Septiembre del 2011
Publicado en Nuestra Letra. el 29 de Septiembre, 2011, 11:48
por MScalona
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Matías Nicolás
Martes 13.
Me siento liviano, flotante, ejerzo el oficio del que se siente bien. Es fácil estar así, la felicidad debe ser algo parecido a ésto, si no es justamente ésto, claro. Insisto con la sensación de omnipotencia, si deseara levitar me bastaría pensarlo para poder hacerlo.
Mismo día más tarde.
Hable con Guillermo. La liviandad se volvió otra cosa, yo me volví otra cosa, él está hecho de otra cosa. No diré más que esto: es más pesado que vaca en brazo.
Jueves 14.
Escarbo mi recuerdo. Cuándo fue el día en que me metamorfosee en un No, gigante, rutilante, estridente, encandilante. Me pasaría la vida adjetivando. Los adjetivos son como yo: no van a ninguna parte, no avanzan, no son como los verbos, los adjetivos no van ni vuelven, no hablan ni gritan. Los adjetivos en todo caso son pendulares, se mueven para el costado: puro, impuro; brillante, opaco; bueno o malo.
Hoy descubrí lo que ya sabía: Guillermo miente. Me miente, lo que es peor. Sentí una pulsión de satisfacción absoluta. ¡Qué alegría no haberle creído nunca! Él es una máquina de dar explicaciones, yo una máquina de buscarle en el cuerpo el botón del off. Es un amor: me explica lo que ya entiendo, se explica a sí mismo y se equivoca al hacerlo. Qué placer no creerle, qué ventaja. Si evitara las lágrimas, la voz entrecortada, y los juramentos, sería el hombre perfecto. Pero no, es el que es, qué va a ser.
Viernes 15.
Terapia. ¿Seguís sin escribir? Sí. ¿A qué lo atribuís? A que hace un mes que soy un No gigante. ¿Qué es un No gigante? Y como no sé qué decir le contesto largo, y hablo, hablo, hablo. El ser un No me da la posibilidad de atiborrar al prójimo con mis explicaciones, que no explican nada, sino no serían mías. Me convertí en Guillermo, pienso. Y algo de eso hay, yo, como me desconozco me explico y me explico mal.
Me quedo a dormir de Guillermo, aunque no quiero hacerlo. Ser un No me da la posibilidad de no tener que ser consecuente. No quiero dormir con él y me quedo, pero como siento el No latiendo en mí, en mi interior, en mi yo profundo, entonces me hago el espectro. No hablo, no me río, no lo beso, asiento para no negar lo que dice –si total no lo escucho- y todo lo que de él deriva, me pasa por el costado. ¡Mirá como te arruino el fin de semana Guillermo! Para ser un espectro, tengo demasiado a flor de piel el rencor. Enroscado en la garganta lo llevo, como un talismán.
Sábado 16.
Hoy me levanté distinto, sintiéndome un Sí. No me podía quedar al lado de Guillermo, así que volví a mí casa. Necesito escribir, leer, mirar la tele, corregir, estudiar, ordenar la ropa, le dije. Asintió, contento de verme más animado. Llegué a mi casa y me acosté. A los quince minutos estaba extrañándolo. No estudié, no leí, no escribí, no, otra vez el No en mí. Lo llamé, hablamos una hora por teléfono. Media hora más tarde estaba en su casa, otra vez. Pero volví más compasivo con él, o conmigo. ¿No era que te ibas para escribir y todo eso…Sí, pero no, es que soy un No gigante. ¿Un No gigante? Sí, estoy perecido a vos, soy un desastre. Se empezó a reír, me hizo un té y fue inmediato: me volvieron las ganas de escribir, de leer, de corregir, de mirar tele, y me puse a hacerlo. Él me miró convencido de que estoy loco.
Domingo 17
¿Qué estás haciendo? Reflexionaba sobre el lenguaje, le dije, por decir algo, por no decir nada. Ah, estás re al pedo, me respondió con esa impunidad que sólo tienen los que están desnudos, y durmieron con uno. Me gusta cómo te queda lo que tenés puesto -lo sorprendí- y por su gesto de verse el cuerpo, revisándose como el rey desnudo, me enterneció, quedé fascinado con él, y por eso elegí irme a casa, me esperaban la ropa que no iba a ordenar, las novelas que no iba a leer, y los manuscritos que nunca corregiría
No hablés de mí en el diario, me pidió. No tendría qué decir de vos, le contesté. ¿Nada? ¿No doy ni para una oración? -me dijo cuando volví, una hora y media después.
Es forzoso: ser un No gigante, es no tener a dónde ir. Guillermo lo sabe.
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Publicado en Sugerencias. el 29 de Septiembre, 2011, 10:37
por MScalona
La escritora presentará su nueva novela "La Voz", a las 19 en Librería Homo Sapiens, en el marco de la colección Ciudad y Orilla. Alma estará acompañada por Marcelo Scalona y Humberto Lobosco.
28 sep, 2011
Alma Maritano estará a las 19 en Sarmiento 825
La escritora Alma Maritano presenta esta tarde, a partir de las 19 en librería Homo Sapiens (Sarmiento 825), su novela La voz, en el marco de la colección Ciudad y Orilla que dirige el escritor Marcelo Scalona.
"En una colección de narrativa rosarina no podía faltar Alma Maritano, de cuyo taller literario, o de los de sus alumnos, han salido gran parte de los escritores más destacados de Rosario en los últimos treinta años", destaca Scalona, que busca lograr una auténtica colección de narrativa local contemporánea.
Por otra parte, dice Scalona: "Su novela, curiosamente, se llama La voz, y es ésa, su voz, esencial en cualquier biblioteca rosarina. Pero claro que no elegimos la novela por el currículum de la autora, la publicación no es un homenaje; en todo caso, lo será para los lectores que se van a encontrar con esa clase de textos que los escritores llamamos monstruosos (animal textual inclasificable), a los que en otra época, con menos desarrollo crítico, se los llamaba «antinovelas»".
En la presentación de esta tarde, a cargo de Humberto Lobosco y del propio Marcelo Scalona, habrá música como una manera de conjugar las distintas voces que se mezclan en esta singular novela rosarina.
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Publicado en Ensayo el 28 de Septiembre, 2011, 11:09
por MScalona
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CULTURA / ESPECTACULOS ›
LITERATURA. LA VOZ, FLAMANTE
NOVELA DE ALMA MARITANO
El regreso de la alquimista
Editada dentro de la colección Ciudad y Orilla de Homo Sapiens,
la obra gira en torno a tres personajes centrales, en un triángulo amoroso
complejo donde la autora, rica en ardides, demuestra que es capaz de
extraer oro de las piedras.
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El libro pesa en la mano. Al abrirlo parece un libro más; pero al terminar de leerlo, sus densas trescientas dos páginas, anchas y espesas como el Paraná, impresas de margen a margen con una prosa torrencial sin puntos aparte, pesan en la mano como un arma corta liviana, o lo que el lector imagina que debe ser el peso de un arma corta liviana que acabara de usarse con consecuencias irreversibles. Sin embargo, lo letal de la historia que cuenta esta nueva novela de la reconocida escritora rosarina Alma Maritano es muy de otro orden.
Como en las óperas a las que alude y homenajea, aquí la pasión, por sí misma, es capaz de matar. El título, La voz, remite doblemente al canto lírico que cultiva una de las protagonistas y a los intentos de la otra por encontrar su estilo personal como escritora. El libro se presenta esta tarde, a las 19.30, en la librería Homo Sapiens (Sarmiento 825) y acaba de salir de imprenta por la editorial del mismo nombre en la colección Ciudad y Orilla que dirige Marcelo Scalona, quien lo celebra con merecido entusiasmo en la contratapa.
Carla Giuseppina Castelnuovo (Pina, para los amigos) es una cantante de ópera, retirada y entrada en años, que vive como pordiosera solitaria y enloquecida por los recuerdos; Magdalena Ortiz Daguerre (Magda, Malena u ortizdaguér, según quién la nombre) es una estudiante de primer año de Derecho con una abuela obsesionada por las hierbas, una atracción por los chicos peligrosos y un padre abogado que se traviste a escondidas, entre otras excentricidades de una familia muy normal. Las dos viven en Barrio Martin: una en la mansión que abandona para vagar por la orilla del río y la otra en un departamento. El gozne trágico entre las dos mujeres es un hombre, seducido por ambas. El triángulo pasional se hace más complejo gracias a que la historia de amor más potente tiene lugar entre ellas dos.
Ni qué decir que las cosas van a terminar mal. Además Víctor, el protagonista, que reparte pizza en moto y en su tiempo libre es líder de una barrita donde se lo conoce como el Alemán, tiene vocación de músico y una afición particular por el grupo Divididos; la pizza es una mera fachada de negocios más turbios. A la salida del baile o del recital (o del recital con baile) donde conoce a Magda, Víctor viola a una mujer. No queda claro el grado de consenso de la víctima y por lo tanto si ésta lo es o no y sobre esta ambigüedad, y dando por sentado lo inverosímil de que una mujer pueda no reconocer a su violador, o a alguien con quien ha tenido sexo casual (los límites entre ambas categorías aparecen aquí demasiado difusos), se monta la tragedia.
En manos menos experimentadas, este argumento naufragaría en el desastre. Pero Alma Maritano es rica en ardides y logra extraer oro de las piedras. Al igual que en sus novelas anteriores, construye personajes tan cercanos que uno espera hallarlos entre sus conocidos. Su virtuoso dominio de la técnica narrativa permite que la escritura reproduzca las líneas del argumento triangular, de modo que los tres narradores y protagonistas apasionados se cuentan, miran y narran entre sí. Por supuesto que además se hacen muchas otras cosas.
Y Maritano habla en su lenguaje. La autora desdobla a la adolescente Magda/Malena en su voz "natural" y lo que intenta cultivar como escritura. Conmueven los primeros pasos de autora novel con los que el personaje de Magdalena va desplegando un libro dentro del libro, en cursivas, y en un estilo parco, semejante a cómo escriben muchos autores jóvenes de hoy. En contraste, el estilo indirecto libre del narrador omnisciente varía según haga foco en Pina o en Víctor, para quien Maritano demuestra un intuitivo pero certero conocimiento tanto del lenguaje y los códigos de la calle como de la psicología masculina. Los pasajes de Víctor son de un vigoroso coloquialismo urbano, mientras Pina se luce en una prosa suntuosamente modernista, acorde con su procedencia culta.
A medida que la intensidad del drama crece, las tres voces confluyen, se confunden entre sí y el ritmo se va pareciendo cada vez más al de la ópera. En un alarde de maestría, y a través de un monólogo interior o soliloquio de un Víctor desesperado, la novela culmina con pasajes que evocan un aria: "Hoy no ha venido. Tal vez se ha acostado con otro. Miente. Dice que quisiera cantar. Miente. Por eso una novela. Ella le regaló el pañuelo. Le regaló su vida. La otra fabricó una sonrisa cínica y dijo que sí, que la ficción es lo único verdadero que se puede compartir. Miente".
