"Es necesario que se pregunte para que yo siga vivo, por que yo soy tan sólo su memoria". HAROLDO CONTI. Los caminos, homenaje.




Junio del 2012


DANIEL LINK

Publicado en Ensayo el 30 de Junio, 2012, 19:53 por MScalona

Expresión y contenido

Por Daniel Link

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WWW.PERFIL.COM

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29/06/12 - 09:58

¿En qué se diferencian las crisis económicas y políticas en los países europeos (no quiero decir “civilizados”, no quiero decir “centrales”) de las crisis económicas y políticas en países como los nuestros (no quiero decir “bárbaros”, no quiero decir “periféricos”)?

No es un asunto de contenidos (porque la política europea es tan vacua como la nuestra, porque el capitalismo es más o menos igual en todas partes) sino más bien de expresión. Nuestras crisis son, como en la tragedia griega, muy expresivas: paros nacionales, plazas tomadas, gendarmes muertos, amenazas, suspensión de países en los foros internacionales, más amenazas, ropas desgarradas, griterío, llantos, promesas (incumplidas), acusaciones cruzadas, llamamientos.

En Europa, en cambio, todo marcha hacia la ruina elegantemente. Hemos visto a los villeros de Toulouse (Tolosa) acampando a la vera del Garonne en número alarmante. Pero a ellos no se les ocurre cortar una rue o una autopista (autoroute) en demanda de vivienda o trabajo: están simplemente allí, como están los heroinómanos en las plazas con sus perros (porque, de ese modo, al declararse a cargo de un ser vivo no pueden ser encarcelados).

Estuvieron, por cierto, los “indignados”, que el verano pasado tomaron las plazas españolas, pero parece que este año han decidido descansar como Dios manda.

No es raro, pienso, que los movimientos insurreccionales (Comité Invisible, Tiqqun) tomen como referencia a la Argentina (¡2001!) en términos de gestión de la crisis.

No es necesariamente porque nosotros seamos capaces de resolverla de mejor manera (en todo caso, todo sucede en nuestro costado del Atlántico de una manera operística, energúmena), sino de una forma más espectacular.

Aquí la gente de bien festeja sus triunfos en el rugby, aplaude a las fuerzas de seguridad cuando hacen un numerito recreativo en alguna plaza, cena antes de que caiga el sol, escucha las noticias, dice “qué barbaridad”, sigue la météo y se va a dormir temprano.

Jamás (jamais!) un disturbio urbano, un diario que no llega a destino, una avalancha trotskista o maoísta tomando el espacio público. Por cierto, esto es la provincia, pero sabemos que entre nosotros también las ciudades y los pueblos del interior se movilizan, piden justicia, claman por sus muertos, gritan, lloran, roban cámara.

Es como si Europa se negara a reconocer que todo lo que sucede importa en términos de cuadro, foco, registro, expresión y testimonio.

Por eso, finalmente, es lógico que nos reconozcamos empáticamente en los griegos, en primer término, en los italianos, en segundo lugar, y que nos deje helada la confianza ciega de los franceses y los alemanes en sus gobernantes: ¿No saben que esa gente está dispuesta a hacer lo peor por ellos? ¿O será que, tal vez, tienen un arma que nosotros desconocemos y que los políticos temen incluso más que a las crisis del capitalismo?

Me niego a creer que haya en Europa algún secreto “ciudadano” que desconocemos. Más bien tiendo a temer por los europeos, que pronto estarán con nosotros, o peor, y no sabrán qué hacer con su profunda angustia.

MARÍA VIRGINIA BACHMANN

Publicado en Aguafuerte el 29 de Junio, 2012, 12:05 por MScalona

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NADA QUE VER CON NADA

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- Profe, ¡esto no sirve para nada!

- ¡Más aburrido…! Siempre con cosas de hace mil años…

- ¿Me podés decir para qué nos sirve estudiar esto?

Mi clase de literatura en un 4° año recibía esos comentarios alentadores. La lectura de “El matadero” y de la “La malasangre” a la luz de un fragmento de Michel Foucault sobre la circulación del poder, no se les hacía ni muy seductora ni muy significativa, para usar un término de moda entre los ministerios educativos.

- Esto no tiene que ver con nada- intentó otra de mis más contestatarias alumnas.

En ese momento irrumpe la directora en el aula y me anuncia que va a llevarse a cinco alumnos para prepararse para un certamen en el que van a participar con ella como asesora.

- Pero estamos leyendo…- dije tratando de defender mi espacio.

- Pero yo no tengo otro momento- dijo ella. Y se llevó a los chicos.

Mientras resignadamente espero el exilio de mis alumnos, veo por la ventana a un grupito de tres o cuatro varones de 3° que “convencen” a fuerza de empujones y demás, a un nene de 1° para que vaya a comprarles un sándwich a la cantina. Se nota que el nene no quiere, está colorado y transpirado, pero agarra la plata y al rato vuelve con el pedido.

Tanto la clase como yo misma nos hemos dispersado bastante. Quiero volver a la lectura, a pensar sobre unitarios y federales luchando por el poder a lo largo de la literatura argentina. Les pido a mis chicos que rompamos las hileras y nos sentemos en círculo. Una forma trillada de alterar el orden establecido, pero un intento al fin. No funciona del todo: de alguna manera sigo siendo el centro: tengo y doy la palabra, manejo los tiempos, impongo el silencio. Les pido opiniones sobre lo que pasó: la invasión de la directora en mi clase, la escena de mini- bullyng en el patio. Les pido que lo relacionen con lo que veníamos charlando. Les pido que piensen en las peleas por el poder. Nada. Nada. Nada. Suena el timbre. Me voy cabizbaja a mi casa.

Mientras almuerzo veo las noticias. Cristina contra Moyano. Los conservadores contra Lugo. Los familiares de los muertos en la autopista contra el destino. Algún periodista que habla del unitarismo de Cristina y de su falacia federal. Mempo que se descuelga con un Manual de gorilismo. Los jubilados contra Argenta. Boca contra Corithians. Bonfatti contra Speciale. El PRI contra el PAN. Pan, pluf, plaf… todo es una eterna controversia.

Termino y reviso mis apuntes de clase. Mis alumnos insisten en la inutilidad de pensar en las peleas por el poder. Claro. Les es tan ajeno. El joven unitario igual murió reventado, Rafael nunca pudo escaparse con Dolores y el poder le agarró la mano a la educación hace rato. Le agarró la mano y le cerró la boca. Y es difícil deshacer esa trampa que nos aleja de todo.

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V. Bachmann

GUILLERMO RÍOS

Publicado en Cuentos el 29 de Junio, 2012, 10:25 por MScalona

EL VUELO DEL EMPERADOR

 

 

Una vez tuve un sueño, tan ajeno e inverosímil como solo un sueño puede serlo. Era de color rojo y nauseabundo. Cuando desperté, sofocado, pasé varias horas intentando recordar cada detalle, cada una de las imágenes que en mi inconciencia había creado. No fue fácil. Sólo cuando la ilusión se tornó fresca e inmediata, cuando la confusión dio paso a la nitidez, comprendí que había logrado capturar mi sueño. Sin embargo, al mismo tiempo, comprendí que no sabía contarlo. Entonces decidí guardarlo en una caja de madera sobre la cómoda de mi cuarto. Ahí habría de quedar, durante décadas, en la vigilia.

La noche en que mi hijo cumplió diez años festejamos en casa con la familia. Comimos torta y lo ayudamos a abrir algunos de sus regalos. Recuerdo lo mucho que se rió aquel día. También recuerdo que por la noche, casi de madrugada, me levanté de la cama en busca de un poco de agua. Al dirigirme a la cocina pude oír, suavemente desde su habitación, el llanto fugaz de mi hijo. Al entrar en su cuarto me dijo que había tenido un sueño, un sueño blanco, lleno de brillo y de movimiento, pero que no sabía cómo contármelo. Fui entonces a mi cuarto y busqué aquella caja. Ahora en un cajón de la cómoda. Al regresar, mi hijo guardó su sueño junto con el mío y dejamos la caja en uno de los cajones de su escritorio. Después nos quedamos hablando de cosas menores, sin importancia ni apuro, hasta el amanecer. 

