ser geranios. no me importa que a veces las mujeres lloren, no me importa que las mulas no quieran subir la montaña. estás en un cuarto de hotel en Detroit buscando un cigarrillo. otro día maravilloso, un poco más de eso como cuando las enfermeras salen del hospital al terminar su turno, hartas, ocho enfermeras con diferentes nombres y diferentes destinos. cruzan el patio algunas quieren una taza de chocolate y papel otras un paño caliente, otras un hombre, otras apenas pueden pensar. es suficiente y no tanto. arcos y peregrinos, estrías de naranjas, helechos, anticuerpos, pañuelos descartables.
a veces en los momentos más amables y de sol hay un humo liviano que sale de las urnas y sonidos metálicos de los viejos aviones de combate y si entrás y pasás el dedo por el borde de la ventana vas a encontrar mugre y hasta tierra y si mirás por la ventana vas a quedarte todo el día, y como si envejecieras, vas a seguir mirando y mirando babeando un poco ah, no, quizá algunos lo hacen bien naturalmente otros de maneras obscenas en cualquier parte.
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El estilo -
el estilo es la respuesta a todo es el camino fresco para alcanzar un día aburrido o peligroso. hacer algo aburrido con estilo es mejor que hacer algo peligroso sin estilo. hacer algo peligroso con estilo, es lo que yo llamo arte. una pelea de toros puede ser arte. el boxeo puede ser arte. amar puede ser arte. abrir una lata de sardinas puede ser arte. son pocos los que tienen estilo. son pocos los que mantienen el estilo. he visto perros con más estilo que los hombres. sin embargo pocos perros tienen estilo. los gatos lo tienen en abundancia.
Cuando Hemingway se pegó un tiro en la cabeza contra la pared, eso fue estilo. para algunos vos tenés estilo. Juana de Arco tenía estilo. Juan el Bautista. Jesús. Sócrates. El César. García Lorca. En la cárcel encontré hombres con estilo. Encontré más hombres con estilo adentro de la cárcel que afuera. El estilo hace la diferencia, una manera de hacer, una manera de ser hecho. seis garzas quietas en un estanque o vos, saliendo del baño y sin mirarme.
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El genio de la multitud -
Hay suficiente traición y odio, violencia. Necedad en el ser humano medio como para abastecer cualquier ejercito en cualquier día. Y los mejores asesinos son los que predican en su contra. Y los que mejor odian son los que predican amor. Y los que mejor luchan en la guerra son al final los que predican paz. Los que hablan de Dios necesitan a Dios. Los que predican paz no tienen paz. Los que predican amor no tienen amor. Cuidado con los predicadores cuidado con los que saben. Cuidado con los que están siempre leyendo libros. Cuidado con los que detestan la pobreza o están orgullosos de ella.
Cuidado con los que alaban rápido porque a cambio necesitan que se los alabe. Cuidado con los que censuran rápido: tienen miedo de lo que no conocen. Cuidado con los que buscan constantes multitudes; no son nada solos. Cuidado con el hombre promedio con la mujer promedio cuidado con su amor. Su amor es vulgar, busca lo vulgar. Pero odian como genios odian de una manera tan perfecta como para matarte, como para matar a cualquiera. Al no querer la soledad al no entender la soledad van a intentar destruir cualquier cosa que difiera de lo suyo. Al no ser capaces de crear arte no van entender el arte. Van a considerar su fracaso como creadores sólo como un fracaso del mundo. Al no ser capaces de amar plenamente creerán que tu amor es incompleto y entonces te van a odiar. Y ese odio será perfecto como un diamante que brilla como una navaja como una montaña como un tigre como veneno Su mejor ARTE.