Párrafo aparte merecen dos personajes más: el gato de Pina, llamado Sparafucile (no sólo es quien peor la pasa, sino el único que realmente la pasa mal) y el paisaje de la ciudad de Rosario, que materializa en imágenes imborrables el lema mismo de la colección, Ciudad y Orilla. Los contrastes de Barrio Martin, con su clase media alta, refinada pero pacata y ajena al submundo de sus calles y de sus barrancas, están representados con una vivacidad capaz de conjurarlos.
En La voz, Maritano logra hacer de Barrio Martin algo así como el Sunset Boulevard de Chandler, con luz del Paraná en lugar de la del Pacífico. El muro de la página de fans que lleva su nombre y apellido en Facebook está lleno de testimonios de los lectores que crecieron leyendo su saga juvenil y ansían conocer Rosario, el mundo de Robbie y los otros personajes que van creciendo a través de Vaqueros y Trenzas, El visitante, En el sur, Cruzar la calle y Pretextos para un crimen. Alma Maritano (San Genaro, Provincia de Santa Fe, 1937) egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNR (entonces UNL) y es tallerista. Obtuvo la Faja de honor de la Sade en literatura infantil por Un globo de luz anda suelto. Si no le han otorgado aún el título de ciudadana ilustre o artista distinguida, deberían. Ya es hora.
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Publicado en De Otros. el 27 de Septiembre, 2011, 16:28
por MScalona
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Balada del ausente
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Entonces no me des un motivo por favor No le des conciencia a la nostalgia, La desesperación y el juego. Pensarte y no verte Sufrir en ti y no alzar mi grito Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa, En lo único que puede ser Enteramente pensado Llamar sin voz porque Dios dispuso Que si Él tiene compromisos Si Dios mismo le impide contestar Con dos dedos el saludo Cotidiano, nocturno, inevitable Es necesario aceptar la soledad, Confortarse hermanado Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur, En cualquier regreso En cualquier hora cambiable del crepúsculo Tu silencio Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda Que no responde al sombrero enlutado Golpeando las rodillas Que teme a Dios y se preocupa Por lo que opine, condene, rezongue, imponga. No me des conciencia, grito, necesidad ni orden. Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron Giro hacia el mundo y su secreto de musgo, Hacia la claridad dolorosa del mundo, Desnudo, sólo, desarmado bamboleo mi cuerpo enmagrecido Tropiezo y avanzo Me acerco tal vez a una frontera A un odio inútil, a su creciente miseria Y tampoco es consuelo Esa dulce ilusión de paz y de combate Porque la lejanía No es ya, se disuelve en la espera Graciosa, incomprensible, de ayudarme A vivir y esperar. Ningún otro país y para siempre. Mi pie izquierdo en la barra de bronce Fundido con ella. El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora. Se aceptan todas las apuestas: Eternidad, infierno, aventura, estupidez Pero soy mayor Ya ni siquiera creo, En romper espejos En la noche Y lamerme la sangre de los dedos Como si la hubiera traído desde allí Como si la salobre mentira se espesara Como si la sangre, pequeño dolor filoso, Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil. Muerto por la distancia y el tiempo Y yo la, lo pierdo, doy mi vida, A cambio de vejeces y ambiciones ajenas Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas. Volver y no lo haré, dejar y no puedo. Apoyar el zapato en el barrote de bronce Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser. La paz y después, dichosamente, en seguida, nada. Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas, no me inflará las mejillas Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.
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Juan Carlos Onetti, Uruguay, 1909-1994
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Publicado en Ensayo el 27 de Septiembre, 2011, 13:36
por MScalona

CHÉJOV, 16 consejos
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Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir.
Cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor. Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo.
Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco y no comprendo.
No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmañado y audaz. La brevedad es hermana del talento.
Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que he visto sino de cómo lo he visto.
Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad: nada de lo que leo, mío o ajeno, me parece lo bastante breve.
Cuando escribo, confío plenamente en que el lector añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.
Es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita o de una cocinera.
Guarde el relato en un baúl un año entero y, después de ese tiempo, vuelva a leerlo. Entonces lo verá todo más claro. Escriba una novela. Escríbala durante un año entero. Después acórtela medio año y después publíquela. Un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso, elaborado.
Te aconsejo: 1) ninguna monserga de carácter político, social, económico; 2) objetividad absoluta; 3) veracidad en la pintura de los personajes y de las cosas; 4) máxima concisión; 5) audacia y originalidad: rechaza todo lo convencional; 6) espontaneidad.
Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir. No dejes correr tu pluma cuando tu cabeza está cansada.
Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina, se puede engañar a la gente e incluso a Dios, pero en el arte no se puede mentir.
Nada es más fácil que describir autoridades antipáticas. Al lector le gusta, pero sólo al más insoportable, al más mediocre de los lectores. Dios te guarde de los lugares comunes. Lo mejor de todo es no describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se desprenda de sus propias acciones. No publiques hasta estar seguro de que tus personajes están vivos y de que no pecas contra la realidad.
Escribir para los críticos tiene tanto sentido como darle a oler flores a una persona resfriada.
No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se entiende nada. Sólo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo.
No es la escritura en sí misma lo que me da náusea, sino el entorno literario, del que no es posible escapar y que te acompaña a todas partes, como a la tierra su atmósfera. No creo en nuestra intelligentsia, que es hipócrita, falsa, histérica, maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera cuando sufre y se lamenta, ya que sus perseguidores proceden de sus propias entrañas. Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos los rincones -sean intelectuales o campesinos-; en ellos está la fuerza, aunque sean pocos.
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ANTÓN CHÉJOV, Rusia, 1860-1904
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Publicado en Poemitas. el 26 de Septiembre, 2011, 17:15
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Publicado en Sugerencias. el 26 de Septiembre, 2011, 11:27
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Publicado en Fotitos. el 25 de Septiembre, 2011, 23:25
por MScalona
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VERANEO de Pilar Almagro Paz, que se presenta el próximo viernes 7 de octubre,
Ed. Tropofonía (Gervasio Monchietti), vendió todos sus ejemplares en el stand. Luego,
EN EL PRESENTE DE LA PULSACIÓN, de Nicole Brossard, dedicado al suscripto,
Ed. Botella al Mar; PUNCTUM, de Martín Gambarotta, Ed. Mansalva-Vox;
Antología bilingüe de RAYMOND CARVER, Incendios y Donde el agua…;
CO CO Drilo pierde el chupete, Ediciones Martina Scalona y RODRIGO REY ROSA,
Piedras Encantadas, Ed El Andariego.

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Publicado en Fotitos. el 25 de Septiembre, 2011, 22:26
por MScalona
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esto fue ayer sábado en FUNES, en la quinta de ROSANA WOLOCHWIANSKI
con la presencia de Rosy, Matías Settimo, Matías Magliano (el asador), Julieta Tonello,
Nico Foppiani, María Belén Irusta, Julia Mariana Sánchez, Marce, Eduardo Mutazzi,
Josefina y Osvaldo N. Farías. Mediodía y tarde maravillosa…. !!!!!
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Publicado en Nuestra Letra. el 23 de Septiembre, 2011, 23:24
por MScalona

13/9/2011-Martes
Por encargo de mi amigo, mentor y gurú, faro narrativo y brújula literaria, M. Scallona, empiezo este diario. Él me asegura que un diario es un medio excelente para afinar la introspección, cualidad que, desde Proust y Joyce, y toda esa ilustre camada de neuróticos, es fundamental para un escritor. Hoy, me dice, no basta con ser solamente inventivo; es necesario alcanzar los confines de la subjetividad. Podría decirse que la literatura deshizo su marcha para volver a ser lo que fue, una invocación de las potencias primigenias, sólo que éstas son ahora las del inconsciente. Y la forma de invocarlas, por supuesto, ya no es con discursos grandilocuentes, sino desde la trivialidad. Chejov sería entonces nuestro Homero (o si se prefiere, nuestro dios), y las historias mínimas nuestras epopeyas. El diario, si entendí bien, sería entonces la reconciliación del escritor con su trivialidad, lo contrario de las memorias o confesiones, que serían más bien formas de “novelizar” la vida. Sería un ejercicio del detalle, tal vez el triunfo de la neurosis (Scallona no lo dijo así, pero imagino que estará de acuerdo).
14/9/2011-Miércoles
Empecé el día con la preocupación de cambiar los diarios sucios en la jaula del cobayo (o “cobayera” como yo la llamo, aunque no estoy seguro de que el término sea correcto). Tenemos al cobayo en casa desde hace dos días, y todavía no me acostumbro del todo a cuidarlo. De cualquier manera, el proceso fue más fácil de lo que esperaba (dirían en el campo: “como agarrar a una serpiente por la cola”). Me dijeron que el cobayo es de la familia de los conejos (¿un conéjido? O tal vez el conejo sea un cobáyido), y que por eso mismo (?) necesita espacio. Lo dejé pasear por mi habitación y se escondió abajo de un mueble. Tardé un rato en sacarlo.
A la noche, fui a la presentación de la revista literaria “Facundo”, con M. Scallona y la gente del taller. En el camino de vuelta, me encontré con unos conocidos de la secundaria que me invitaron ipso facto a comer un asado en Funes. Por supuesto les dije que no.
4.10 a.m: Desde la ventana, me llegó el ruido de una frenada y un choque. No pude ver mucho, pero por la violencia del mismo, sospecho que alguien debe haberse matado. Mañana me enteraré*.
- Nota: para entender a que me refiero cuando digo “mañana” conviene notar que, en mi criterio,el día termina cuando me acuesto (alrededor de las 4.30 a.m) y empieza cuando me levanto (alrededor de la 1 p.m).
15/9/2011-Jueves
Leí la “Batracomaquia”. En algún momento, probablemente intente escribir algo parecido. Según leí, la idea ya fue reciclada varias veces por varios escritores (Lope de Vega, por ejemplo, escribió una “Gatomaquia”), asique es lo suficientemente poco original para que no me moleste ensayarla.
A la tarde, tuve un ataque de abulia. Me hundí en el sillón, mirando televisión, y no quise levantarme durante unas horas. Tendría que hacer un esfuerzo para recordar qué fue lo que vi. A las 7.00 salí a caminar. Me crucé con una pareja que conversaba en inglés. Por lo que pude entender, el tipo contaba alguna anécdota sobre una vieja y algún asunto de drogas. No pude oír mucho más.
A la noche, tuve una charla más o menos tensa con mamá. Me insistió en que busque trabajo y me recordó el plazo que me puso, hasta fin de año, al cabo del cual piensa “ponerme de patitas en la calle” (sic).
El cobayo, al parecer, se adapta bastante bien, y come bastante bien y también hace su digestión bastante bien. Mañana voy a tener que cambiar otra vez los diarios.
16/9/2011-Viernes
Almorcé con mis abuelos, como todos los viernes. En el camino a su casa, me crucé con una profesora de geografía del secundario, a la que recuerdo bastante bien, principalmente porque tenía la costumbre de ir a la escuela vestida como una prostituta. No la saludé.