Unos años después, cuando llegó la crisis, tuvimos que irnos del país. Entre la prisa y la improvisación, algunas de nuestras cosas fueron perdidas y olvidadas. Un matrimonio joven se mudó con su pequeña hija a la que había sido nuestra casa, y en una bolsa de arpillera debajo de las escaleras, la niña encontró una mañana de verano la caja de madera con nuestros sueños dentro. Guardó en ella un cabello blanco de su madre, y la puso junto con sus libros sobre la repisa de su cuarto.

Cuando la niña creció, estudió veterinaria en la Universidad de Casilda, y después de obtener su título se fue a vivir a un campo de La Pampa a trabajar en un tambo. Varios años después, una noche de invierno, mientras dormía en su casa, alejada de las ciudades y los caminos, una insignificante pérdida de gas hizo explotar la garrafa de su habitación. Los muebles y las cortinas ardieron al instante y el humo la sofocó hasta la inconciencia. La estancia entera comenzó a arder en la noche negra, esparciendo un brillo indiferente sobre un gran arce milenario, ubicado entre la casa y la plantación de soja. La caja de madera, que había llevado siempre con ella, y que guardaba en su cuarto entre tantos otros recuerdos de su infancia, también fue alcanzada por las anónimas llamas.

Una enorme bola de fuego iluminaba el cielo diáfano. El resplandor se expandía a través de las hectáreas sembradas. Todo crujía, dentro y fuera de la casa. La imagen de una entraña que se retuerce en llamas, soberbia, se mostraba desde la distancia y la holgura del campo. El viento se hizo desde el sur, y el fuego alcanzó el arce contiguo. Ahora sus hojas encendidas comienzan a llover en cientos de faros indiscretos, flotando caprichosamente entre la humareda.

Veo, desde la barbacana de mis días, el retrato de aquel sueño lejano, y doy un último grito ahogado hacia mis adentros, al tiempo en que me desuello irreparablemente.

De un soplo entre las llamas, un búho emperador vuela desde lo profundo de aquel siniestro, disgregando el cielo encendido con sus alas blancas y su presagio de continuidad. A mi lado, a través de la infranqueable distancia, mi hijo llora de nuevo. Sabe que nuestro capitulo, tan sincero y carnal, termina con aquella ave soñada, que ahora se aleja.

 

 

                                                                                                GULLERMO RÍOS

ALICIA STEIMBERG

Publicado en homenaje el 28 de Junio, 2012, 17:58 por MScalona

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librosDomingo, 24 de junio de 2012

Cuando digo Alicia Steimberg

Cultivó el humor, el costumbrismo, la ironía, la literatura femenina y el erotismo. Su audacia narrativa no renunció nunca a un gesto amable hacia el lector. Autora de libros recordados como Músicos y relojeros, La loca 101, Amatista y Cuando digo Magdalena, Alicia Steimberg murió el último fin de semana. Radar la recuerda con un texto en el que, sin dejar de referirse a sí misma, Steimberg trató de comunicar a los aprendices de literatura la diferencia entre escribir y ser un escritor.

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por  ALICIA STEIMBERG

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¿Cómo sucede que alguien llega a ser escritor o escritora? Genéricamente se llama escritor a alguien que escribe cuentos y novelas. Es cierto que los historiadores y los filósofos que escriben libros también son escritores. Y los poetas y los dramaturgos son escritores, y los que escriben el texto de una historieta, guiones para cine y avisos publicitarios, pero habría que ver cuánta gente los llama escritores. Yo voy a ocuparme específicamente de lo que vengo haciendo desde hace cuarenta años, debería decir cincuenta, y aun más, si pensamos que desde muy chica ya inventaba dentro de mi cabeza historias completas con comienzo, desarrollo y final, cuando me pasaba algo malo y tenía que consolarme sola (esto no es una queja contra mis padres, también a ellos les pasaron cosas terribles). Vistas en perspectiva, aquellas historias que yo me contaba a mí misma ya revelaban algo, tal vez una habilidad innata para inventar historias, o para convertir una historia trágica en algo más potable, más digerible para la tierna edad de la autora.

Un cachorro de escritor de ficción, con su don, o su soplo divino, de todas maneras tiene que aprender muchas cosas. A caballo del soplo divino, imita a los escritores ya “establecidos”, “reconocidos” o “consagrados” (ninguna de estas palabras es suficiente en sí misma para definir al que escribe; además pareciera que las calificaciones son lapidarias: los que entran en el establishment son despreciados por los que aman a los salvajes y a los transgresores; de los profesionales se dice que se venden por dinero y que pierden la frescura; a los salvajes y a los transgresores se les tiene miedo).

Para escribir, entonces, no hay más remedio que imitar a los escritores consagrados de nuestro tiempo, sumando un ingrediente personal que, si está ausente, cava la fosa del autor a medida que éste escribe. Esta parcial imitación o reescritura de nuestros contemporáneos la hacemos todos (menos Enrique Larreta, el escritor argentino que en su novela La gloria de don Ramiro, de 1908, hizo una reconstrucción del castellano del siglo XVI, cuando en España había moros y cristianos).

En la Argentina y en otros países, los talleres literarios son una invención reciente que celebro, porque ayudan a acortar el tiempo que se necesita para aprender los resortes del oficio. Esto no significa que antes de que aparecieran los talleres los escritores, como suele decirse, aprendieran solos, como aprendemos, aun antes de nacer, a chupar para alimentarnos. El bebé ya sabe chupar cuando sale de la panza de la madre; ahora podemos comprobarlo con las ecografías, donde se ve al futuro ciudadano chupándose el dedo dentro del seno materno. Más tarde caminará, cuando la maduración le permita pararse y andar. Claro que lo ayudaremos amorosamente, pero de nada servirá la ayuda si aún no ha llegado al punto de maduración necesaria. En cambio, a los seis años hay que enseñarle, más o menos laboriosamente, a leer y a escribir. De la misma manera, durante dos milenios y medio, los escritores han aprendido a escribir literatura leyendo libros. Muchos libros. Y siguen aprendiendo de esa manera.

Después de años de ejercer por mi cuenta y en secreto una de las actividades más nobles del hombre, sin mostrarle a casi nadie el resultado de mis intentos materializados en los tipos indecisos de la máquina de escribir de papá, una Remington portátil que dejaba adorables letras en el papel y en las copias con papel carbónico, mandé un original a un concurso. No quiero asustar a aquellos que se interesen por saber cuántos años me dediqué a esta solitaria actividad, porque fueron muchos, aunque no necesariamente el mismo número de años que le dedicaron otros que, como yo, alcanzaron el título de escritor, con más o menos las mismas cualidades, o mayores, en menos tiempo.

¿Quién o quiénes confieren ese título de escritor? Muchas personas, pero también algunas instituciones. Además de los concursos literarios, las editoriales que lo aceptan, el público que lee, que es y no es lo mismo que el número de ejemplares que se venden ni es tampoco un grupo humano homogéneo; los traductores que permiten la difusión del libro en otras lenguas; el tiempo que pasa y sostiene o deja caer el éxito y la popularidad; las modas.

Escuchando con gran interés a una persona que me relataba sus actividades agropecuarias, aprendí la expresión “novillo terminado”. Entiendo que quiere decir que el animal tiene edad, peso y otros requisitos necesarios para convertirse en alimento de seres humanos. Se podría decir que un escritor es un novillo terminado cuando otros escritores de más experiencia eligen su obra en un concurso, o en dos o tres concursos, aunque sea para una mención. ¿Y no hay otra manera?, se preguntarán ustedes. Parecería que esta forma de otorgar el título de escritor, o de comenzar un proceso que terminará por otorgarlo, con todos los defectos que pueda tener, es la forma más aproximada a la ecuanimidad y a la justicia.

¿Cómo es el proceso que convierte a alguien en escritor? No se sabe. Es imposible ver crecer una planta, aunque se sepa por qué crece. Es imposible seguir el movimiento de un rayo de sol que avanza imperceptiblemente por una pared y que, un rato después, al volver a prestarle atención, encontraremos en la pared de enfrente. Tampoco se ve el don inexplicable que permite el aprendizaje del oficio, tanto al escritor como a otros artistas. Es natural que así sea, porque los escritores de ficción deben ser artistas.