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La mujer japonesa -
el señor se inclinó, sonrió y dijo que las mujeres japonesas, las mujeres reales, no olvidaron cerrar las heridas que abrieron los hombres; pero las mujeres americanas van a matarte tal como rasgan la pantalla de una lámpara, las mujeres americanas valen menos que diez centavos ellas se descarrilaron ellas están demasiado nerviosas para hacer algo bueno: siempre frunciendo la cara, siempre con dolor de vientre, desilusionadas, sobrexcitadas; pero el señor dijo de la mujer japonesa: ella está, llegué a casa y la puerta estaba cerrada y cuando entré a la fuerza ella agarró el cuchillo del pan y me hizo permanecer debajo de la cama y vino su hermana y me mantuvieron abajo de la cama por dos días y cuando salí, por fin, ella no habló de abogados sólo dijo "no vas a hacerme mal otra vez" y no lo hice; pero ella sí, y muriendo, dijo "no vas a hacerme mal ahora" y lo hice pero, claro, me sentí aún peor que cuando ella vivía porque ya no había voz, ni cuchillo nada salvo esos apliques japoneses en la pared, toda esa gente chiquita por los ríos rojos con pájaros verdes volando y los saqué y los puse boca abajo en el cajón de mis camisas y me di cuenta por la primera vez que ella estaba muerta, a pesar de haberla enterrado, y que algún día iba a sacarlos todos, toda esa gente pequeña y bronceada felices entre puentes y chozas y montañas pero no justo ahora, no todavía.
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Amor -
me desperté a las 10:30 am en la mañana del domingo me quedé helado en la cama y dije "¡por Dios!" y ella dijo "¿qué pasa, Hank?" y dije "es el auto ¿te acordás adónde lo estacionamos anoche?" y ella dijo "no, no me acuerdo." y yo dije "bueno, hay algo raro en eso". me vestí y salí a la calle no sabía adónde estaba el coche y caminé por esta y por aquella calle sin encontrarlo. yo tuve amores arriba de mis autos y mientras más viejos son y más tiempo los tengo más los quiero. este fue un amor de muchos años. después de tres cuadras al oeste lo veo estacionado, muerto, en medio de una calle angosta la estaba bloqueando mi auto estaba quieto como un tanque desquiciado así que caminé, subí, puse la llave y arrancó. no había ninguna boleta manejé hasta mi calle para estacionarlo bien.
subí la escalera y abrí la puerta. ella preguntó “bueno, ¿el auto está bien?” “sí, lo encontré” dije “estaba…” "te preocupás demasiado por ese auto de mierda” dijo “¿tomaste una 7-up, alguna cerveza?”
me desvestí, me metí en la cama y puse mi culo gordo contra su panza gorda.
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La ducha -
nos gusta ducharnos después (a mí me gusta el agua más caliente que a ella) y su cara siempre está tranquila y llena de paz y ella me lava primero me extiende el jabón por los huevos los levanta los aprieta, luego me lava la verga: "¡ey esto sigue duro!" después me lava el vello de ahí abajo, el vientre, la espalda, el cuello, las piernas, yo sonrío sonrío sonrío, y después la lavo yo a ella... primero la concha, me pongo detrás, mi verga en sus nalgas suavemente enjabono los pelos de la concha, lavo ahí con un movimiento suave tal vez me detenga más de lo necesario, luego las piernas por detrás, el culo, la espalda, el cuello, la hago girar, la beso, enjabono los pechos, luego el vientre, el cuello, las piernas por delante, los tobillos, los pies, y luego la concha, una vez más, para que me dé suerte... otro beso, y ella sale primero, se seca, a veces canta mientras yo sigo ahí pongo el agua más caliente disfrutando los buenos momentos del milagro del amor luego salgo... normalmente es por la tarde y todo está tranquilo, y mientras nos vestimos hablamos sobre qué otra cosa podríamos hacer, pero el estar juntos resuelve casi todo, en realidad, lo resuelve todo porque mientras esas cosas estén resueltas en la historia de una mujer y un hombre, es diferente para el otro, mejor y peor para el otro... para mí, es tan espléndido como para recordarlo, tras la marcha de los ejércitos y de los caballos que pasan afuera por la calle, tras los recuerdos del dolor y el fracaso y la desdicha: Linda, vos me trajiste esto, cuando te lo lleves hacelo lenta y suavemente hacelo como si estuviera muriéndome en sueños en lugar de en vida, amén.