Fue un día lluvioso. Dormí una siesta, cosa que generalmente no hago. A la noche, usé el mal tiempo como excusa para quedarme en casa, y evitar un compromiso que no tenía deseos de cumplir.
Mis intentos de amaestrar al cobayo (enseñarle a reconocer mi voz y quizás hacer algún truco) no mostraron hasta ahora ningún resultado significativo.
17/9/2011-Sábado
Me levanté a las 3.40 p.m. Desayuné a las 4. Después fui a “tomar una coca” –expresión coloquial que, como todo el mundo sabe, significa encontrarse en algún lugar, y no necesariamente implica tomar coca-cola, aunque en este caso sí lo hicimos- con unos amigos. Después fuimos a jugar al pool. Jugué bastante mal.
Volví a casa. Estuve escuchando música unas horas (Beatles, Fleetwood Mac, esa clase de cosas) y tonteando con la armónica, instrumento que toco desde hace un año, y que se me da tan bien como el pool o la cría de cobayos.
A la noche, preferí otra vez quedarme en casa.
18/9/2011-Domingo
Cambié los diarios sucios, y limpié el piso alrededor de la cobayera, de la mejor manera que se me ocurrió: con papeles mojados. Realmente no había pensado seriamente en el parentesco del cobayo con cualquier otro roedor hasta que tuve que recoger su excremento del piso.
A la tarde fui a una muestra de teatro aéreo en un galpón cerca de casa. El espectáculo no fue brillante. De cualquier manera, fui más con la idea de congraciarme con una amiga que por “amor al arte”, y en ese sentido, no creo que haya sido tiempo perdido.
Volví a casa a las 7.30. Estuve viendo televisión un rato. Después me instalé en la computadora, y en eso se me fue la noche.
19/9/2011-Lunes
Fui a mi clase de francés, como todos los lunes desde hace un mes. Mi profesora es una señora bastante vieja y bastante rara, de nombre Françoise. Tiene el pelo teñido de un rubio chillón, los ojos bien azules y la piel arrugada como un papiro antiguo (imagino que si supiera algo de egiptología, podría leer jeroglíficos en su frente).
Volví a casa, y reanudé la lectura del “Diario de a bordo” de Cristóbal Colón, que tenía abandonado desde el viernes. Este libro me interesa por dos motivos: primero, por las muchas referencias que hace de él Todorov en la primera parte de “La conquista de América” (una obra que leí con bastante atención hace unos años). Segundo, porque siempre me gustaron los relatos de aventuras marítimas. Empezando por “20.000 leguas de viaje submarino”, y “Robinson Crusoe” (y una continuación menos inspirada, titulada “Nuevas aventuras de Robinson Crusoe”), siguiendo por “La isla del tesoro”, “Los viajes de Gulliver”, “Benito Cereno”, “Trafalgar”, incluso “La Odisea”. Sé que, desde el punto de vista de cualquier crítica literaria, es un prejuicio bastante poco defendible, pero cualquier novela que involucre barcos, viajes, descubrimientos, me parece inherentemente entretenida.
Salí a caminar a las 7.30.
Jugué un poco con el cobayo. El animalito me tiene miedo, y para ser justos, yo también le tengo un poco de miedo, asique podría decirse que estamos en una situación de igualdad. Mañana voy a soltarlo un rato en mi habitación, para que explore un poco y tenga más espacio donde moverse –lo que, como ya anoté, es muy importante para los conéjidos o cobáyidos-.
20/9/2011-Martes
Me desperté a las 11. Fui a un laboratorio para consultar sobre las sutilezas de unos análisis que tal vez me haga mañana, nada más que para tranquilizarme respecto de mi estado de salud y acallar mi hipocondría (por supuesto ya me hice miles de análisis en mi vida, y eso nunca acalló mi hipocondría, pero uno nunca pierde la fe).
Solté al cobayo unos minutos, después de haber preparado un poco el espacio para que no tuviera donde esconderse. El pobre bicho se asustó y emitió unos chillidos muy agudos, que me recordaron un poco a las alarmas de algunos autos. Me apiadé y lo metí en su cobayera. Logré que comiera de mi mano un pedazo de zanahoria (lo cual, según leí en alguna página de internet a la que no doy tanto crédito, es señal de confianza y por tanto un avance).
A la tarde, nos visitó una conocida, que trajo a su hijo de tres años. Eso me puso bastante nervioso. No me gustan los chicos, y menos cuando están en mi casa. Jugué con él un rato para entretenerlo y evitar que fuera a mi habitación y tocara mis cosas.
Más tarde, salí a caminar.
A la noche, estuve viendo algunos capítulos de “Los Simpsons” en la computadora. Como todo buen seguidor sabe, los viejos son los mejores.
Afuera es un desastre. Hay pibes gritando, chiflando, con la “música” a todo volúmen, celebrando a su particular(mente estúpida) manera el día del estudiante/de la primavera. En general esta clase de cosas me resultan muy molestas, y si de mi dependiera, probablemente acabaría matándolos a todos (lo cual me hace pensar hasta qué punto es una suerte que no dependa de mí).
J U A N
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Publicado en Nuestra Letra. el 23 de Septiembre, 2011, 23:15
por MScalona

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Martes 13 de setiembre – 22 horas
Iniciar un diario a los 51 años es comenzar una aventura doble: porque mí recorrido kantiano siempre me ha pesado y porque hoy me alivia hacerlo. Adicionalmente, escribir con tinta y pluma ya es una tarea de riesgo, encima si le sumo que luego no entiendo lo que escribí, el conflicto se agudiza.
A pesar de ello, comienzo estas notas con la alegría de pertenecer al taller de Marcelo y de los compañeros que aportaron ese soplo que impactó en el ser para despabilar el deseo adormecido por los libros, por los buenos libros, y en especial por su lectura; esa que había ido de a poco abandonando.
Medianoche en Jekyll & Hyde, profe, compañeros y nuevos allegados, conocidos, en fin… aquí también se construye eso que luego es la levadura para el pan literario.
Miércoles 14 de setiembre – 14 horas.
Trabajo pero ahora tengo un diario… y me aparecen recuerdos, retazos de análisis… de vivencias idas que retornan “causalmente” para apuntar en esta libretita comprada para ello. Como casi siempre una cosa encadena a otra, es un diario el causante de estos remozados pensamientos que retornan como aquellas oscuras golondrinas o es que vuelven porque hay un diario que llenar.
Miércoles 14 de setiembre – 20 horas.
Presentación de la revista Facundo en la Fávrika. Entre copas de whisky, discursos superpuestos, e imágenes paganas a los Ceratti esta era una puesta en escena, en vivo se diría hoy, de la experiencia de la ínter discursividad híper moderna.
En el estrado los disertantes (muchos y verborrágicos), en el bar(t) gente (poca y azorada) y en pantalla de los infaltables LCD la pelea muda de Santiago Bal y Carmen Barbieri (en off porque el momento así lo requería); igual no entiendo porque no se apagaban si lo ameritaba la circunstancia. En conclusión hoy por hoy las cosas son así, en retazos, en cortocircuitos, en superposiciones, como la imagen en tríptico con los dos personajes anteriores de otro actor, Tortonese con peluca rubia. Toda la situación con palabras y poemas de escritores y las imágenes confluían para el armado del collage híper moderno. Siempre le agradeceré a Marcelo la invitación y sus comentarios que no hay duda son un plus al trabajo eximio del taller.
Ya no hay más pureza clásica, ahora todo está superpuesto… autores de barrio en bar temático y céntrico… Imágenes y palabras discordantes.
Jueves 14 de setiembre – 22 horas
Y sí seguro no hay nada. Pero de algo sí que lo estoy, lo seguro digo. Cuando aquellas mujeres que vienen a casa a saciar sus ganas de placer y despiertan por las mañanas y les hago la pregunta fatídica: ¿cómo dormiste? Y contestan sistemáticamente que ese reloj de mierda (en realidad de campanadas) no la han dejado dormir en toda la noche; les aseguro que mi mañana comienza con un gran sonrisa. Ahora bien, cuando la respuesta es que no escucharon nada, que han dormido como una piedra; me apuro a despedirlas. Señal inequívoca de que ya la mañana comienza a complicarse.
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Ahora recuerdo. Hace unos años atrás tuve un accidente automovilístico (entre varios). En verdad luego pude reconocer que no fue eso, sino un incidente, y no solo la diferencia era fonemática. La distancia entre uno y otro significante es algo que va entre lo que está entre un yo dormido y ese otro que se atreve a despertar de ese largo sueño traumático. Los incidentes son aquellos despertares que se producen para que los accidentes no aparezcan dormidos como uno casi siempre está. Un accidente es seguramente otra manera de seguir dormido.
Viernes 16 de setiembre – 12 horas
Si es cierto, Marcelo tiene razón cuando nos advierte, el amor devoción, es uno al cual uno debe alejarse.
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Escucho a John Scofield Quartet, y el sonido de es guitarra hace mojar mi rostro, ¿cómo puede una cuerda hacer bailar a un cuerdo?
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Nací rosarino, pero hoy aseguro que en mis venas circulan esa sabia de generaciones; por eso, amo a la italiana, sufro a lo griego, hablo a lo español, sueño a lo francés, pienso a lo escandinavo y cojo como un árabe.
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Me siento vivo porque me sé corriendo hacia el final.
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Como dice Pao, no te acordás lo que me decís a la mañana, cada mañana, todas las mañanas. ¿No te olvides nada? ¿Te llevas todo? Acaso esto sea la continuación del dictamen al reloj de campanadas.
Sábado 17 de setiembre – 06.30 horas
Intento despertarme… la compañía entre mis sábanas ha hecho lo posible para seguir durmiendo pero la luz del día no ayuda y se opone ferozmente. Son estos momentos lo que más inquietud despiertan/adormecen.
Mañana gris, fría, mañana como muchas otras y como otras muchas, única. Me pregunto o sueño, esto que acontece ¿es la vida? ¿Será que vivir es despertar? En todo caso, ¿despertar a qué? Intento pero no abro los ojos, escucho y huelo que ella está ahí… me alegro y me da miedo al mismo instante. Aún mis celosías están cerradas, pero percibo casi todo a mí alrededor. Mañana difícil me digo sin averiguarlo para qué. A pesar mío, ella sigue ahí cubriendo mi desnudez. Lo más difícil esa que la anatomía no nos da a ver, no la otra, la inconmensurable, la que nunca se puede abrigar con casi nada.
Estás muy bien, dice esa voz que nunca deja de hablarnos. Caigo en la cuenta que esa es mi dificultad, ¿mía?, me cuestiono. Y en esa interrogación sin pausa, están miles de años agolpados.
Tal vez, vuelvo a detenerme, lo más azaroso, eso lo más imprevisto, lo más humano, sea no poder soportar estar por fin bien, muy bien. No digo feliz, porque de eso todo el mundo padece. ¡No!, digo de estar bien, de aceptarse en esa plenitud. Acaso no somos esos peces que sólo están a gusto en su elemento líquido; aunque en ese mismo hecho le está agazapado su aniquilamiento.