Un artista surge de la nada y luego lo descubren en Hollywood, o en una escuela de danza donde aparece con las zapatillas rotas, bailando como los ángeles. Leyendo biografías de escritores vemos que uno fue fotógrafo de plaza, otro dictaba sentencia en un juzgado, otro colaboraba con los nazis durante la ocupación en Francia, a otro lo mantenían los amigos porque el grado de su alcoholismo no le permitía trabajar. Y esto no sucede sólo en la provincia del arte y de las letras. Un ministro de Economía argentino de quien la opinión pública puede decir lo que quiera, pero no que era un asno, fue hasta segundo grado de la escuela primaria. Así como un chico de seis años, cuando le preguntan qué quiere ser cuando sea grande, dice: “¡Quiero ser bombero!”, un número indeterminado de adultos, si se les pregunta qué les gustaría ser si no fueran lo que son, dicen, o guardan en secreto, que quieren ser escritores, y no hay que tomarlos más en serio que al chico de seis años. En cambio, los que no piensan “quiero ser bombero (escritor)”, si sienten el deseo de escribir, escriben, aunque piensen alternativamente que lo que guardan en secreto es una joya o una basura, aunque nunca se animen a compararlo con un texto de un escritor reconocido como tal.

Cualquiera puede sentarse y escribir, salvo que sea analfabeto. Aquí hablamos de escribir algo cuyo propósito sea entretener, conmover… El principiante dirá pomposamente “escribir un cuento”; alguien menos refinado dirá “hacer un cuento”, a la vez que anuncia que tiene pensado escribir una novela. Tiempo después ha aprendido a llamar “textos” a esos escritos que antes llamaba cuentos, y el cuidadoso plan que tenía para la novela será reemplazado por una pequeña historia que le contó su abuelo, del tiempo en que él, el escritor, todavía no había llegado a este mundo.

“La gente escribe por muy diversos motivos”, dijo una vez una escritora al público. “Escriben para hacerse famosos, para perdurar en el tiempo, para ganar dinero, para difundir sus ideas, para hacer la revolución social”, continuó. “Yo –dijo finalmente– escribo para que no me interrumpan cuando hablo.”


Este texto, “Escribir o ser escritor”, es el primero que figura en Aprender a escribir, publicado por Aguilar en 2006, en el que Alicia Steimberg volcó su experiencia como escritora y maestra de escritores en talleres literarios.

RAMIRO GONZÁLEZ

Publicado en Aguafuerte el 28 de Junio, 2012, 16:34 por MScalona

Historia y estadísticas

 

De acuerdo con la ONU, entre el 2,8% y el 4,5% de la población mundial de 15 a 64 años de edad (es decir, entre 125 y 203 millones de personas) habían consumido cannabis al menos una vez durante el 2011. Con semejantes estadísticas, era cuestión de tiempo para que en una esquina cualquiera de la ciudad, mi madre, una señora de unos 80 años, se encontrara con dos jóvenes prendiéndose un porro y quedara horrorizada.

Cuando venía caminando por calle San Luis  había un par de chicos en la esquina, unos muchachos bastantes grandecitos y uno se prendió un cigarrillo que largaba un olor insoportable, parecido al que había una vez que me llevaste a la cancha. Creo que se estaban drogando, me dijo la vieja. Estadísticamente, era posible.

¿Qué le podía decir? Históricamente, además de un uso medicinal de sus flores, las fibras de cannabis eran usadas para realizar papel, cuerdas y telas de alta calidad. El cáñamo, a principios del siglo XX se había convertido en un sustituto muy barato para la pasta de papel que se utiliza en la industria periodística y además, permitía realizar una tela de mayor calidad y resistencia que el algodón: el NYLON, fibra sintética creada en Nueva York y Londres (de ahí las siglas de su nombre). Su prohibición y demonización, realizada por los Estados Unidos, para el consumo en 1906, y para la producción de cáñamo en 1937, obedecen a factores económicos, y la política del imperio se expandió a todo el mundo, siendo prohibida en Argentina y en el resto de Latinoamérica.

Mirá mamá, le dije para tranquilizarla, ¿no leíste en el diario que los uruguayos están por legalizar el consumo de marihuana? Y si los uruguayos, que son tan buenos y tienen lugares tan lindos como Punta del Este, lo van a hacer, quédate tranquila que no debe ser algo tan malo…

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                                                       RAMIRO GONZÁLEZ

 

 

 

 

MARIO JRAPKO- Aguafuerte

Publicado en Aguafuerte el 28 de Junio, 2012, 14:54 por MScalona

Horroró mi niño

 

La madre lo levanta suavemente. Apoya su cabeza en el amoroso triángulo formado por la conjunción del antebrazo y el bíceps y, como quien abre la tapa de un cofre, deposita su hijo tras los barrotes de madera blanca, lustrosa, para zambullirlo en un mar de sábanas de algodón. Eso es todo.  -Buenas noches, mi bebé. ¡Clik! Lámpara de ositos y luz de noche. Lindo.

Supongamos otra historia: Juan llega a casa de madrugada, entra pateando la puerta, el perro, prende la luz,  se apoya en la punta de la mesa que, como está suelta, se levanta con plato, vaso, cubiertos. Todo. Juan cae trastabillando dos segundos antes de que todo caiga como desde una catapulta y se arme tremendo lio. -¡Quién dejó esta mierda! ¡Donde estás pelotuda! Susana aparece desde el interior de la pieza, pelo revuelto, el sueño en los párpados, el frío en las piernas. -¡Shiii!, ¡Que se va a despertar el Emi! ¡No anduvo bien de la tos! Y el Emi se despierta. Al principio es un quejido mudo, un suspirito, después aumenta, sube, más, enorme ahora.

- ¡Que se calle, dame la guita turra!

- ¿Adónde vas de vuelta?

-¡Dame la guita, la guita!

-¿Qué guita infeliz?, ¡no te vas a ningún lado vos, me hiciste despertar al nene!

Y llora. Ahora el Emi llora. Fuerte. Mucho.

¡Plaf! suena la cara de Susana, se derrumba al piso, cerca de los cubiertos, la cuchara, el tenedor, el cuchillo…     -¡Vení te mato hijo de puta!

-¡Matame, matame dale!

Y llora más fuerte. Como una sirena de ambulancia. Como un corderito.

-¡Hacelo callar!

Susana se levanta, cansada de levantarse tantas veces, con bronca, con sueño, con ganas de desaparecer, con el filo en la mano.

-¡Me cortaste la cara, la cara!

Juan entra en la pieza donde está el Emi, busca en el bañito un espejo y ve la herida, debajo del pómulo, se lava con agua fría, siente el ardor, y el Emi que llora, que no para.

-¡La puta que te parió!- dice, y le agarra un bracito, y vuela, cae como desde una catapulta, y en el piso están el vaso, los cubiertos, el Emi. No llora el Emi. Entonces se miran y él se asusta, en los ojos se le ve el susto, ella desde el piso grita y él se queda parado, inmóvil, los ojos fijos en ella y en el Emi. Salen corriendo, suben a la moto, hacia el Garrahan.

La mañana siguiente es lunes 20 de febrero de 2012, la madre se asoma a la cuna de su bebé, sonríe viéndolo dormir plácidamente, enciende el babycall, se dirige a la cocina y lee las noticias en el diario La Capital:

Beba de 5 meses grave tras ser golpeada cuando sus padres peleaban

Sucedió ayer por la tarde en Empalme Graneros, en el noroeste rosarino, cuando el padre de la pequeña, de 20 años, golpeó tras una dura disputa a la madre, de la misma edad, y la nena cayó al suelo y sufrió severas lesiones. El hombre quedó detenido.

Fuentes policiales confirmaron que la beba sufrió las graves lesiones en la casilla donde vive junto a sus padres, Víctor G. y María de los Angeles G., ambos de 20 años, en Cabal 1309. Según los investigadores el hombre discutía acaloradamente con su pareja y tras agredirla tiró al suelo a la criatura, a quien tras ser examinada se le diagnosticó fractura en parietal derecho con hematoma.

Personal de la comisaría 20ª detuvo al hombre y continúa investigando el hecho mientras la niña continuaba internada en el Hospital de Niños Víctor Vilela.