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Libertad -
tomó vino toda la noche del 28 y se quedó pensando en ella: la forma de caminar, de hablar, de amar la forma en que le dijo cosas que parecían reales pero que fueron mentira, y él supo el color de cada uno de sus vestidos y sus zapatos (él conocía la altura y la curva de cada taco así como la pierna a la que contorneaba)
ella otra vez estaba afuera cuando él llegó, y ella otra vez iba a volver con ese olor raro y así volvió ella volvió a las 3 de la mañana sucia como un cerdo come mierda y él sacó un cuchillo para carne y ella gritó retrocediendo hacia la pared de la pensión todavía hermosa, de alguna manera, a pesar de que el amor se iba. él se terminó el vaso de vino.
ese vestido amarillo, su favorito y ella gritó otra vez.
y él sacó el cuchillo se desabrochó el cinturón se arrancó la ropa frente a ella y se cortó las pelotas.
se las llevó en las manos como nueces para tirarlas por el inodoro y ella gritaba mientras el cuarto se iba poniendo rojo
¡DIOS OH DIOS! ¿QUÉ HICISTE?
y él se sentó ahí sosteniendo tres toallas entre las piernas sin preocuparse ahora si ella se iba o se quedaba, si se vestía de amarillo o de verde ni por cualquier otra cosa.
y mientras una mano sostenía las toallas la otra sirvió otro vino.
Historia real lo encontraron caminando en la ruta con todo rojo adelante. había agarrado un pedazo de lata oxidado y cortado su aparato sexual como si dijera ‘¿ves lo que me hiciste? bien podrías quedarte con lo que quedó’
y puso parte en un bolsillo y parte en el otro y así fue cómo lo encontraron caminando en la ruta.
lo llevaron con los médicos que trataron de coserle las partes de nuevo pero las partes ya estaban bien así.
pienso a veces en toda esa mierda vuelta hacia los monstruos del mundo.
tal vez fue su protesta contra esto o su protesta contra todo.
un hombre que nunca se emocionó por los conciertos grabados ni los resultados del baseball.
que Dios, o cualquiera, lo bendiga.
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Final -
Somos como rosas que nunca se molestaron por germinar cuando debimos haberlo hecho y es como si el sol se hubiera hartado de esperar.
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Selección de poemas y traducción Laura Dodyk
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Publicado en Ensayo el 18 de Julio, 2012, 12:14
por MScalona

William Faulkner
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El 6 de julio de hace 50 años murió William Faulkner en la ciudad de Byhalia (Oxford) en Estados Unidos. Por ello, El Cultural le ha brindado un homenaje que incluye un texto de Ignacio Echevarría (titulado “Un maestro inservible”) donde dice:
Puede que el magisterio de Faulkner sólo pueda ser asumido cabalmente por parte de quienes están dispuestos a adentrase con armas y bagajes en el mismo territorio selvático y ruinoso que él exploró. Puede que la marca de quienes se deciden a ello sea la de ejercer, como el propio Faulkner, un magisterio intimidante y dislocado, absorto. Baste pensar en Juan Carlos Onetti y en Juan Benet, en la posición tan indiscutible y a la vez tan obviada que ocupan en sus tradiciones respectivas.
Por los tiempos en que Faulkner emergía como narrador, Adorno alertaba sobre la rebaja del pensamiento que conlleva el sacrificio de la complejidad sintáctica; la claudicación implícita que él reconocía en las pretensiones de lucidez, de dureza objetiva, de claridad que profesan tantos escritores modernos.