Somos seres sufrientes y más nosotros, los argentos, esos que el tango nos describe melancólicos, o nos escribe. Y es verdad viejo, cuando sufrimos somos los mejores, estamos en nuestro líquido elemento. Ahora bien cuando se disipa, cuando comienza a evaporarse, se lo comienza a vivir o a sobrevivir con cierta por no decir con total angustia, esa que cuando aparece la esperamos.
Vivir tal vez sea eso ¿no, despertar soñando que el sufrimiento puede dejarse atrás, aunque siempre al acecho y añorándose, tenga más posibilidades que su contrario aparezca.
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Diderot decía: “Hay dos clases de entusiasmo: el entusiasmo del alma y el del oficio”. Frase que se conecta con el escribir. El taller nos enseña a prestar oídos al Oficio, con mayúsculas. Busco en el diccionario su significado. Porque casi siempre los que tenemos inconvenientes con las palabras creemos que buscar en algún lado nos ayudará a descifrarlas. No nos damos cuenta que ahí donde se lo debe encontrar es donde no se la busque.
De todas maneras, insisto. Entre todas las definiciones me quedo con esta que detuvo mi deriva: gestión para beneficiar o dañar a alguien. Y de inmediato se me agregó esta idea del escribir: no será que ese acto implica la conjunción de estos dos destinos: dañar y/o beneficiar.
ä
En un curso me recuerdan un hecho que no deja de hacerme sonreír. ¿Sabías que el término resucitar no puede utilizarse ya más para los cursos de reanimación cardiovascular? La pregunta que viene ¿por qué? Sí adivinaste porque el Vaticano se opone a que se utilice ese término. Copyright que le dicen. ¡Qué bueno!... Ahora las palabras tienen dueño.
Domingo 18 de setiembre – 17 horas
Tuve una mañana movida. Recién paro. He terminado de leer el libro de Guillermo Martínez que me recomendara Marcelo “Yo también tuve una novia bisexual”. La segunda parte habla justamente de un Diario, el de Jenny y donde he rescatado esta frase de Todorov que está dicha en su libro “Crítica de la crítica” y me pareció necesario que en este mi Diario tenga que reaparecer: “La posibilidad de oponernos al nihilismo sin dejar de ser ateos”.
Lunes 19 de setiembre – 20.30 horas
Aún en el trabajo. Menos mal que cuento con el Diario para descansar. Para mí es un paréntesis en este día de locos que tengo, comiendo de una semana complicada ya lo vislumbro. Pérdidas de todos los archivos de este año y hasta ahora imposibilidad de recuperarlos.
Por eso este espacio dentro de un día monolítico deja entrar en mis pulmones un poco de aire. Y también este espacio de hojas diarias lo hace a uno escribir, siempre algo y siempre puede variar. Se puede escribir siempre igual sí seguro, pero en cada significante unido a otro aparece muy sutilmente la diferencia… y acaso esa no sea el máximo placer de copular que solo esa articulación permite, como dice un amigo psicoanalista.
Martes 20 de setiembre – 11 horas
Gran bronca. Mejor, bronca continua. Las relaciones laborales son una gran forma de generar mucha calentura. Maldad: tu nombre no sabe a hierba. Los archivos no aparecen.
Alfredo Daniel Cherara
Rosario, Argentina, 20 de setiembre de 2011
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Publicado en De Otros. el 23 de Septiembre, 2011, 19:18
por MScalona

LA DESESPERACIÓN DE DIOS
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Tan enorme es la desesperación de Dios
En la llanura del cactus salvaje
Que he podido escuchar sus lamentos.
Y he podido aventurarme hasta allí,
Donde el peón fue asesinado,
Tan grande es su desesperación,
En el aire contaminado
Al mediodía, bajo la lluvia
He podido escuchar sus lamentos.
Y he sentido su angustia
Buscando refugio en mi cerebro
Tan enorme es la desesperación de Dios.
Una desesperación tan grande
Que es capaz de refugiarse en algo tan pequeño
Donde pueden oírse sus lamentos.
Más grande que nosotros mismos,
Que los desiertos de la Nueva España
Así es la desesperación de Dios
Y los lamentos que he escuchado.
-
DEATH OF A OAXAQUENIAN
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So huge is God´s despair
In the wild cactus plain
I heard Him weeping there
That I might venture where
The peon had been slain
So huge is God´s despair
On the polluted air
Twixt noonday and the rain
Y heard Him weeping there
And felt His anguish tear
For refuge in my brain
So huge is God´s despair
That it could find a lair
In one so small and vain
I heard Him weeping there
Oh vaster than our share
Than deserts of new Spain
So huge is God´s despair
I heard Him weeping there…
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Malcolm Lowry, Inglat. 1909-1957
del libro EL TRUENO MÁS ALLÁ DEL POPOCATÉPETL
NOTA: Lowry vivió muchos años en México y allí escribió y transcurre
su novela capital MÁS ALLÁ DEL VOLCÁN, una de las mayores influencias
de ROBERTO BOLAÑO.-
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Publicado en Nuestra Letra. el 21 de Septiembre, 2011, 11:43
por MScalona
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14 / 09
Repaso los últimos cuadernos: todos ellos son la infancia. Allí vuelvo. ¿Cómo era esa frase de Marosa Di Giorgio que hablaba sobre escribir siempre sobre un lugar? Acá está: “Una obra valiosa es el fruto de una mirada fija, intensa, sobre un paraje”. Anoche soñé que volvía, pero encontraba el lugar tan distinto que me arrepentía de haber viajado hasta allá. En realidad no viajaba para visitar la casa, sino para verlo a Carlos, quien, a través de la puerta cerrada, me contaba a los gritos que no quería ver a nadie porque acababa de separarse. Rosi me interrumpe para contarme lo que le escribió el novio en el muro de facebook. Me dan ganas de sacudirla, gritarle. Me estoy volviendo cada vez más cínica. Aunque nadie puede culparme por no creer en una efusiva declaración de amor hecha por facebook. Me desperté angustiada, pensando que ese lugar ya no existe. Puedo gastar cuadernos enteros para contar sobre un lugar que no existe. O precisamente por eso me es necesario escribirlo. Como alguien a quien perdemos y al que convertimos en personaje para volver a encontrarlo, para volver a verlo caminar de esa manera tan particular o sonreírnos una vez más. Ahora me interrumpe de nuevo para contarme lo que le contestó. La respuesta incluye corazones y signos de exclamación. Pobre. Pobre yo, que ya no creo en las declaraciones de amor por faceb, por mensaje, por teléfono o cara a cara. Qué es esto, no sé. Pero lo escribo: Volvería a buscarte, pero no. ¿Y si intentando despistarme sellaron tus ventanas, tiñeron cada teja de azul? ¿Si ya no existen los escalones de piedras que nos recibían? O peor,¿ si ya no están los arboles que a la noche hablaban tan fuerte que no me dejaban dormir? Volvería, pero no. Son las doce y media. Tengo sueño, pero no quiero dormirme. Si no es Carlos esta noche, será otro el que a través de la puerta cerrada, me cuente a los gritos que no quiere ver a nadie porque acaba de separarse. Nunca yo. Qué cobarde. Hasta en los sueños soy cobarde. Qué cobarde. En vez de escribir lo que duele, los hospitales, los vacios, me entretengo con las odas a la infancia dorada. Allí no hay muertos por recoger, el día es nuevo y brillante, todo está a punto de empezar, y la mayor tragedia imaginable es perderse camino a casa. Escucho a Rosi teclear en su compu desde el otro lado del pasillo. Tengo frio y se me cierran los ojos. Siempre es verano en la infancia.
17/09
Viernes a la noche. 1º parada. Obligación moral de responder a la cumpleañera, una lenta agonía neuronal: 45 minutos hablando del recital de Ricky, otros 30 del marido de Sandra (aparentemente, el sex symbol del barrio). Ni siquiera hay comida para entretenerse. ¿Las doce y media recién? No puede ser, hace quince minutos eran las doce y media. Pido auxilio a Bibi por mensaje y al rato ya está en el bar. Dudo antes de escribirle, las dos sabemos que los eventos más extraños y desafortunados suceden cuando nos encontramos después de las doce de la noche. Pero esto es fuerza mayor. Llega, se sienta a mi lado, saca una cuchilla de su cartera y la deja sobre la mesa. “Nuevo método de defensa” me informa. Bueno, por lo menos va a servir para cortar la torta. Me encanta que Bibi no intente disimular su locura delante de desconocidos. Aunque para el resto de las que están sentadas en la mesa ya sea una locura que no nos combine el color de uñas con el de la cartera. Todas se ríen sin mostrar mucho los dientes, cómo conteniéndose. Comen las empanadas con cuchillo y tenedor. Escucho a una chica sentada a mi izquierda contarle a su amiga que el tipo con el que está saliendo hace dos semanas le pidió, vía chat, “un pequeño préstamo de $8.000”. Enough. 2º parada. El taxista está totalmente borracho (tenemos que aclararle 3 veces que Fisherton es el barrio, no un apellido), pero logramos llegar a lo de Claudio. Desde el jardín escuchamos los gritos y las carcajadas: ahí adentro están vivos! Nos están esperando con choripanes, cerveza y los Beatles de fondo,¿hace falta más? Sabiendo que no voy a cumplir, me prometo mentalmente no volver a asistir a esa clase de eventos que odio (cumpleaños que son grupos de autoayuda encubiertos, baby showers, casamientos de parejas de las que sólo conozco el nombre). Corremos la mesa y nos ponemos a bailar.
18/09
Me aburre esa belleza tan obvia.
Hoy no hice nada. Desayuné, hice la cama, me bañé, chequeé los mails, almorcé la torta que sobró de anoche, hablé por teléfono con Lisi, leí el diario, fui al supermercado, miré una peli, salí a caminar con Ale. Hoy no hice nada.
Todavía no encontré EL LUGAR para escribir en esta casa. En la otra era un rinconcito del jardín, al lado del naranjo. No debería necesitar tantos estímulos para sentarme a escribir: el lugar perfecto, un tecito con miel, y ya que estamos música tranqui de fondo… Me gusta el balcón, pero me distrae. La habitación donde está la compu es muy oscura, de allí sólo pueden surgir cuentos de terror. Podría ser el living.
Los vecinos de al lado discuten. Cada vez más alto. Déjà vu. No soporto escucharlos, subo la música para tapar los gritos. Me imagino cómo sigue la discusión. Necesito salir.
En 24 había una pareja a la que se la escuchaba discutir sólo los domingos a la tarde. Siempre me imaginé que acumulaban todo lo que tenían para decirse durante la semana y lo soltaban en su terapia dominical. Como Dani, que cada vez que pasa por debajo del puente con el kayak putea a todos los que lo molestaron durante la semana. Las puteadas duran lo que el ancho del puente; después, como si nada, sigue remando en silencio.
Cada cual encuentra su método de supervivencia.