 

La madre piensa: ”traer hijos al mundo,los trae cualquiera”, se sirve un poco mas de café y sigue leyendo el diario. Es ese momento, en que el babycall transmite un llanto agudo, cuando Juan y Susana lloran abrazados en los pasillos del Garrahan.

 

JRAPKO

SIMEONI-TINIVELLA-VIGNOLI

Publicado en Ensayo el 27 de Junio, 2012, 13:38 por MScalona
Federico Tinivella y Fabricio Simeoni posan en una bizarra
escena de simposium platónico

CULTURA / ESPECTACULOS

CUENTOS BATIDOS,

DE FEDERICO TINIVELLA Y FABRICIO SIMEONI

Escribir era una fiesta

El libro pergeñado, a dúo, por los autores es como un festival que rompe totalmente con la pacatería y el buen tono de tanta página predecible, y hace brillar la inventiva más genial. Se presentará este viernes, a las 19, en El Cairo.

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Por Beatriz Vignoli

Viernes de festejo en el Bar El Cairo (Santa Fe y Sarmiento): el 29, a las 19, la colección Ciudad y orilla de la editorial Homo Sapiens presenta el libro Cuentos Batidos, escrito en colaboración por Fabricio Simeoni y Federico Tinivella con una troupe de 30 autores invitados. El procedimiento de escritura, basado en la poética del "cadáver exquisito" de los surrealistas, les valió a estos dos autores rosarinos, nacidos ambos en 1974, un espacio constante en la contratapa de Rosario/12. El libro reúne una selección de esos relatos que mezclan, con un estilo que no podía ser sino ecléctico (como ecléctica es la arquitectura de la ciudad), el humor y la poesía. Hablará Marcelo Scalona, director de la colección; leerán sus páginas favoritas del libro Chiqui González, ministra de Innovación y Cultura y Horacio Ríos, secretario de Cultura de Rosario. Y Coki Debernardi participará como músico invitado con sus canciones y su guitarra.

Declarado Artista distinguido de la ciudad de Rosario en 2005 y Artista de la provincia de Santa Fe en 2006 por su trayectoria poética, literaria y periodística, Simeoni reincide en la escritura a cuatro manos: en 2007 obtuvo el primer premio en el concurso de poesía Felipe Aldana de la EmR por su libro Cavidades del recreo, escrito con Fernando Marquínez. Pero ninguno de estos honores lo desvela ni le quita su saludable humor, que le impide tomarse demasiado en serio. Tanto él como Tinivella coordinan talleres creativos para chicos en riesgo social: Simeoni en el Irar a través de la poesía y Tinivella con la fotografía en el proyecto La huella de tus ojos. Ambos han dictado otros talleres; el mejor cuento del libro, "Mi taller en la estación", remite a una de aquellas experiencias.

"Todo empezó cuando nos juntamos a tomar vino en mi casa", explica Simeoni para dar cuenta de la bizarra escena de simposium platónico en la que posan los dos autores, contentísimos, en el bar donde la cronista citó al fotógrafo. "Nosotros empezamos paveando", bromea Tinivella. "Hace 10 años atrás, 2002, nos juntábamos a escribir con el grupo El aro en la lengua, donde estábamos Fernando Marquínez, Lisandro González, Ricardo Guiamet, Germán Roffler, Orlando Valdez, Fabricio y yo. Ahí empezó una especie de juego colectivo y después con el Fabri dejamos de jugar con la poesía y nos metimos con la narrativa. Y eso habrá sido hace cinco años atrás. Yo publicaba mucho en la contratapa de Rosario/12 y un día le dije al Fabri: 'che, ¿y si publicamos juntos?' Entonces ahí empezamos a armar textos entre los dos. Y un día invitamos a un tercero. Era muy divertido. Yo por ahí era el más estructurado, que armaba el cuerpo del texto, que ponía el esqueleto, y el Fabri era el poeta. Yo por ahí era el que anclaba y el tipo el que volaba. Y venimos laburando con esa mecánica y una lucha constante con el Fabri porque él es un animal poeta".

Cuenta de un tirón Simeoni: "Está bueno esto de escribir de a dos, porque como en la vida misma uno juega a ser otro, porque quiere ser otro, porque de alguna manera se pone en el lugar del otro... contábamos con ese espacio en Rosario/12 y tratamos de aprovecharlo, nos encontramos en mi casa a tomar algún vino e íbamos tirando línea, y cuando teníamos cosas bastante definidas armamos la idea más axial o el nudo y se lo enviamos a un tercero que podría ser desde un vecino, un familiar directo, el carnicero de la esquina o un poeta personaje mediático o público, la idea era fundamentalmente que este tercero en discordia generara algunas cuestiones a priori a nosotros y que después, por supuesto si aceptaba, le deje como una especie de impronta al texto, lo que sea pero que tenga cierta representatividad... y después el ejercicio va tomando tanta forma que definitivamente cuando a Federico o a mí se nos ocurría alguna idea nos enviábamos varios correos hasta que esa forma adquiría el nivel deseado y cuando eso llegaba discutíamos el nombre de la persona a quien se lo enviaríamos. Fueron como cuatro años de trabajo, seguimos escribiendo y tenemos otros 20 textos para una segunda edición".

Humor desopilante, a lo Guillermo Cabrera Infante, donde ante el significante (deseante, como los amantes de antes) se suelta la lengua y hay que ver las cosas que hace. Porque es, en efecto, un hacer de la lengua desatada, más que un decir de la palabra, lo que efectúan estos textos antes que lo que narran estas historias. Bromas, jocundos chistes a costa del nombre propio de alguna figura mediática, enumeraciones caóticas que como al pasar conjuran parodias de diversos estilos musicales o ensayísticos, todo vale y todo funciona. La ocurrencia y la greguería ya no son digresiones melancólicas al margen, sino que en tales juegos radica el impulso mismo de la escritura: la diversión en todo sentido (risa y divergencia) produce la estructura del relato.

Jugando a hacerse los tontos, borrándose de la ambición escolar del bronce, Simeoni y Tinivella desarrollan en sus ficciones breves unos universos narrativos bien legibles pero semánticamente complejos, donde los niveles de representación coexisten de modo que la cosa, la palabra y la definición del diccionario juegan en un mismo terreno. Y nunca hubo más literatura que aquí, en un como si de un afuera de lo literario. Precisamente es lo hiperliterario (la instancia metaficcional, como dirían los críticos) lo que enciende la fiesta: por ejemplo el recurso de las citas apócrifas, que a Borges le servía para inventar una ficción de saber, desata la carcajada, como en la serie de definiciones del amor en "El amor, esa humedad": "Dice Sigfield Manfred en El arte de amar: 'entrega total, absoluta, ya casi asquerosa, o hasta estúpida, según el caso'". Vuelta a vuelta de frase desquiciada la parodia, de tan salvaje, se termina instalando en el sitio de la verdad original. Es el logro de la alegoría barroca: lanzarse a volar al cielo de la figura, a expensas de la tierra realista donde el relato sin embargo se ancla y se hace legible.

Un humor irreverente irrumpe cuando Simeoni y Tinivella imitan lúdicamente el tono caviloso existencialista de las novelas del yo autoral en crisis: "Yo no sé qué tenía en la cabeza, estaba confundido, perdido, a la deriva, era un barquito de papel en una zanjita, estaba aferrado a mi inconsistencia como vagabundo a su perro ciego y bravío. Era como los restos de un jabón abandonados en la rejilla de la pileta del baño". Ningún orden de discurso queda a salvo. Ni el amoroso, ni el de la ciencia: "Cuerpo líquido, inodoro, insípido, incoloro en pequeña cantidad, el agua, se sostiene gracias a dos átomos a los que deberíamos honrar como a nuestros héroes".

A estos autores les gusta la idea de que obran como productores de textos, que al modo de la industria cinematográfica piensan la idea y convocan a los mejores directores y actores. Pero la consistencia del libro desmiente un poco esa utopía de una poética de creación colectiva. La imagen más adecuada tal vez sea entonces la de un dúo musical que hace subir a un músico invitado en cada canción. El libro es como un festival que rompe totalmente con la pacatería y el buen tono de tanta página predecible, hace brillar la inventiva más genial y devuelve al lector a esa fiesta que debió ser siempre la literatura.

Próximo VIERNES...

