"Es necesario que se pregunte para que yo siga vivo, por que yo soy tan sólo su memoria". HAROLDO CONTI. Los caminos, homenaje.




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Publicado en Ensayo el 11 de Marzo, 2012, 14:21 por MScalona

Horacio Castellanos Moya

 

Una experiencia aterradora

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Itinerante. Nacido en Honduras de familia salvadoreña, Castellanos Moya se exilió en Canada en 1976 y vivió en Costa Rica, México y Estados Unidos.

Horrible cómo ha crecido esta ciudad, Moya, ya se comió casi la mitad del volcán, ya se comió casi todas las zonas verdes que la circundaban, una tremenda vocación de termita tiene esta raza, se lo come todo, sólo necesitas salir unos kilómetros de San Salvador para darte cuenta que más pronto que tarde este país será una inmensa y mugrosa ciudad rodeada de zonas desérticas e igualmente inmundas, me dijo Vega, la ciudad en sí ya es una de las ciudades más inmundas y hostiles que podás encontrar, una ciudad diseñada para que vivan animales, no seres humanos, una ciudad que convirtió su centro histórico en una porquería porque como a nadie le interesa la historia pues el centro histórico es absolutamente prescindible y ha sido convertido en una porquería, realmente una ciudad de porquería, un asco de ciudad, dirigida por tipos obtusos y ladrones cuya única preocupación es destruir cualquier arquitectura que mínimamente recuerde el pasado para construir gasolineras Esso y hamburgueserías y pizzerías.
   Tremendo, Moya, me dijo Vega, San Salvador es una versión grotesca, enana y estúpida de Los Angeles, poblada por gente estúpida que sólo quiere parecerse a los estúpidos que pueblan Los Angeles, una ciudad que te demuestra la hipocresía congénita de esta raza, la hipocresía que los lleva a desear en lo más íntimo de su alma convertirse en gringos, lo que más desean es convertirse en gringos, te lo juro, Moya, pero no aceptan que su más preciado deseo es convertirse en gringos, porque son hipócritas, y son capaces de matarte si criticás su asquerosa cerveza Pílsener, sus asquerosas pupusas, su asqueroso San Salvador, su asqueroso país, Moya, son capaces de matarte sin parpadear, aunque a ellos no les interese en absoluto y por eso destruyen su ciudad y su país con un entusiasmo enfermizo. Me dan un verdadero asco, Moya.
   No soporto esta ciudad, te lo aseguro, me dijo Vega, tiene todas las miserias y cochinadas de las grandes ciudades y ninguna de sus virtudes, tiene todo lo negativo de las grandes ciudades y ni uno solo de los elementos positivos, una ciudad en la que si no tenés carro estás frito, porque el transporte público es la cosa más increíble que ser alguno pueda imaginar, los autobuses están diseñados para transportar ganado no seres humanos, la gente es tratada como si fuera animal y nadie protesta, la cotidianidad es ser tratado como si uno fuera animal, la única manera de viajar en autobús es acostumbrándose a ser tratado cotidianamente como si uno fuera animal.
   Increíble, Moya, los conductores de esos autobuses seguramente han sido criminales patológicos desde su primera edad, se trata de criminales a sueldo convertidos en conductores de autobuses, me dijo Vega, se trata de tipos que sin ninguna duda fueron torturadores o masacradores durante la guerra civil y que ahora han sido reciclados como conductores de autobuses, desde el mismo momento en que uno logra entrar al autobús se da cuenta que ha puesto su vida en manos de un criminal que conduce a la mayor velocidad posible, que no respeta altos, ni semáforos en rojo, ni ninguna clase de señal regulador de tránsito, de un energúmeno cuyo único propósito es acabar con el mayor número de vidas en el menor tiempo posible, me dijo Vega.
   Es una experiencia aterradora, Moya, una experiencia no apta para cardíacos, nadie en su sano juicio podría viajar diariamente en autobús en esta ciudad, se necesita una permanente y sádica degradación del espíritu para poder viajar diariamente en autobús, se necesita una abyecta domesticación del alma para tolerar diariamente a esos criminales reciclados en conductores de autobús, te lo juro, Moya, por experiencia propia, yo realicé dos viajes en autobús, recién llegado a esta ciudad, y me bastó para comprender que semejante experiencia destrozaría mis nervios en un santiamén, me bastó para comprender el nivel de degradación a que es sometida cotidianamente la mayoría de la población de esta ciudad a manos de los criminales reciclados en conductores de autobuses, me dijo Vega.
   Vos, Moya, como tenés carro no sabés de lo que estoy hablando, seguramente nunca has tenido necesidad de viajar en un autobús, seguramente ni se te ocurriría subirte a un autobús, aun cuando tu carro esté averiado nunca se te ocurriría subirte a un autobús, preferirías pagar un taxi o le pedirías a algún amigo que te conduzca al lugar que querés ir. La gente en esta ciudad se divide entre los que tienen carro y los que viajan en autobús, ésta es la división más tajante, más radical, me dijo Vega, no importa tanto tu nivel de ingresos o la zona donde vivís, lo que importa es si tenés carro o viajás en autobús, Moya, una verdadera infamia.

(De El asco)

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Programa de mano

Las jornadas Literatura, política y violencia en América latina comenzarán el próximo viernes, a las 19, en la Facultad de Humanidades y Artes (Entre Ríos 758) donde Horacio Castellanos Moya y Rodrigo Rey Rosa conversarán sobre el tema del encuentro, con la moderación de Martín Prieto. Luego Sandra Contreras y Judith Podlubne presentarán los contenidos del nuevo programa de la Maestría de Literatura Argentina de la Universidad Nacional de Rosario. El sábado, a las 19, en el Museo de la Memoria (Córdoba y Moreno), los escritores invitados conversarán sobre "Escribir hoy en América latina". Marcelo Scalona será el moderador.

Castellanos Moya (1957), aunque nacido en Honduras, vivió desde niño en El Salvador, país del que es su familia. En 1976 se exilió en Canadá, más tarde en Costa Rica y luego en México. Actualmente reside en los Estados Unidos. Entre sus obras más reconocidas se encuentran El asco, Thomas Bernhard en El Salvador, Baile de serpientes y Tirana memoria.

Rey Rosa (1958) nació y se crió en Guatemala. Alumno en Tánger de Paul Bowles, a quien le dedicó una película Lo que soñó Sebastián, su obra derivó de cierta abstracción poética de sus primeros relatos hacia una narración de tipo realista. Entre sus libros más reconocidos se encuentran Que me maten si..., Ningún lugar sagrado, Piedras encantadas y El material humano.

Las jornadas son organizadas por el Centro Cultural Parque de España, el Museo de la Memoria, la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario y el Centro Cultural de España en Buenos Aires.

  
Autores
María Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-