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JULIETA TONELLO
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Publicado en Sugerencias. el 20 de Septiembre, 2011, 11:22
por MScalona
-dedicado a RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN
Argentina, 1905-1974-
- CLICKEAR AQUÍ TODA LA PROGRAMACIÓN-
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Publicado en Sugerencias. el 18 de Septiembre, 2011, 21:02
por MScalona

CARO lee el JUEVES 22 a las 19,30 hs en el
TEATRO PRÍNCIPE DE ASTURIAS
CCPE. en el marco del XIX Fest Internac Poesía Rosario
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 Nació en Rosario, en 1975. Licenciada en Comunicación Social, también estudió cine y museología.
Desde 2008 participa en el taller de escritura coordinado por Marcelo Scalona.
Acústico (Tropofonía, 2011) es su primer libro publicado. Tiene inéditos el conjunto de cuentos Mismo sol y el poemario Ungüentos amarillos. Su guión de largometraje Embarcación obtuvo una mención en el Programa Estímulo a la Producción Audiovisual Santafesina en 2008.
Ha participado como invitada en los ciclos de poesía Poetas del Tercer Mundo, Ocultos y Arte por la Paz; y en el Festival Internacional Semana de las letras y la lectura. Desde 2010 coordina un taller literario para niños y se dedica a la corrección y edición de textos. |
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> Poemas |
21/ A Facundo Marull
Lluvia leve la distingo apenas sobre la cúpula negra recortada entre azoteas de pensiones recicladas nuevos bares retro ventanas de edificios asimétricos viejos ya, latosos sin brillo manchados de óxido y humedad, Rosario cuando lluvia leve late y palomas trazando líneas meciéndose en el gris, en la canción disonante de bocinas paranoicas por granizo y las siete campanadas del reloj del Palacio Fuentes que da las siete, llueve fina lluvia sobre motociclistas sin casco y vendedores de paraguas vociferan PARAGUAS en las esquinas de la peatonal los incautos VEINTE PESOS maldicen esperan taxis maldiciendo se cobijan amontonados bajo aleros el heladero se lamenta la florista se lamenta el pájaro de la plaza Pringles canta todavía la ausencia de Facundo Marull que llueve en la lluvia leve y conversamos soplamos las huellas de aquella ciudad en ésta triste definitiva mira el río se levanta sobre ruinas de trenes el ocio compaginado, los servicios, los clubes de pesca con ascensor, Facundo probablemente otro poeta se rinde abrazado a tu árbol yo misma me recuesto en un álamo los sábados fumo a tu salud, bebo por el infortunio de los poetas de Rosario, por mi casa de Rosario que tampoco tengo tres veces por la biblioteca del Paraná sentémonos Facundo acá a deshora a desovillar tanta agua.
Facundo Marull, Triste.
42/
-El escarabajo es estúpido –le digo. Y el escarabajo intenta por undécima vez trepar el zócalo. Vuelve a fallar. Agita sus tres pares de patas tendido panza arriba. Nos reímos. -Obstinado –le digo. Y apuro el salvataje con mi lápiz.
El espectáculo es triste, el deseo de morirse así.
Termodinámica
Me deshueso Me trozo, me desgraso Me rehogo con cebollitas tiernas Me cocino al vapor Con arroz y cúrcuma Me salo Me pruebo Me sirvo abundante en cazuelas de barro Me comparto en la mesa Me muerdo, me mastico, me trago Me transformo en bolos fecales Me expulso, yerro Por cañerías oxidadas hasta el Paraná Me deshago (no tanto) Me chupa un sábalo. Me pesca una red. Me vende un niño. Me compra un hombre. Me destripa una mujer.
Me trozo, me desgraso, me rehogo, Y así. |
Nació en Rosario, en 1975. Licenciada en Comunicación Social,
también estudió cine y museología.
Desde 2008 participa en el taller de escritura coordinado por Marcelo Scalona.
Acústico (Tropofonía, 2011) es su primer libro publicado.
Tiene inéditos el conjunto de cuentos Mismo sol y el poemario Ungüentos amarillos.
Su guión de largometraje Embarcación obtuvo una mención en el Programa Estímulo
a la Producción Audiovisual Santafesina en 2008.
Ha participado como invitada en los ciclos de poesía Poetas del Tercer Mundo,
Ocultos y Arte por la Paz; y en el Festival Internacional Semana de las letras y
la lectura. Desde 2010 coordina un taller literario para niños y se dedica a la corrección
y edición de textos.
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POEMAS
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21/ A Facundo Marull
Lluvia leve la distingo apenas sobre la cúpula negra recortada entre azoteas de pensiones recicladas nuevos bares retro ventanas de edificios asimétricos viejos ya, latosos sin brillo manchados de óxido y humedad, Rosario cuando lluvia leve late y palomas trazando líneas meciéndose en el gris, en la canción disonante de bocinas paranoicas por granizo y las siete campanadas del reloj del Palacio Fuentes que da las siete, llueve fina lluvia sobre motociclistas sin casco y vendedores de paraguas vociferan PARAGUAS en las esquinas de la peatonal los incautos VEINTE PESOS maldicen esperan taxis maldiciendo se cobijan amontonados bajo aleros el heladero se lamenta la florista se lamenta el pájaro de la plaza Pringles canta todavía la ausencia de Facundo Marull que llueve en la lluvia leve y conversamos soplamos las huellas de aquella ciudad en ésta triste definitiva mira el río se levanta sobre ruinas de trenes el ocio compaginado, los servicios, los clubes de pesca con ascensor, Facundo probablemente otro poeta se rinde abrazado a tu árbol yo misma me recuesto en un álamo los sábados fumo a tu salud, bebo por el infortunio de los poetas de Rosario, por mi casa de Rosario que tampoco tengo tres veces por la biblioteca del Paraná sentémonos Facundo acá a deshora a desovillar tanta agua.
Facundo Marull, Triste.
42/
-El escarabajo es estúpido –le digo. Y el escarabajo intenta por undécima vez trepar el zócalo. Vuelve a fallar. Agita sus tres pares de patas tendido panza arriba. Nos reímos. -Obstinado –le digo. Y apuro el salvataje con mi lápiz.
El espectáculo es triste, el deseo de morirse así.
Termodinámica
Me deshueso Me trozo, me desgraso Me rehogo con cebollitas tiernas Me cocino al vapor Con arroz y cúrcuma Me salo Me pruebo Me sirvo abundante en cazuelas de barro Me comparto en la mesa Me muerdo, me mastico, me trago Me transformo en bolos fecales Me expulso, yerro Por cañerías oxidadas hasta el Paraná Me deshago (no tanto) Me chupa un sábalo. Me pesca una red. Me vende un niño. Me compra un hombre. Me destripa una mujer.
Me trozo, me desgraso, me rehogo, Y así.
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Publicado en Cuentos el 18 de Septiembre, 2011, 12:12
por MScalona

TRAVESTI
Natalia Massei
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle, les souvenirs et les regrets aussi.
J. Prévert
Trescientos cincuenta y dos proyectores y veinte mil lámparas encienden la torre Eiffel sobre el fondo nocturno de Paris. La ciudad es un telón negro interminable detrás de la pirámide de hierro. A pesar del encandilamiento es fácil imaginarse toda Paris iluminada por el resplandor: los picos, los techos, las antenas, las chimeneas, los gallos en las veletas... Una fisura oxidada interrumpe el trazo de luces a la altura de uno los cuatro pilares de acero. El cartel se ha resquebrajado en uno de sus extremos: Florería de Paris. Av. Francia 1986. Justo al lado del cementerio. Otro letrero ubicado sobre la puerta del local -una vista panorámica de la avenida de Champs Élysées- indica que la florería fue fundada en 1965. Dudo que los clientes se detengan en las gigantografías parisinas y mucho menos que noten la grieta, antes de entrar a comprar flores para un finado.
Tengo atragantado un cuento que empieza así pero no sé cómo sigue. Nada. Ni un conflicto, ni un personaje. Sólo este punto de partida: Paris de noche en un cartel, una florería, el cementerio. Busco la intersección donde vibra el nudo de una historia.
Lo primero es la alucinación de Paris. Me pasa todo el tiempo, escucho una canción y me trasporto. Si el tema es viejo y con fritura de fondo, mucho mejor.
Sur les quais du vieux Paris, le long de la Seine le bonheur sourit, sur les quais du vieux Paris, l'amour se promène en cherchant un nid.
Es una suerte de idilio, nada original, que tengo desde chica reforzado por mi profesión de profesora en francés. Idilio no es lo mismo que idealización aunque se rocen. Hay cosas que jamás haría, como pegar calcomanías de la bandera francesa en mi agenda; conversar en francés con otros profesores que hablan el español argentino como lengua materna; saludar a los estudiantes fuera del aula con un bonjour; traducir mi nombre y convertirme en Nathalie cuando doy clases.
Paris es aquí una foto sobre un chapón. Un cementerio es la realidad lindera a mi fantasía donde el relato encalla. Froto las teclas con las yemas de los dedos, les doy golpecitos como si escribiera pero sin presionar. Estoy seriamente paralizada. Reviso mi correo electrónico, ingreso a Facebook para distraerme. En este punto doy con la primera intersección, el primer encuentro movilizador: una actualización de estado de Marcelo Enrique Scalona. Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que existe vida (o algo así) después de la muerte. La mala es… Suficiente. No termino de leer la frase (que nadie se ofenda, es Facebook). La cita es de Roberto Bolaño, un cuento suyo: El Retorno. Ya sé lo que tengo que hacer.
//////////
Empecé a visitar el cementerio invocando a Bolaño. Que apareciera en mi cuento y me brindara el giro necesario para resolver la historia como lo hace en la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina. No la leí pero me contaron que hace eso y es justo lo que necesito. Se me ocurrió mientra leía El Retorno: un muerto que piensa, siente, habla, se compadece. Marcelo me había ayudado a dar el primer paso para desentrañar esta historia: perseguir el espíritu de Bolaño. Sé que la pretensión es ambiciosa.
La primera visita fue un sábado a la tarde, mientras en casa dormían la siesta. Esperé durante veinticinco minutos un colectivo que por fin me dejó en la puerta del Salvador, por calle Ovidio Lagos. Bajé detrás de una señora de cabello muy blanco, elegantísima con un blazer violeta y perfume dulzón. Crucé la calle en línea recta mirando el asfalto y me persigné antes de entrar aunque yo no soy católica. Avancé un poco por la calle 6, entre los mausoleos más ostentosos. Me recordaron un poco a las fotos que había visto del cementerio Père Lachaise en Paris. Se me aflojaron las piernas enseguida. Tuve que retroceder y volver a tomar impulso para desviarme hacia una galería de nichos laterales. No pude subir los tres escalones que accedían a un extenso pasillo de sepulturas verticales. De reojo vi pasar a la señora del colectivo que ahora llevaba un ramo de flores. Empecé a caminar detrás de ella a una distancia respetuosa. Atravesamos la calle hasta el otro extremo: un edificio de nichos en el que entró. No la seguí, no me pareció correcto. Recién ahí noté que me había adentrado por completo en el laberinto de tumbas. Busqué la salida apurando la respiración, sobre la mitad del camino empecé a correr.