Publicado en Sugerencias. el 25 de Junio, 2012, 13:25 por MScalona

SANDRA FABI con la memoria de COETZEE

Publicado en Nuestra Letra. el 25 de Junio, 2012, 13:15 por MScalona

John M. Coetzee, Sudàfrica, 1940.-

FRACTALES

 

 

 

Pasé de ser actriz a autora cuando me encontré con él.

En el diálogo se me hizo carne eso de que “la verdad no existe”, me dejé un poco en suspenso, él hizo lo mismo, y aparecimos como nosotros. Sin determinismos. Fue como decir existo, existe, luego: pensamos. Pero en unidad.

Raro.

Eso de ver cómo lanzo una bola de criquet al aire y  la recojo, mientras manejo de vuelta a casa después de haber llevado a mi hijo al colegio. El primer síntoma.

O confirmar que el sueño de anoche está ubicado en Worcester, que el desierto polvoriento con ranchos en las lomas de montes poco prominentes es el interior de Sudáfrica, que esas ovejas que pastaban tranquilas en  las sabanas son esquiladas en dos días por hombres fieros, tan negros como nativos.

Lo descubrí vendiendo paquetes turísticos para el mundial de sokker. Vi las fotos de las zonas que podrían recorrer mis pasajeros, el Karoo, y allí estaba la imagen de la que era mi granja  Vöelfontein,  Fue la segunda evidencia.

Después del sueño, tuve la sensación de barba crecida en mi rostro, el impulso de orinar de pié, y las palabras en afrikáans procedentes del volksmond, me atiborraron la lengua.

 

Me dijeron los chicos (como los llamaba ella) que mañana creman a Mara y a Polo. Que llegarán las cenizas el lunes, al cementerio local. Entonces mantuve un diálogo interior efusivo con el recuerdo de lo que opino sobre los hornos, la temperatura para convertirlo todo en cenizas, los huesos, incluso los dientes. Y los pensamientos sobre el cuerpo, no en abstracto, sino con relación a una persona concreta. El cuerpo de Mara que ya no servía para nada. Apareció la idea ajena que hice propia en ese mismo instante de que “tal vez esté en la naturaleza de la muerte que todo lo que le atañe, hasta la última cosa, nos parezca inapropiada”. Hace días que sostengo que es un final inapropiado para esos dientes que ella odiaba. A pesar de que ella los odiara. ¡Loop!.¡Váyanse!.

 

Vengo hablando con mi médico sobre cómo tejer las dos fuentes de recuerdos, las dos memorias, las dos mentes. Él me dice: ubíquese en el medio, yo respondo que finalmente lo estoy logrando.

Que voy a tener en cuenta las probabilidades de que esa mente se fusione  con la mía, que corro el riesgo, prefiero el encuentro. Porque (y esto me lo dice su memoria) “¿quién dice que una vida en la que se corren riesgos no es (probablemente) mejor que una vida que se atiene a las reglas?” *.

Correré el riesgo de abarcar la mente de Coetzee.

 

Oigo en el programa de noticias a una mujer de 80 años cantar como los dioses, con una voz que no envejeció como su cuerpo. Pienso en las profundidades del tórax, la voz saliendo de los pulmones pasando por el corazón, proyectada hacia fuera, pienso en el contraste entre el cuerpo físico de esa mujer y la voz que emerge de él.

Y ya no sé si es mi recuerdo o el de él, la canción  que desde el cuerpo nace como alma. La canto. Gorjeo como un par de korhaan.

Mara bailaba como alma igual que esa mujer que canta. Es mi recuerdo, quizás forzado, contagiado de las observaciones de tantas danzas rituales en los festejos del fin del apartheid. Pero sé que en el Karoo nadie cree en espíritus. Se muere del todo, con firmeza.

 

Lo que finalmente me convenció de que lo había logrado – la fusión de mentes - fue la experiencia con el erotismo.

Gyula sostenía que lo nuestro era más “Rolls Royce” que lo de Mariana y Tomás. Ellos se tocan. Cogen. Tengo 25 años menos que Gyula. Nosotros hablamos. Y usamos la mirada; un “aleph” compartido. Eso de Rolls Royce remite a nuestro “aleph”, me explicaría Gyula más tarde.

Él estaba convencido de la fuerza del amor ideal pero en el plano sensual.

Era seguramente una salida, una solución, al problema del erotismo en su vejez. Yo al principio pensaba lo mismo. Una relación plagada de libros que compartíamos, música y la observación mutua de lo gestual. Cómo respiraba hondo en la primera bocanada de humo, cómo se sacaba el sobretodo y lo colgaba en el respaldo de su silla, esas cosas mínimas. Imperceptibles para el ojo apurado. El uso de la voz, barítono irrevocable. Qué timbre, qué color.

Él hacía lo mismo conmigo. Miraba el modo en cómo me ataba las sandalias, el movimiento del cuello sacudiendo el cabello cuando me ponía los pendientes en la oreja…

Todo mesa de por medio o a dos cuerpos de distancia.

Yo sentía, los primeros tiempos, que la experiencia emocional, era igual a la de Mariana y Tomás, el éxtasis podía ser verdaderamente intenso…

Pero un amor mental, le dije un día, ¿podía ser una relación auténtica en el más elemental de los sentidos?, ¿no era más apropiado un “Help a él” que un “Aleph”? Discutí esta idea con Gyula. Me sorprendí de mis argumentos.

La mente de John Maxwell empezaba a ser mía.

Abrí mi libro favorito de él y antes de leer vi su mano tipeando esta frase: “porque sin lo real perecemos, como si muriésemos de sed”.

Después de ver los dedos masculinos -  vellos en las falanges - escribiéndola letra por letra, la leí en la página 198.

¿Kan ek’ n kans kry? ¿me toca a mí ahora?...

 

 

*

 

Estuve meditando sobre las probabilidades. Al respecto veo (memoria fotográfica ajena ahora incorporada)  lo siguiente: “Las proposiciones probabilísticas constituyen un pequeño mundo en sí mismas. Lo que se afirma desde un ángulo probabilístico solo puede interpretarse desde un ángulo probabilístico. Si no piensas ya en términos probabilísticos, las predicciones que surgen del mundo probabilístico te parecerán vacuas. ¿Puede uno imaginar a la Esfinge prediciendo que Edipo probablemente matará a su padre y se casará con su madre? ¿Puede uno imaginar a Jesucristo diciendo que probablemente vendrá de nuevo?”

…La expresión coloquial para decir que no se tienen en cuenta las probabilidades es “correr riesgos”…    Diario de un mal año. John Maxwell Coetzee.

 

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                                                            Sandra Fabi     

 Diciembre 2010         

 Arroyo Seco   Santa Fe…

 

MATÍAS NICOLÁS SETTIMO

Publicado en Nuestra Letra. el 25 de Junio, 2012, 1:02 por MScalona

LA PIEL AMARGA   (fragmento)

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Quedó en silencio como si le hubieran preguntado qué es el amor, o por qué eligió la soledad, o como si las dos preguntas no tuvieran la misma respuesta.

El teléfono sonó a las once de la noche y desde hacía un tiempo toda llamada después de las diez le helaba la sangre, lo relacionaba con malas noticias. Los años, que cada vez se le notaban más, lo habían llenado de una película imperceptible que no podía estar hecha más que de miedo. Sentía la necesidad del resguardo, de la protección, de un líquido amniótico que lo rodeara protegiéndolo de los peligros que toda existencia implica. Y eso lo llevó a forjarse una actitud opaca, porque qué tiene menos brillo que alguien que continuamente está intentado correr el menor riesgo.

Los últimos años de valentía los recordaba como un rugido, un rugido innecesario, pero que él se había encargado de acallar con la madurez. De tigre a gato doméstico, a mascota, a gato gordo y castrado que se afila las uñas con una madeja de lana, pero que era incapaz de un rasguño.

La voz del otro lado de la línea le dejó espacio para que respondiera. Entendía la sorpresa, y más aún su silencio.  

