"Es necesario que se pregunte para que yo siga vivo, por que yo soy tan sólo su memoria". HAROLDO CONTI. Los caminos, homenaje.




ROLAND BARTHES

Publicado en Ensayo el 27 de Abril, 2012, 23:18 por MScalona

Me duele el otro –

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COMPASIÓN. El sujeto experimenta un sentimiento de compasión violenta con respecto al objeto amado cada vez que lo ve, lo siente o lo sabe desdichado o amenazado por tal o cual razón, exterior a la relación amorosa misma.

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  1. “Suponiendo que sintamos al otro como él se experimenta a sí mismo –lo que Schopenhauer denomina compasión y que se llamaría más precisamente unión en el sufrimiento, unidad de sufrimiento-, deberíamos odiarlo cuando él mismo, como Pascal, se encuentra aborrecible”. Si el otro sufre alucinaciones, si teme volverse loco, debería yo mismo alucinar, enloquecer. Ahora bien, sea cual fuere la fuerza del amor esto no se produce: estoy conmovido, angustiado, porque es horrible ver sufrir a la gente que se ama, pero, al mismo tiempo, permanezco seco, impermeable. Mi identificación es imperfecta: soy una Madre (el otro me da preocupaciones), pero una Madre insuficiente; me agito demasiado, en proporción incluso de la reserva profunda en que, de hecho, me mantengo. Puesto que, en el mismo momento en que me identifico “sinceramente” con el infortunio del otro, lo que leo en esa desdicha es que se ha producido sin mí, y que, siendo desgraciado por sí mismo, el otro me abandona: si sufre sin que yo sea la causa, es que no cuento para él: su sufrimiento me anula en la medida en que lo constituye fuera de mí mismo.

  1. Y entonces, inversamente: puesto que el otro sufre sin mí, ¿por qué sufrir en su lugar? Su infortunio lo lleva lejos de mí; no puedo más que perder el aliento si corro tras él, sin esperanza de alcanzarlo jamás, de entrar en coincidencia con él. Separémonos pues un poco, hagamos el aprendizaje desde cierta distancia. Que surja la palabra reprimida que aflora a los labios de todo sujeto en cuanto sobrevive a la muerte del prójimo: ¡Vivamos!

  1. Sufriré por lo tanto con el otro, pero sin exagerar, sin perderme. A esta conducta, a la vez muy afectiva y muy controlada, muy amorosa y muy pulcra, se le podría dar un nombre: es la delicadeza: es como la forma “sana” (civilizada, artística) de la compasión. (Até es la diosa del extravío pero Platón habla de la delicadeza de Até: su pie es alado, apenas toca el suelo.)

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Roland Barthes,  Fragmento de un discurso amoroso.   Ed. Siglo XXI

  
Autores
María Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-