Fui varias veces más. Casi siempre entrando por avenida Francia. La entrada por Francia es una experiencia más administrativa y terrenal que la de Lagos con su fachada blanca de 1888, construida en estilo dórico. En el extremo opuesto: el paredón de ladrillos con sus puestos de flores a lo largo, los vendedores sobre la vereda que toman mate y escuchan cumbia; el ingreso de edificio público: paredes lisas y puertas de vidrio. La Florería de Paris al lado y el ritmo periférico de la avenida con sus galpones, sus dependencias municipales, la circulación de colectivos y de camiones que pasan a alta velocidad dejando detrás de sí un eco de carga pesada.
De Bolaño, nada, ni siquiera un atisbo de inspiración. Hasta que conocí a Susi. La había visto antes, lo sé porque figuraba entre mis notas, pero no había reparado en ella, ni se me hubiese ocurrido hablarle. En realidad, yo intentaba pasar desapercibida y no me hubiera atrevido a hablar con nadie. En general, hacía mis anotaciones en una libreta cuando ya me había alejado del cementerio. Tampoco me había animado a utilizar la cámara fotográfica que llevaba en la cartera. Usaba siempre anteojos oscuros para neutralizar la expresión del rostro y, en la medida de lo posible, la identidad. Tenía pensado qué decir si un vigilante me interrogaba sobre el motivo de mis reiterados paseos. Aunque no había podido decidirme por una de las dos explicaciones que tenía preparadas: soy estudiante de arquitectura y estoy haciendo un trabajo para la facultad; soy escritora y estoy escribiendo un cuento que transcurre en el cementerio. Ambas me daban pudor. Hay gente que visita ese lugar para encontrarse con el rastro de un ser amado. Sin embargo, cuando Susi me abordó, a pocos metros de la entrada, perdí los reflejos. Estaba apoyada contra el paredón, justo antes de los puestos de flores: ¿A quién venís a ver, hija?
Susi es una travesti robusta. Aproximadamente metro setenta y cinco con tacos. Una melena sedosa, negro azabache. El maquillaje alineado y fresco. Un tono de voz amable, trabajado. Entre cuarenta y cinco y cincuenta años de edad. Estoy buscando un fantasma, le dije e inmediatamente sonreí para mostrarme cuerda. Como todo el mundo, nena, incluso los que vienen a las visitas guiadas.
Enseguida se presentó y a mí me dio un escalofrío porque mi mamá se llama igual. Susana también se llamaba su madre fallecida. El nombre lo había elegido por ella. [Por fin, doy con la intersección: descarga nerviosa]. Entramos y me llevó hasta la sepultura de su madre en un panteón social de siete plantas. Subimos en ascensor hasta el piso cinco.
Susana Ramos de Rodríguez
1932 - 2007
Vivirás siempre en el recuerdo de tu hijo.
Cuando falleció yo todavía trabajaba acá. A ella la enterré yo. Y después no vine más. Recibí un telegrama por abandono de trabajo. Sin indemnización. Diez años había laburado en esto y ya venía sintiendo que no me daba más el cuero. Con mamá acá, no podía seguir sepultando muertos.
Había empezado de joven. Al laburo lo conocía por mi viejo que llegó a jubilarse de sepulturero. Cosa rara. El trabajo es pesado y hay que tener estómago. Él era un tipo callado y áspero de temperamento y de piel. No sé si por efecto del oficio o si era su forma de ser.
Cuando volví a visitarla, me puso contenta que los muchachos la hubieran cuidado. El mármol estaba lustrado y le habían dejado un ramito de flores. Ellos no sabían que yo iba a aparecer. No tenían ninguna obligación de ocuparse. Yo creo que las flores las deben haber manoteado por ahí, pero era lo de menos. Al principio no me reconocieron. Les tuve que decir yo quién era. Se cayeron de culo.
Antes de la muerte de su madre sólo se vestía de mujer para salir de noche. Nunca en el barrio, ni el trabajo. De día jamás. Tampoco tomaba hormonas. Era vestirse y maquillarse para salir y nada más. A su mamá la despidió con una carta donde le contaba que le gustaba eso, que se iba a quedar con algunos vestidos suyos de cuando era joven, collares, anillos, el vestido de novia, y que se haría llamar Susi, como ella. Cuando volvió del entierro se duchó un rato largo, tiró la ropa sucia en una bolsa de consorcio, se calzó una tanga del último cajón y se tiró a dormir un poco incómodo porque todavía no se había acostumbrado a andar así todo el día.
Una vez me preguntó a qué me dedicaba. Era raro que preguntara. En general, ella hablaba y yo escuchaba y tomaba notas. Profesora de francés, le dije y se le encendió la mirada: ¡Mamá era fanática de todos: Charles Trenet, Yves Montand, Juliette Gréco, Édith Piaf… todos los franceses! No conozco pero es como si hubiera ido mil veces…
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle, Les souvenirs et les regrets aussi Et le vent du nord les emporte Dans la nuit froide de l'oubli. Tu vois, je n'ai pas oublié La chanson que tu me chantais.
Buscando el espíritu de Bolaño, encontré a Susi. No dejo de visitarla intentando hilvanar este relato inconcluso. Una imagen de Paris iluminada sobre el fondo negro de un cartel de chapa es la mejor manera que se me ocurre de empezar a contar esta historia de cruces sutiles que tendrá como título una sola palabra.
En los muelles de Paris/ a lo largo del Sena/ la felicidad sonríe,/ en los muelles de Paris/ se pasea el amor/ buscando un nido.
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Publicado en Cuentos el 18 de Septiembre, 2011, 12:08
por MScalona

Paisaje
I
Hoy han confirmado en el noticiero que esa casa existe. La única pista que tenían la aportó un turista. Allí vivía una persona que tuvo en vilo a toda una comunidad y se cansó de estropear vidas. Busqué el lugar por Internet. Fui por Google Maps y, ¡oh sorpresa!, lo hallé. No satisfecho, enseguida eché mano a Google Earth y pude verlo más de cerca. ¿Por qué desechar herramientas eficientes que el desarrollo tecnológico ha puesto a nuestro servicio?
Es verdad que desde la imagen que me ofrece el software, la casona luce un poco más desangelada que en la foto, y que si uno echa mano al zoom de acercamiento parece divisarse un punto uniforme deslizándose por el camino hacia una especie de mancha gris que bien puede ser un lago. La foresta está un poco seca dado que ya se perciben las consecuencias de los primeros copos de nieve. Otro dato que se suma es la leña acumulada en derredor de la casa. No se ven postes de luz ni otro servicio a menos de cincuenta kilómetros a la redonda: eso lo supe porque pude medirlo con otra herramienta de un programa que en este momento no puedo recordar. Tampoco se ven vehículos ni estaciones de servicio cerca (tuve el infeliz arrebato de decir “gasolinera”, pero pude, afortunadamente, detenerlo a tiempo).
Eso es todo.
Pensar en que una mente ominosa pueda vivir en un lugar tan bello como ese me acarrea solo unos minutos, y listo. Y tener hijos, vecinos, enemigos, alcaldes, animales domésticos… La conmoción me dura muy poco. Lo mismo que una canción de Arcade Fire que suena en mi reproductor de MP3 llamada “In the backseat” del álbum “Funeral”, el primero de su discografía, de septiembre de 2004.
No creo que esa canción tenga algo que ver con ello, pero inconscientemente, se me adosa cada vez que sueño la posibilidad de salir de mi cama, de mi dormitorio, alejarme de mi casa y darle una orden indeclinable a mi cerebro para que mis piernas echen a andar.
El lugar tiene las características de la geografía de montaña: escarpado, agreste, muy poco accesible. Aún así, imagino todo el esfuerzo que haría para llegar hasta él y gastar sus senderos con mis pasos.
A menudo, en las noches de invierno, me destapo hasta sentir que el frío gana mi cuerpo. Me imagino en ese lugar yendo a acarrear leña, buscando un gorro de lana para abrigar mi cabeza y una campera gruesa con relleno de guata. (He visto que en las películas que se filman en lugares montañosos, los lugareños las usan siempre, y suelen colgarlas en el perchero cercano a la puerta como lo hace el marido que contrata por encargo a un par de mercenarios para secuestrar a su esposa y pedir rescate al suegro, en Fargo, de los hermanos Cohen)
Una amiga me contó que siempre le ocurre lo mismo cuando viaja a un lugar como ese: piensa en caminar por las mañanas, perderse en algún sendero serpenteante, quizás zambullirse desnuda en un lago, -si es que la temperatura se lo permite- para volver al lugar donde se hospeda al límite de sus fuerzas y dormir la siesta. Pero lo que sucede es que se queda casi todo el tiempo adentro, levantándose tarde y preguntando todos los días al personal del hotel cuál será el menú por la noche. Al llegar el último día, se desgrana en lamentos que se estrellan contra el vidrio de su ventana maldiciéndose por el tiempo que perdió sin salir a caminar, sin realizar las excursiones que tenía pensadas. Y se deprime al calcular lo que falta para sus próximas vacaciones. La última vez, me contó que esa tristeza no la abandonó por un tiempo prolongado. Recurrió a terapia y estuvo dándole vueltas a ese tema por más de tres años. Salía de terapia y lloraba. Y la llamaba a su analista por teléfono cuatro veces por día. Y comía. Al llegar el fin de semana alquilaba un montón de películas para encerrarse, de las cuales veía una sola, a lo sumo, dos.
Me resultó curioso porque yo hago lo mismo. O mejor dicho, fantaseo con hacer lo mismo. El monitor de mi notebook hace de ventana y por allí me voy, imaginando que camino despreocupado o ando en bicicleta. Quizás con una caña de pescar o con los pertrechos de arquería, practicando tiro en alguno de esos lugares donde no hay gente, tomando todas las precauciones para que nadie salga lastimado. Con todo el tiempo del mundo para pensar si elegiré el arco recurvo, que se usa en las olimpíadas, o el compuesto que trae mira y poleas y permite ahorrar fuerzas a la hora de tensar la cuerda y disparar. Supongo que para esa fecha ya me habré comprado un par de flechas de mejor calidad: carbono y aluminio. Y andaré gastando la luz y el aire del lugar discurriendo con un amigo acerca de la velocidad del viento y su injerencia al momento del disparo.
Nos reíamos con mi amiga porque seguro que yo haría lo mismo: volvería con la caña sin tocar, las flechas sin estrenar y mi arco aún dispuesto en su estuche de madera. Y sobre el final de la conversación, esa utopía recurrente: que bueno sería mudarse a un lugar así.
-¿Aunque viva un asesino serial, - pregunté yo?
Y reímos por un largo rato, repitiéndonos al unísono: “¡que mierda nos importa!”.
Por las dudas, guardé la foto en mi notebook aunque nada de eso ocurra. Las coordenadas ya las tengo y la ensoñación de transitar ese paisaje bucólico, también. Yo seguiré escuchando canciones de ese grupo y pasándole cada tanto a la superficie del monitor un paño con un líquido semejante al que se usa para limpiar los vidrios de las ventanas.