Un raro mecanismo se gestó en su cabeza. ¿Era él?, si era él ¿por qué lo llamaba?, y si tanto le molestaba que lo llame ¿por qué no le cortaba?, ¿por qué no se lo decía?, ¿por qué llama?, ¿qué quiere?, ¿quién se creé que es para molestarlo después de tanto tiempo?, ¿cómo se le ocurre llamarlo a esa hora de la noche?; y así cada pregunta traía en su racimo miles de otras que a su vez florecían y formaban ramas de preguntas, troncos con interrogantes existenciales llenos de raíces hechas de dudas, y de suposiciones. El árbol frondoso que le germinó en la cabeza -hacer una planta de un poroto era algo muy suyo, muy distintivo y no tenía nada que ver con la botánica- necesitó más espacio, las ramas de preguntas le salían por las orejas, por las fosas nasales y estaban a punto de ser escupidas, pero se las tragó. Tragó el aullido -algo que no le costó demasiado porque él no era más un tigre, había mutado a gato doméstico, gordo, castrado, por ferocidad ahora tenía costumbre, por instinto desarrolló previsibilidad, y lo único que lo podía afectar era que le cortaran el cable, o la conexión a internet, o algo tan improbable como una huelga generalizada de delíverys, lo demás, entiéndase bien: todo lo demás, le pasaba por el costado mientras hacía zapping-.

Antes su vida tenía la densidad compleja de una novela rusa, pero últimamente había adoptado la sutil fugacidad de un Haiku oriental.

 

 

 

Taller de 2º en Arroyo Seco

Publicado en Fotitos. el 25 de Junio, 2012, 0:39 por MScalona

fue el sábado 23 de junio de 2012 en casa de SANDRA FABI,

donde además de pasar una tarde hermosa de tertulia, música y manjares,

hablamos de figura barthiana, intertexto, literatura yoica, minimalismo,

Macedonio Fernández, "el último cuento de Borges", y como disparador vimos

la peli catalana EN LA CIUDAD, de Cesc Gay...

MACEDONIO FERNÁNDEZ

Publicado en De Otros. el 24 de Junio, 2012, 15:48 por MScalona

LOS   DÌAS   

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                        ¿Son felices los niños? ¿Hay períodos de felicidad real en la vida de los hombres?

                               No me pregunto si la vida es buena o feliz, pues está demasiado frecuentada por el dolor, para que incurramos, después de los treinta años, en ingenuidades tales. Pero, ¿hay épocas o edades de bienestar, de placer prolongado y real?

                Muchas veces, viviendo desdichado, han acrecentado mi sufrimiento las impaciencias de ser feliz suscitadas por algún capítulo final de Scout donde, como siempre en las obras de este delicioso mago, el protagonista salva la última dificultad y se inaugura en el vivir dichoso, después de larga empresa. Creía entonces en la posibilidad de una dicha real, de cierta duración, mas Schopenhauer continuaba asegurado que no hay sustancia en el placer y sólo el dolor es positivo.

                Admiraba mucho entonces y admiro siempre la poderosa mentalidad del metafísico de más vocación que ha existido, pero el mucho sufrir y pocas energías intelectuales de aquel período me privaban de la reacción necesaria para sustraerme al prestigio del célebre pesimista.

                Después he visto claramente que fuera de su incomparable exposición metafísica, Schopenhauer como tantos escritores, suele obstinarse en afirmaciones pueriles a las que él mismo no da crédito.

                Carece de todo sentido y mucho más de toda verdad su concepto de que el dolor es positivo y el placer irreal y negativo, como también pensaba Voltaire; pretender hallar el contenido de esta afirmación es tiempo perdido porque no lo tiene y, apartándose de toda conceptuosidad, tampoco es cierto que el dolor sea más frecuente que el placer ni más intenso ya que no más real.

                En cuanto a las lacrimosidades indeciblemente tontas y aburridas de Leopardo (redimidas sólo por sus versos, y exquisito estilo) consistentes casi siempre en un interminable lamentarse de la iniquidad y villanías de los hombres –género de pesimismo el más pueril e insufrible- nadie las ha refutado, mas no por irrefutables, seguramente.

                Hay tanta bondad como maldad en los hombres, y tanto dolor como placer en el mundo; eudemónicamente, pues, y, quizá, bajo todo aspecto, la vida vale muy poca cosa o nada y entre existir o no existir la opción es indiferente. Toda vida humana o animal, actual o futura, es y será un campo de acción en que alternativamente se instalan y se desalojan el Placer y el Dolor, por ley psicológica de compensación y relatividad y por ley cosmológica de constitución y complejidad del Universo.

                Cuando durante varios años consecutivos el dolor ha prevalecido sobre el placer en nuestra existencia, no quedan en la conciencia elementos para constituir la imagen del placer; se olvida que se ha gozado en la juventud y se deja de creer en la realidad del bienestar y de las intensidades del goce.

                A la inversa, cuando una época buena se ha prolongado desaparece la representación del dolor; se supone inherente el bienestar al vivir y se comentan las mayores imprevisiones y desatinos; el dolor no tarda en volver y es recibido a los cuarenta años con la misma sorpresa y cobardía que a los veinte. Sí, por ejemplo, entre los treinta y los cuarenta años hemos disfrutado un período grato y duradero, creemos deberlo a nuestra experiencia, habilidad y valor adquiridos en los malos años. Esto es, en cierto modo, verdad, pero es grande error imaginarse, como ocurre a todos, que esa experiencia, riqueza y vigor intelectual, actividad cotidiana y endurecimiento a las crudezas morales y físicas de la vida, se han adquirido definitivamente. Se pierden, más o menos en el mismo número de años que se requirió para adquirirlos; se pierden con el bienestar como se adquirieron con el sufrir.

                El sufrimiento determinó el esfuerzo para adquirir poder muscular o intelectual, para dominar emociones y deseos, para formarse habilidades y hábitos; el bienestar que dimana de esas mismas adquisiciones origina a su vez la pérdida paulatina de éstas. La experiencia, las infinitas nociones generales y particulares, orientaciones y acumulaciones intelectuales de todo género, la noción neta del dolor mismo, se van debilitando, e igualmente las aptitudes morales, el valor, la circunspección; cuando el dolor reaparece nos toma tan de sorpresa, es un tan completo desconocido para nosotros como si recién saliéramos de la cuna.

                Hoy, en 21 de diciembre de 1906, me encuentro yo en un estado de bienestar cotidiano casi completo que con lentitud indecible ha venido pronunciándose desde hace algunos años, pero sin merecer el nombre de bienestar hasta hace algunas semanas solamente.

                Opino que para el 1º de marzo de 1907 se habrá acentuado con un pequeño matiz que le falta todavía para ser completo sin ser intenso. Cuando llegué a esa fecha diré al lector si se ha confirmado mi pronóstico.

                Después, mi estado de bienestar continuará intensificándose y mi actividad actual también, durante un lapso muy difícil de calcular, ciertamente.

                Opino que habrá también intensificación de felicidad durante año y medio, desde 1º marzo 1907 hasta 1º septiembre 1908, fecha aproximativa en que alcanzará el más alto grado de placer cotidiano y de actividad intelectual y muscular que puede ofrecer mi existencia; y que inmediatamente ambas empezarán a declinar para llegar dentro de otro año y medio, en 1º marzo 1910, al estado de bienestar completo pero no intenso en que me encontraré el 1º de marzo 1907, dentro de dos meses, en rebroussant chemin.

                Esa declinación proseguirá, de modo que recorreré de nuevo los estados cotidianos que acabo de pasar en  este año 1906, en los cuales ha prevalecido el placer en leve proporción. Así será el año de 1º marzo 1910 a 1º marzo 1911.

                Más allá de esa fecha el descenso de bienestar y de actividad continuará durante media docena de años; el año 1912 sería de igualdad de dolor y placer y luego el dolor empezará  prevalecer lentísima pero inflexiblemente hasta llegar a la miseria y sufrimiento incesante que ya he soportado en 1897, 1898 y 1899. Espero no encontrarme para entonces en el mundo de los autores y lectores.

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TEORÍAS, Macedonio Fernández, Edit Corregidor, año 1991, p. 47-49

ROBERTO ARLT

Publicado en Aguafuerte el 21 de Junio, 2012, 13:36 por MScalona

YO NO TENGO LA CULPA

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Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora, que debe ser una respetable anciana, me dice:

"Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".
Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me preguntaba:

"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del Partido Socialista Independiente?"
Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independiente, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un partido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dormir truculentas siestas y a "acomodarme" con todos los que tuvieran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.