Faulkner atribuía a esta rebaja del pensamiento una profunda dimensión ética. Su estilo es el campo de batalla en el que, exponiéndose valientemente a la derrota, la palabra pugna por abrirse camino hacia esas “grandes verdades fundamentales” a las que él mismo se orienta. El miedo al que él se refiere, ese miedo que a su juicio impide a los nuevos narradores escribir obras maestras, es -por decirlo con palabras de Adorno- el “miedo suscitado por el mercado, el miedo al cliente que no quiere esforzarse y al que fueron adaptándose primero los redactores y luego los escritores”. Un miedo que entretanto ha sido a tal punto interiorizado por la mayoría de éstos, que ya ni siquiera lo experimentan como tal, y les mueve -a ellos y a sus lectores- a ver a Faulkner y a sus seguidores, cada vez más escasos, como excéntricos representantes de una especie en extinción, digna de ser protegida y contemplada quizá con veneración, pero con curiosidad arqueológica, apenas concerniente.
Por otra parte, José Antonio Gurpegui escribe una reseña al libro Cartas escogidas de William Faulkner, editado por Alfaguara. Y Alejandro Gándara hace un “diccionario Faulkner” donde cada letra contiene un ítem faulkneriano.
Por ejemplo:
Alcohol. La bebida no construye el estilo, pero lo acompaña. Hay una sinuosidad detectable, una longitud de párrafo, una bruma que espesa la sintaxis, una elaboración de imágenes que nunca definen sus contornos y que se suceden y encabalgan mediante asociación libre. El alcohol huye de la literalidad y permite la fuga a mundos alternativos que se sienten verídicos, irrefutables. No es fácil escribir mientras se bebe. Sólo en algunos casos escogidos el alcohol y la literatura funden sus propósitos.
Amor. “Entre la pena y la nada, me quedo con la pena”.
(…)
Mal. Es la herencia de las generaciones. Pasa de unas a otras, no se detiene. Una vez se ha puesto en pie, sigue su curso. Es lo que nos reúne con nuestros antecesores, lo que hace del tiempo un único instante. Una forma de religare mortal, fuera de toda mística. Estructura del alma.
(…)
Muerte. La presencia constante. A veces, buscada. Alistamiento en la RAF durante la Primera Guerra Mundial. Ya había sido rechazado en Estados Unidos por su corta estatura. Amenazó con enrolarse en el ejército alemán si no le dejaban pilotar en combate. Su primera hija muere a los nueve días. La entierra en solitario, cargando hasta el cementerio con su pequeño ataúd.
Narrador. Hasta cuando se identifica, el narrador no es otro que la tierra, muy por encima de la precariedad y de la mortalidad humana. Hay una lengua y un relato que está por encima de nosotros. Es la voz que prefiere Faulkner, la que no es de nadie. La que afecta a todos. Pero no es omnisciente, por la sencilla razón de que no sabe. Habla porque busca, no porque conozca el desenlace ni los misterios del corazón. Una voz sabia, a fin de cuentas, porque conoce todo lo que ignora. De ahí su fondo poético, su elección del pneuma en vez del logos, su profunda paciencia.
(…)
Novela. Género en extinción, último gran aliento de las antiguas palabras y de los antiguos relatos. Por ello mismo, el género más adecuado para tratar con lo que se extingue: los viejos valores y sentimientos de un Sur derrotado, legítimamente derrotado. Sin nostalgia, sin retórica para la Historia.
(…)
Ruido (y furia). “La vida no es más que una sombra andante, jugador deficiente, que apuntala y realza su hora en el escenario y después ya no se escucha más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, y que no significa nada.” Lo escribió Shakespeare en su Macbeth, pero era de Faulkner.
Sur. Violencia en todas direcciones, expresada como una fuerza de la naturaleza, pero construida con manos humanas. La creación divina también está implicada. Hay una destrucción intrínseca en todas las criaturas y en todo lo creado. Todo tiende a una epifanía dolorosa y Dios es el Supremo Artífice. El Sur es la obra directa de Dios.
Yoknapatawpha. Condado imaginario, no ficticio, diseñado como un infierno de almas. Puede situarse al noroeste de Mississippi, pero en cuanto tal imagen carece de pertenencia exclusiva y puede trasladarse donde se quiera. Lo propio de las imágenes son su permanencia y su desarraigo, en particular cuando proceden de la literatura. Tal vez la literatura sea en sí misma una forma de desarraigo de aquello que resulta demasiado cercano, concreto, aislante.