II
Suena el timbre de casa y por la ventana veo que es Paquito, mi dealer. Debe andar necesitado de plata, llegó rapidísimo. Tuve que llamarlo porque hace frío y no me dejan salir por orden médica: cuando las temperaturas son tan bajas temen que me pesque una pulmonía. Y mi amiga, la que se queda con ganas de salir a caminar cada vez que va a la montaña, hoy no me podía hacer el favor de ir a buscarla porque tenía que entregar un práctico en la facultad de derecho. Voy a pedirle a mi hermana que baje a recibirlo. Le mostraré el paisaje y le contaré que allí vivió un tipo desalmado. Paquito no es como los otros dealers, le interesa este tipo de cuestiones. Aunque dudo que alguna vez haya escuchado Arcade Fire.
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Ariel Zappa
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Publicado en De Otros. el 17 de Septiembre, 2011, 11:59
por MScalona
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MOLINARI BAILA
Ed. Ombú Bonsai, fragmento
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Molinari es un núcleo, un centro ígneo que preserva vivo el origen. Lo que más se le parece es el fuego. Hay una alegría irrefutable que parece brotar del fuego cuando lo sopla, como un dragón, el artista de la calle: la carcajada de Molinari, en mi recuerdo, arde con ese mismo color naranja, tan distinto de todo este bucólico verde tan predecible cuyo único mérito, desde mi punto de vista móvil, es la velocidad.
Mientras el paisaje me lleva, voy grabando en mi anotador mental todas estas frases que constituyen algo así como una plegaria, o al menos eso supongo por cómo se empecinan en divisar un único destinatario en esta absurda ilusión de presencia. ¿Qué, si no, me obliga a explicarme en medio de esta soledad mullida que ocupa mi asiento, de la que no me salvará una charla banal con algún otro pasajero más aburrido que yo? (El genio del aburrimiento susurra en mi oído derecho, el del lado de la ventana: “Hay una felicidad en el silencio, y debes encontrarla”). Por lo pronto opino que tal ilusión de presencia resulta de una combinación singular de estos factores: lenguaje, inmovilidad, aislamiento, conciencia del tiempo.
Cuando viajo solo, soy mi propia droga. El viaje me condena a no poder olvidarme de mí mismo. Las ondas cerebrales, huella digital de mi pensamiento, fluyen sin interferencias; me autopercibo. Pero en un espacio afectivo- y sólo en ese espacio- del cual Molinari sería la otra pared.
Molinari es un bálsamo, un espejo en llamas, un punto de fuga que sostiene armado el mundo desde un extremo para que no se me disuelva. Pero después de todo quien soy yo, que clase de profeta, para pretender explicarle a esta tierra, que fluye como un río por mi ventanilla, que nadie es quien es, es que todo es otra cosa, que todo huye de sí rumbo a algún nombre.
O qué me hace creer que aquellas vacas blancas y negra, empequeñecidas por la distancia hasta un tamaño de juguete –siempre desde mi punto de vista- quedarán desamparadas en el silencio de la pampa si no pasara yo, el extranjero, por sobre su imagen vidriada con mi mirada fugaz.
Yo que nombro a Molinari, luego soy. Absurdo hasta la locura se me construye el sentido. Irracional tira de mí mi amor feroz, llevándome en si insensatez por los caminos. La pampa es fría, húmeda, casi ósea en su silencio de tiempo reconcentrado. La pampa exhibe huesos como reliquias católicas para la autohumillación de los fieles: tirados al costado del camino fluyen con el paisaje costillas, calcio blanco de lo que ya pastó, mineral. Las vacas de la pampa son védicas: ilustran la no acción. Me miran como nativos que no entienden mi fiebre. Mi paranoia es la del héroe trágico que lee en las nubes y en la bruma: “No sigas, no sigas”. Hay un error del lenguaje, y yo soy su lugar.
Soy quien ama, soy el hereje.
En realidad no sé si estoy yendo o huyendo. Me imagino perseguido por una nueva forma de la inquisición camuflada bajo delantales de médicos psiquiatras positivistas. Blancos, sí, porque son gente sin fe. Pura claridad sin misticismo, sin noche oscura: doblemente oscuros por esa razón, la razón. Nada puede obtenerse ya del albor del calcio de una costilla de vaca en la luz de la siesta, nada que no nombre la muerte. Hablo de la muerte pero… Ojalá el fuego. Inasible, si algo no se parece al símbolo que hemos hecho de él es el fuego. Puro tiempo vivo, el fuego. Molinari baila. Molinari esa así: inasible.
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Publicado en Cuentos el 16 de Septiembre, 2011, 16:26
por MScalona
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MILAGROS
Argentina, 2011
La presidenta Cristina presentó en sociedad a la primera vaca transgénica clonada con dos genes humanos que será capaz de dar leche maternizada.
Declinando el honor de que la ternerita llevara su nombre, al son de un “¿Qué mujer se banca que le pongan su nombre a una vaca?”, y tras una rápida búsqueda en sus fueros más inconcientes, la presidenta tomo represalia contra alguna vieja compañera de escuela, universidad o bancada y la bautizó “Rosita”
Mientras tanto Juan se ufana con sus compañeros de trabajo.
-Varón fue, machito. Y pesó casi cuatro kilos. ¿La gorda? Está destruida. Te imaginás. Sacar tremenda bestia por allá abajo. Y además tiene las tetas todas agrietadas, porque Juancito se prende, no todavía con dientes, porque no los tiene, pero con uñas y saña sí.
Pero, ¿qué querés? Es el destino de las mujeres. ¡Darnos hijos! Nosotros los hacemos, carajo, que ellas hagan su parte.
¡Cuando quieran! ¡Vengan a conocer al potro cuando quieran! Recién mañana le dan el alta, pero al Sanatorio o a casa, vengan cuando quieran. La gorda prepara una picadita y festejamos con un vermut-
Más allá de los errores conceptuales respecto a si se trata de la primera, segunda o tercera vaca clonada, transgénica o lo que fuese, lo cierto es que el nuevo milagro del INTA representa un gran avance en la posibilidad de aportar nutrientes esenciales mediante lactancia no materna en el futuro y constituye un hito en la evolución tecnológica y biomolecular.
La leche que dará la vaca argentina Rosita, el primer bovino nacido en el mundo al que se le incorporaron dos genes humanos, se asemejará a la humana con propiedades antibacteriales y antivirales de gran impacto en el sistema inmunológico.
-Pero, gordo, ¿hoy van a venir a comer una picada? Hace tres días que no duermo. ¿Y cuantos son?-
-No te quejés, no seas flojita. No todos los días se tiene un hijo. Y además, ¿para qué te la traje a mi vieja a vivir unos días acá? ¡Para que te ayude, claro! ¡Dale, gorda, y aflojá! No sos la primera mujer que tiene un bebé. Deberías agradecer a la vida lo que tenemos, ¿no? En realidad a la vida y a mí.
-Ese chico no se prende bien. Tenés que estirar más el pezón-
-¡Es que me duele tanto, Rosa! ¿No está por ahí la pezonera que me regaló la neonatóloga?
-Dejate de joder con cosas modernas. En mi época nos arreglábamos naturalmente. Tu marido también era un animal comiendo y ¡qué pezonera ni pezonera! Sujetá bien a ese chico que se te va a caer. Yo voy a prepararle unos mates a “mi” Juancito-
-Pregúntele si no vio la pezonera, por favor-
-Qué va a saber él. Buscala en ese despelote de bolso que trajiste del sanatorio-
La flamante madre mira a su hijo y se le estruja el corazón. Nunca imaginó tanta felicidad y sufrimiento al mismo tiempo, ambos generados por la misma persona. Todavía no ha podido disfrutar a su primer vástago. El agotamiento se lo impide. Pero una ternura desconocida le invade el corazón y la reconforta.
Por un momento olvida el sueño, la tirantez de los puntos de episiotomía, las grietas, el sacro desplazado que le apuñala la cintura.
Todo vale la pena por su hijo. Se siente una semidiosa capaz de generar vida independiente de ella, de su marido, de todos.
Siente que nunca más estará sola, que nunca más pensará en ella y por ella misma, que ha cumplido con los mandatos sociales.
Mira nuevamente a su hijo y acaricia su cabeza. La manito se apoya en el pecho adolorido y succiona con avidez, satisfecho. Ni él ni ella conocen aún la dimensión de la entrega que apenas ha comenzado. La leche es sólo una de las tantas cosas que la madre le aportará.
Escucha desde su habitación la voz estridente de su suegra que pregunta a Juan donde colocar los salamines. Y la respuesta inmediata:
-Dejá, vieja, después la gorda se ocupa-
-No crezcas, Juancito. No te me eches a perder-
Rosita ha perdido la notoriedad de los primeros días. Se dedica a crecer y a disfrutar de la vida. Le encanta escuchar el canto de los pájaros por la mañana y asomarse por el ventanal vidriado del tambo para ver cómo el viento mece las hojas de los árboles. En su ensoñación, bajo el cálido rayo de sol que atraviesa el vidrio, se imagina en el futuro cuidando a sus propios terneritos.
El clima de Balcarce es maravilloso. ¿No lo creen así?, pregunta a sus medias hermanas.
Ellas siguen rumiando, con indiferencia. Evidentemente soy distinta a las demás, piensa Rosita, desconocedora de sus genes humanos. Soy mucho más sensible.
Agotada la novel madre se recuesta junto a la cuna de su niño y trata de dormitar, ansiosa por recuperar el sueño perdido, olvidando que el intento presuroso por conciliarlo se constituye en su principal enemigo y retarda la llegada del sosiego. En una melange onírica de límites imprecisos, sueña con su hijo ya grande, en su primer día de escuela, jugando a la pelota, como sueña su padre, o siendo feliz con lo que haga, como desea ella, presentándole a su novia, construyendo su casa, mientras sus pechos, poco a poco, se achicharran como pasas de uva. Sus hasta entonces vírgenes tetas, turgentes, lozanas, que tanto placer dieron y recibieron, son ahora sólo dos caricaturas grotescas, surcadas por enormes ríos venosos azulados, con los pezones rodeados por gruesas cadenas sangrantes que su hijo y su marido tratan de triturar.
Despierta sudorosa y asustada al caer en la cuenta que el bebe se mueve inquieto. Ya han pasado dos horas y el milagroso suplicio de la lactancia recomienza.
¿Alguna vez mi vida volverá a ser normal?
Mientras tanto, a kilómetros de distancia, Rosita pregunta a sus compañeras de tambo si alguna de ellas siente también ese cosquilleo extraño en alguno de sus estómagos cuando le conectan las copas de ordeñe.
Pero las otras no entienden su idioma.
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Marcela
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Publicado en Sugerencias. el 16 de Septiembre, 2011, 10:51
por MScalona

una de las poetas vivas más importante del mundo
estará en el Festival Internacional Poesía Rosario 2011
NO PERDERSE ESTO !!!!
Sábado 24 de set. 19,30 hs. en el
TEATRO PRÍNCIPE DE ASTURIAS
........