Y otras personas también ya me han preguntado: "¿Dígame, ese Arlt no es pseudónimo?".
Y ustedes comprenden que no es cosa agradable andar demostrándole a la gente que una vocal y tres consonantes pueden ser un apellido.

Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no tengo la culpa.

Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, como me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi apellido, y le anden buscando tres pies. ¿No es, acaso, un apellido elegante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de "Máquina polifacética de Arlt"?

Bien: me agradaría a mí llamarme Ramón González o Justo Pérez. Nadie dudaría, entonces, de mi origen humano. Y no me preguntarían si soy Roberto Giusti, o ninguna lectora me escribiría, con mefistofélica sonrisa de máquina de escribir: "Ya sé quién es usted a través de su Arlt". Ya en la escuela, donde para dicha mía me expulsaban a cada momento, mi apellido comenzaba por darle dolor de cabeza a las directoras y maestras. Cuando mi madre me llevaba a inscribir a un grado, la directora, torciendo la nariz, levantaba la cabeza, y decía:

-¿Cómo se escribe "eso"?

Mi madre, sin indignarse, volvía a dictar mi apellido. Entonces la directora, humanizándose, pues se encontraba ante un enigma, exclamaba:

-¡Qué apellido más raro! ¿De qué país es?

-Alemán.
-¡Ah! Muy bien, muy bien. Yo soy gran admiradora del kaiser -agregaba la señorita. (¿Por qué todas las directoras serán "señoritas"?) En el grado comenzaba nuevamente el vía crucis. El maestro, examinándome, de mal talante, al llegar en la lista a mi nombre, decía: -Oiga usted, ¿cómo se pronuncia "eso"? ("Eso" era mi apellido.) Entonces, satisfecho de ponerlo en un apuro al pedagogo, le dictaba:

-Arlt, cargando la voz en la ele.

Y mi apellido, una vez aprendido, tuvo la virtud de quedarse en la memoria de todos los que lo pronunciaron, porque no ocurría barbaridad en el grado que inmediatamente no dijera el maestro:
-Debe ser Arlt.

Como ven ustedes, le había gustado el apellido y su musicalidad.

Y a consecuencia de la musicalidad y poesía de mi apellido, me echaban de los grados con una frecuencia alarmante. Y si mi madre iba a reclamar, antes de hablar, el director le decía:
-Usted es la madre de Arlt. No; no señora. Su chico es insoportable.

Y yo no era insoportable. Lo juro. El insoportable era el apellido. Y a consecuencia de él, mi progenitor me zurró numerosas veces la badana.

Está escrito en la Cábala: "Tanto es arriba como abajo". Y yo creo que los cabalistas tuvieron razón. Tanto es antes como ahora. Y los líos que suscitaba mi apellido, cuando yo era un párvulo angelical, se producen ahora que tengo barbas y "veintiocho septiembres", como dice la que sabe quién soy yo "a través de su Arlt".


Y a mí, me revienta esto. Me revienta porque tengo el mal gusto de estar encantadísimo con ser Roberto Arlt. Cierto es que preferiría llamarme Pierpont Morgan o Henry Ford o Edison o cualquier otro "eso", de esos; pero en la material imposibilidad de transformarme a mi gusto, opto por acostumbrarme a mi apellido y cavilar, a veces, quién fue el primer Arlt de una aldea de Germanía o de Prusia, y me digo: ¡Qué barbaridad habrá hecho ese antepasado ancestral para que lo llamaran Arlt! O, ¿quién fue el ciudadano, burgomaestre, alcalde o portaestandarte de una corporación burguesa, que se le ocurrió designarlo con estas inexpresivas cuatro letras a un señor que debía gastar barbas hasta la cintura y un rostro surcado de arrugas gruesas como culebras?

Mas en la imposibilidad de aclarar estos misterios, he acabado por resignarme y aceptar que yo soy Arlt, de aquí hasta que me muera; cosa desagradable, pero irremediable. Y siendo Arlt no puedo ser Roberto Giusti, como me preguntaba un lector de Martínez, ni tampoco un anciano, como supone la simpática lectora que a los veinte años conoció a mis padres, cuando yo "era muy pibe". Esto me tienta a decirle: "Dios le dé cien años más, señora; pero yo no soy el que usted supone".

En cuanto a llamarme así, insisto: Yo no tengo la culpa.

 

HORACIO GONZÁLEZ: Imperdible, HOY !!!!

Publicado en Sugerencias. el 21 de Junio, 2012, 13:22 por MScalona

Facultad Libre de Rosario...  HOY... HORACIO GONZÁLEZ...


http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/12-34329-2012-06-21.html

ANOCHE en CICLOTIMIA

Publicado en Fotitos. el 20 de Junio, 2012, 21:57 por MScalona

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HERMOSA NOCHE, como siempre, las fotos las sacaron Juli M. Sànchez y Lu

Andreozzi, si alguien tiene de Cè Rivarola, me avisa.  De arriba hacia abajo, MATÍAS

SETTIMO, ANDREA PARNISARI y LUCÍA ANDREOZZI.  Muy buenos txts y

excelente locución.  ¡Gracias!

CICLOTIMIA es un ámbito ideal, artístico, múltiple, dinámico, divertido, pero donde

el público, pese a su cantidad y heterogeneidad es respetuoso y considerado.

Nuevas congratulaciones a los organizadores, ERIKA ARÍSTIDES, PABLO

CASTRO LEGUIZAMÓN y FABRI SIMEONI... salute !!!!!!!!

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acá hay más fotos

https://www.facebook.com/media/set/?set=a.3906889787242.165782.1129210183&type=3

BOLAÑO + RIMBAUD

Publicado en General el 19 de Junio, 2012, 18:28 por MScalona

                                

                                                

                                                             21

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A veces Amalfitano se ponía a meditar acerca de su relativamente reciente homosexualidad y buscaba apoyos y ejemplos literarios para su consuelo. El único que se le venía a la cabeza era el de Thomas Mann y esa especie de mariposas lánguidas e inocentes que sufrió en la vejez. Pero él no era tan viejo, pensaba, y además Thomas Mann  probablemente por entonces ya chicheaba, lo que no era si caso. En algunos novelistas españoles que van cumplidos los treinta se descubrieron de improvisto maricas tampoco encontraba consuelo. La mayoría era bujarrones están carpetovetónicos que más bien cuando pensaba en ellos se deprimía. A veces recordaba a Rimbaud y hacía analogías retorcidas: en <<Le coeur volé>>, en donde algunos críticos veían el relato pormenorizado de la violación de Rimbaud por parte de un grupo de soldados cuando éste se dirigía a París a unirse al sueño de la Comuna, Amalfitano, dándole la vuelta a un texto al que se le podían dar muchas vueltas, veía el fin de su heterosexualidad ahogada en el ausencia de algo que no sabía precisar, una mujer, una heroína, una supermujer. Y a veces no sólo pensaba en el poema de Rimbaud sin que lo recitaba en voz alta, afición que tan Amalfitano como Rosa habían heredado de Edith Lieberman:

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Mon triste coeur bave á la poupe,

Mon coeur couvert de caporal:

Ils y lancent des jets de soupe,

Mon triste coeur bave a la poupe:

Sous les quolibets de la troupe

Qui psusse un rire géneral,

Mon triste coeur bave á la poupe,

Mon coeur couvert de caporal!

 

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Ithyphalliques et pioupiesques

Leurs quolibets lónt déprave!

Au gouvernail on voit des fresques

Ithyphalliques es pioupiesque,

Ó flots abracadabrantesques,

Prenez mon coeur, qu´il soit lavé!

Ithyphalliques et pioupiesques

Leurs quolibets l´ont dépravé!

 

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Quand ils auront tari leurs chiques,

Comment agir, o coaur volé?

Ce seront des hoquets bachiques

Quand ils auront tari leurs chiques:

J´aurai des sursauts stomachiques,

Moi, si mon coeur est ravalé:

Quand ils auront tari leurs chiques

Comment agir, o coeur volé?      *

*

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Todo estaba claro, pensaba Amalfitano entonces, el poeta adolescente degradado por la soldadesca justo cuando se dirigía, ¡a pie!, al encuentro con la Quimera, y qué fuerte era Rimbaud, pensaba Amalfitano renunciado ya a cualquier consuelo, emocionado y admirado a partes iguales, para escribir casi inmediatamente después el poema, con el pulso firme, las rimas originales, las imágenes que oscilaban entre lo cómico y lo monstruoso…

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Corazón robado ("Le Coeur volé")

Mi triste corazón babea a popa,
mi corazón lleno de tabaco:
sobre él arrojan escupitajos,
mi triste corazón babea a popa:
bajo las burlas de la tropa
que suelta una risotada general,
mi triste corazón babea a popa,
¡mi corazón lleno de tabaco!