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Publicado en Ensayo el 17 de Julio, 2012, 13:11
por MScalona

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William Faulkner
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“Creo que está bien, quizás sea lo bastante buena para que deje de escribir libros, aunque es probable que no lo deje todavía.” Eso es lo que escribe William Faulkner a uno de sus editores luego de enviarle la novela La fábula. Y no, no fue lo bastante buena para que Faulkner deje de escribir. Nada lo fue. Murió escribiendo. En el 50 aniversario de su muerte, Alfaguara ha publicado sus Cartas escogidas y es una delicia. Un campechano, nada que ver con el autor del pomposo discurso del premio Nobel. En un dossier en “El País” nos regalan algunas cartas. Además, comentan la relación de William Faulkner con el cine. Fue autor de varios libretos, en especial para Howard Hawks (El sueño eterno, Tener y no tener, Tierra de faraones, El camino de la gloria y Vivimos hoy), fue amigo de algunos actores como Humphrey Bogart y algunas de sus obras fueron adaptadas al cine, como El largo y cálido verano (1958) de Martin Ritt.
Por otra parte, le han pedido a seis escritores en lengua castellana (Ana María Matute, Ana María Moix, Marcos Giralt Torrente, Luis Landero, Juan Gabriel Vásquez y Javier Marías) que den unas palabras claves en el universo Faulkner.
Aquí algunas de esas respuestas:
LOS PERSONAJES
Marcos Giralt Torrente
El sino de los personajes de Faulkner se siente y se vive, desvalidos, solitarios, criminales, inocentes, marginales, corruptos… Para entenderlos, Marcos Giralt Torrente sugiere imaginar por un momento que Dios existe y que conoce el desino de todas sus criaturas. Los personajes de Faulkner, dice el escritor, están predestinados de la misma manera: “su pasado o el grupo social al que pertenecen dictan su futuro, pero, como la mayoría ni siquiera es conscientes de ello, la aparente pasividad con que lo aceptan no es elegida, sino apenas una huida hacia adelante (una huida solo de vida) que resulta especialmente fértil a la hora de poner en un primer plano las aristas de la condición humana”. Dos de sus novelas preferidas son El ruido y la furia y Mientras agonizo.
EL LADO OSCURO
Ana María Matute
Más allá del mal emponzoñado que se percibe en las narraciones, para Ana María Matute es el mejor escritor que ha sabido imbricar una atmósfera especial con los odios y amores familiares, sentimientos anudados cuyo influjo contamina todo a su alrededor. “Describe como nadie el lado oscuro del ser humano, lo turbio e inquietante que puede haber en él”, arrostrado con un lenguaje “inconfundible por su fuerza y con un torrente que parece que no se acaba nunca”. Para Matute, el escritor ejerce una especie de embrujo sobre el lector al saber mezclar el misterio y la realidad sin llegar a ser fantástico, incluso con las acciones en apariencia vulgares pero que va desvelando poco a poco. Una de sus obras preferidas es Luz de agosto.
EL ESTILO
Javier Marías
La fuerza extraordinaria de Faulkner está en su estilo, afirma Javier Marías. Un estilo que, agrega, lo emparenta con Proust, que ha sido una de sus influencias, y con Henry James. Lo que lo distingue de ambos “son sus párrafos largos, como si surgiera a borbotones hasta el punto de que es menos respetuoso con la sintaxis que ellos; como si a veces dijera: ‘la sintaxis no me importa’. Incluso lo llegó a decir: ‘Si meto tanto en un solo párrafo es porque no sé si voy a llegar vivir al siguiente’. Esa exuberancia borbotónica da a su estilo una fuerza que atrapa y convierte cada página en una suerte de oleada que atrapa al lector y que nadie jamás, ni antes ni después de él, se aproxima a esa prosa”. Para Marías, se trata de un autor más rupturista que el propio Joyce, “que es más deliberadamente rupturista, en Faulkner todo parece más natural”. ¿Una obra? Las palmeras salvajes.
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