Itifálicos y sorchescos
sus insultos lo han depravado!
En la velada narran relatos
itifálicos y sorchescos.
¡Oleajes abracadabrantescos,
tomad mi corazón, salvadlo!
¡Itifálicos y sorchescos
sus insultos lo han depravado!

Cuando sus chicotes hayan cesado,
¿Cómo actuar, oh corazón robado?
Se oirán estribillos báquicos
cuando sus chicotes hayan cesado:
tendré sobresaltos estomáquicos
si degradan mi triste corazón.
Cuando sus chicotes hayan cesado,
¿cómo actuar, oh corazón robado?


Arthur Rimbaud 1871


Este poema de Rimbaud fue escrito a los 17 años, tras la que se cree fue su primera experiencia sexual con un grupo de soldados en los cuarteles de la Rue Babylone en París.

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LOS SINSABORES DEL VERDADERO POLICÍA, Ed Anagrama p. 137-9

BOLAÑO y los talleres

Publicado en De Otros. el 18 de Junio, 2012, 19:24 por MScalona

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ROBERTO  BOLAÑO

LOS SINSABORES DEL VERDADERO POLICÌA, p. 146

Ed. Anagrama

                                                                          25

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¿Y qué fue lo que aprendieron los alumnos de Amalfitano? Aprendieron a recitar en voz alta. Memorizaron los dos o tres poemas que más amaban para recordarlos y recitarlos en los momentos oportunos: funerales, bodas, soledades. Comprendieron que un libro era un laberinto y un desierto. Que lo más importante del mundo era leer y viajar, tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca. Que al cabo de las lecturas los escritores salían del alma de las piedras, que era donde vivían después de muertos, y se instalaban en el alma de los lectores como en una prisión mullida, pero que después esa prisión se ensanchaba o explotaba. Que todo sistema de escritura es una traición. Que la poesía verdadera vive entre el abismo y la desdicha y que cerca de su casa pasa el camino real de los actos de Marcabrú. Que la principal enseñanza  de la literatura era la valentía, una valentía rara, como un pozo de piedra en medio de un paisaje lacustre, una valentía semejante a un torbellino y a un espejo. Que no era más cómodo leer que escribir. Que leyendo se aprendía a dudar y a recordar. Que la memoria era el amor.

Pròximamente...

Publicado en Sugerencias. el 18 de Junio, 2012, 18:47 por MScalona
Editar

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PILAR ALMAGRO PAZ

Publicado en Poemitas. el 17 de Junio, 2012, 13:21 por MScalona

Perfume  limón

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él había recortado la maleza de los bordes

desde la calle se escuchaba el galope de sus manos con la tijera

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el cielo de la ciudad se veía quieto

en la ventana del sheraton tokio

todos los días el camión se abría a las seis

con puntualidad oriental

y en su interior ramos de flores frescas

el humo del frio y del tiempo

nardos, lotos, varas de sauce

en paquetes cerrados con tules y seda

las espinas se las dejan a los hombres

en la cocina trillas vuelta y vuelta.

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ella recogía los restos de tierra y desde el mar hasta el morro

cabían casas prefabricadas que asomaban desde arriba

platos ovales que se cuelgan de la tierra y de ahí plantas

verdes y limas, un glaciar vegetal se desborda

lengüeteando entre dos montañas el mundo

avanza sobre el agua

el agua sobre mi

y pensar que un día dejarán de existir los barcos

dice él, es así, le digo, cada vez menos agua

menos hielo para las próximas caipirinhas.

-

él está sumergido en una bañera de venecitas

habla por teléfono desde allí

rompiendo toda posibilidad de descanso

y el agua es eso

un sonido interior cuando la cabeza se hunde

piensa: cómo será el ruido del mundo cuando ya no esté.

-

ella canta sola frente a un karaoke

que repite la música de yellow submarine

sus dedos dentro del whisky arreando los hielos

para su pago, con desconfianza

de lo que puede perder en el camino

la bombacha es tan grande y fea

que su cuerpo pidió permiso para salir.

-

nosotros cortamos las hojas de la planta que se estira hacia la fuente

se desprende un perfume limón

la punta de esas hojas busca el agua fría y las abejas

revolotean cerca de la cocina

y hervimos agua para el chá preto

y por la madera de las paredes caminan lagartijas

casi transparentes: se alimentan

de la misma fuente que las abejas

pienso.

-

él, cortó el pasto

sube los escalones de dos

en dos, tiene 77 años

y me dice: minina.

-

ella vuelve del mercado con un manojo de apio

y sube detrás de sus perros caniche

se escuchan pezuñas y ladridos

respiración agitada y un canto

-

yo estuve toda la tarde flotando en el mar

sumergida en mi baño de inmersión gigante.

El Bloomsday: "el día de BLOOM"

Publicado en homenaje el 16 de Junio, 2012, 11:32 por MScalona

Bloomsday

http://blogs.elpais.com/juan_cruz/2012/06/bloomsday.html

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Por: | 16 de junio de 2012

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El mejor homenaje a un escritor es leerlo. Hoy se celebra el Bloomsday, el día en que Leopold Bloom, el célebre personaje de James Joyce, recorre como Ulises el camino que en Dublín tantas décadas después marca la más impresionante carrera que la imaginación le prestó a la literatura y a la vida.

Poco a poco, la pasión por reproducir en la vida cotidiana, en la calle, en los bares, en las casas, la costumbre estrafalaria, extravagante y magnífica, la estratagema vital de Bloom se ha convertido en una costumbre.

Lo que fue transgresión es costumbre, y por tanto carnaval, celebración en la que se reglamenta todo lo que, en un momento dado, fue propio de la literatura y por tanto de la vida. Estuve hace un año en Dublín, viendo de cerca la evolución de ese acontecimiento. En el restaurante al que acudí para asistir a la ceremonia (misa laica incluida) me tocó en una mesa redonda en la que unas chicas muy coloradas, y muy tímidas, ingerían los riñones y el resto de los alimentos prehistóricos que cada año renacen en Irlanda para celebrar a Joyce, y les pregunté si habían leído algún libro de aquel artista al que tan pronto se le rompió la adolescencia. No tenían ni puñetera idea.

En otros lugares estuve, siguiendo los ritos; al mediodía, la ciudad era una amalgama de trajes que remitían a la época, sombreros enormes y barrocos, faldas que tapaban hasta los tobillos... Todo Dublín, como hoy, seguramente, era una manifestación literaria que se parecía, página a página, a lo que hay en el libro más famoso del siglo XX...

En esa ocasión, como seguramente pase hoy también, Joyce les servía a los dublineses de pretexto para el buen humor, y el buen sentido de la tragedia, con el que abordan una crisis de la que ya sabemos tanto. En aquella celebración a mi me sorprendió, en las pancartas que exhibían, la virulencia con la que trataban a los banqueros, entonces (y después) principales artífices arteros de la ruina del país. Ahora ya nosotros sabemos mucho también de eso, y acaso un día veamos, en la lectura del Quijote en el Círculo de Bellas Artes o en cualquier sitio, la búsqueda de textos en los que Cervantes también alude a banqueros y a usureros que entonces, como ahora, prefieren la ruina ajena antes que la solidaridad con el país al que esquilman...

Las librerías dublineses, esta semana, eran un homenaje constante a Joyce, una incitación a leer su obra que parece una tachadura de la hipocresía que en aquella ciudad, como en tantas de su estatura, son en realidad una calle mayor en la que todo el mundo sabe de todo el mundo. Librerías magníficas, por cierto, bien dotadas, bien atendidas. Las librerías de Dublín, como sus calles, son un homenaje al sosiego que hoy, otra vez, romperá Ulises. Bravo por Irlanda, por el humor y por tomarse con humor la tragedia.

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Autores
María Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-