Contemporánea
Extracto de Instalaciones (con y sin pronombres)
Editorial Aldus, Mexico, 1997
Ahí donde duele en la vida
Por tactos sucesivos
No es la muerte
Sino la movilidad de la luz
El don que tenemos de agravar la belleza
Comparación
Prepararse con una mano para el vértigo
Con la otra comparar
Decir acercamiento
Ubicar la vida, ubicar el sueno
Siempre ubicar la mano en buen lugar
Sin desubicar el sueño
Redundancia
Ven debo decir ven
Si quiero que estar allí juntas par imaginar
La historia y el contorno alado de la lengua
Vire los sentidos
Ven no hay redundancia
En que pecho y senos niña o mujer
Labios y labiales se toquen
En que el verano sea caliente
No hay redundancia
En que vivir esté
A la altura de los ojos
*
extracto de Vertigo del proscenio
Traduccion : Monica Mansour Extraits
Ediciones El Tucan de Virginia (Mexico), Écrits des Forges, 2000
la manía de leer mal debido a la inmensidad
el gusto de las sorpresas y del instante
como une bebida caliente
la immensidad hasta donde iríamos
*
no toquemos el silencio
es nuestra reserva de esperanza
la función renovada del futuro
un rasgo de espíritu fugaz gozoso espera
bajo nuestros párpados
perfecta distorsión de lo real
*
el futuro seria poema seria
ojos de silencio y de aeropuerto
ojos vigías de vastedad y rapidez
julio nos haría fértiles
con leyes olvidadas que nos rozan las mejillas
y multitud de temas
todas estas vidas útiles a la vida
*
una manera de escucharse sobre la cama para que el cuerpo ejerza su alegría si con frecuencia he pensado que según los climas la luz nos dibuja un alma sorprendente al fondo de la mirada, rosa abundantemente, y al mismo tiempo para iluminarnos mejor sobre el placer, durante mucho tiempo creí que la luz al derribarnos de un soplo hacia nuestros pen- samiento tan flexible que podíamos, saboreando el abrazo y el clima, cambiar de cuerpo y de identidad
*
la obsesión del viviente
toquemos en la noche decías
capaz de fiebre y de inmensidad
toquemos en la noche
sin lastimarnos
Extracto de En el presente de la pulsación
trad. Sara Cohen y Alicia Genovese, Botella al Mar 2000
la obsesión del viviente
toquemos en la noche decías
capaz de fiebre y de inmensidad
toquemos en la noche
sin lastimarnos
*
en esta hora tardía cuando nombrar es aun función del sueño y de la esperanza, cuando la poesía separa el alba de los grandes rayos del día y donde tantas veces las mujeres se irán invisibles y carnales en los relatos, yo sé que todo no ha sido dicho porque, entre la conversación urbana y la tradición, hace tanto frío y vértigo; todo no ha sido dicho porque es en la materia volátil de las lagrimas donde se instala este extraño sudor de miedo y verdad que nos arrastra como si la vida pudiese de pronto alcanzar sus metáforas.
Extracto de Quaderno de rosas y civilización
trad. Monica Mansour. Publication en 2009.
el poema no puede perder su impulso
obligarte a voltear de repente extraño
como si el mar
fuera a surgir detrás de ti
en páginas de espuma y de existencia
*
como si el mar
con sus sílabas de agua pudiera
transponer la muerte ayudarte
a hacer virajes lentos en el tiempo
*
cuando mantenemos con gran esfuerzo soluciones
por qué de pronto hay que
estirar una parte del ser hacia la ficción
alejarnos de las palabras como salimos del tiempo de las cicatrices
*
no olvides dar vuelta a la página
cada vez con un gesto libre
para que la sombra no toque
el frente de la soledad
*
hoy no hay insectos
ni lluvia, sólo raíces
al filo de las pestañas
rumores de nieve y de alfabetos
*
¡pero la vida! Hablaré un día
de la vida con un renuevo
de cerebro obsesionado
por los números y la eternidad
entraré en el presente
con los ojos fijos
en todas las advertencias
*
Un poco más. Habla de los cajones
y del futuro. Del suspenso de la guerra
adherida a la ciencia
habla de la desnudez, de los huesos
de la poesía que suele
reunir en la voz
aguardientes y el silencio de las bahías
* a partir de mañana estoy
sumergida en lo impensable
del alba inmensa
ni una persona pero
hasta luego perhaps
el universo es de gran belleza
sombra o polvo de la noche
*
poema para comprender cómo
la gente se dobla
frente a una idea
con el cabello rozando el fondo del silencio
Soft Link 3
Son los nombres de lugares de ciudades, de los climas los que obsesionan. De los personajes. De las mañanas claras, una lluvia fina que cae desde hace veinticuatro horas, de las imágenes raras que provienen de otras partes y de América, dos desastres naturales que obligan a andar a codazos en medio de los cadáveres, son gestos tranquilos o violetas, obuses, cubitos de hielo en los vasos a la hora del aperitivo, ruido de vajillas o un ligero tartamudeo que atormenta un instante, una cachetada, un beso, son nombres de ciudades como Venecia o Reading, Tongue y Pueblo, nombres de personajes Fabrice Laure o Emma. Palabras afiladas a lo largo de los años y de las novelas, palabras que uno ha pronunciado respirando con dificultad riendo escupiendo chupando una aceituna, verbos que se agregan al placer de los labios, al éxito, a la muerte segura. Son palabras como rodilla o mejilla y aun otras hasta el infinito que nos obligan a inclinarnos sobre el vacío, a estirarnos como los gatos por la mañana son palabras que nos mantienen en vela hasta el alba o nos hacen tomar un taxi por las tardes entre semana cuando la ciudad se duerme antes de medianoche y la soledad permanece atrapada entre los maxilares como abscesos. Son palabras dichas de memoria, por envidia o por orgullo muy a menudo palabras pronunciadas con amor colocando las manos detrás de la nuca o llenando un vaso de oporto. Son palabras cuya etimología hay que buscar, que después hay que proyectar sobre un muro de sonido de modo que gritos de dolor y suspiros de placer que rondan en los sueños y en los documentos tomen por asalto la misteriosa oscuridad del corazón. Son palabras como bahía, colina, wadi, vía, street, strasse, dispersas en el diccionario entre flamboyanes y neones, cementerios lúgubres y bosques. Son palabras brazos de mar, conjuntos de sentidos que hacen rasguños o soft en nuestros pechos, frío escalofríos canalitos y miedo en la espalda sin esperar mientras tratamos de fisurar el tiempo liso del futuro con citas tajantes. Son palabras que tragan fuego y vida, ya no se sabe si son latinas francesas italianas sánscritas mandarinas andaluzas árabes o inglesas, si ocultan un número un animal o viejas angustias apuradas por brotar frente a nuestros ojos como clones de sombras llenas de luz y de grandes mitos
Sugerencias con el corazón apretado
1. la idea de balancearse en la punta de un yo
Suspendido
en las alegrías febriles de julio
o salivando frente a lo oscuro
de un presente lleno de
porqués que fluyen en los pensamientos
2.
entonces dame el gusto
de trazar palabras imposibles de horadar
remonta el curso del tiempo
entre los diálogos no vaciles
3.
repite: la memoria
se mantiene firme. La lengua
quiere algo
de nosotros, de todo
acurrucarse en todas partes alimentarse
del silencio
4. una idea de absoluto
llevada en una palabra de golpe
por el viento
plantea tu pregunta
ES EXTRAÑO
Traduction de Monica Mansour
Esta idea de que podemos flotar
con un sentido a nuestro alrededor y que podamos hablar
con cerillos y pesares
no sé si podemos decir
los ojos de alguien son pavorosos
¿por qué lo diríamos?
qué extraño es
estos tenis súper cool que levantan el polvo
estos cascos Nike Adidas Mundial en la cabeza
de muchachos que matan con fusiles de blancos
que encienden Camel, Gitanes, Lucky Strike
y nada de ficción y nada de ficción
qué extraño es
todo este dinero
esas manos de niñas puestas allí así
realmente todos estos olores
los vientres pequeños, los grandes, los músculos
de los clientes
tantas dolencias a la altura del sexo
qué de todo este dinero, ¿cuánto? ¿Tanto?
qué extraño es
ese viejo faná fanamolah fanapapal
fanático que presume
de hablar todas las lenguas de la tierra
para que ni una muchacha salga
de las garras de dios sin la ayuda del viejo
faná fanamolah fanapapal
qué extraño es
este conejo verde, esta gente desnuda, esta perra
esta oveja, este huevo, esta rata
esta costumbre de lo vivo
que no quiere dejarnos
qué extraño es
el celular, los lentes del chavo de onda
el cráneo del investigador inclinado sobre nuestros genes,
todo este ejército que va y viene en zigzag
por el calendario
qué extraño es
este banco de hielo a la deriva
el color del agua, el precio del bebé
dame un cerillo
es extraño
el olor del puerco y del petróleo
el olor del verano en vapores
los árboles hermosos el follaje
el olor de los gatos de algalia, el olor de los pollos
qué extraño es mi pulgar con tinta negra
que pronto será una letra carbonizada
en mi pasaporte
y el iris que prueba que yo soy yo
y no tú y tal vez ya nadie
qué extraño es
esa cámara allá
ésta, no aquella, arriba
abajo de la escalera
atrás de ti, delante de mí
dame un cerillo
Sí, es extraño
los nanosegundos en nuestros pensamientos
las cifras, las direcciones, los nombres
el sentido de las palabras que cambian
atraviesan nuestras heridas
como un vértigo en lo horizontal
dílo qué extraño es la ternura
la ira que dobla las rosas a su paso
el bien el mal en la superficie
el olor de las lilas, las caricias
la noche que nos sorprende
como en un número de circo
con grandes silencios y maquillaje
es extraño
cómo en el mundo las mujeres lloran
sin sacar su fusil
no sé cómo
decirlo: el mundo ha sido incendiado
mil veces entre nuestras manos
y sin embargo dame dame
un cerillo más
porque es extraño el cariz que toma este pesar
más fuerte que la aurora en el smog
y nosotros
del otro lado del viento reteniendo el aliento
entre las heridas y las cicatrices
qué extraño es
el ruido de las explosiones en los cafés
la cantidad de mártires
de analfabetas
de bebedores de cerveza y de té
la cantidad de muertos mi amor es extraño
dos mujeres que se aman en el ángulo
del placer loco es extraño el placer
la cantidad de estaciones que disminuye
el futuro que se estrecha en el silencio
como si soñáramos con un ardor
sin nombre
para tocar a la puerta de la historia
en plena crisis de esperanza
es tan extraño
este tráfico de seres y animales
los rostros, los cuernos, las prohibiciones
los sexos
qué extraño es
cuando para evitar lo peor
el alma deja que se multipliquen las espinas
en los callejones, los bares
los museos y los jardines
es extraño cómo
dices querer volver a empezar
a plegar desde dentro
el planeta para que haya
aire en las traducciones,
que aumente la pasión
qué extraño es cuando
me dices sal de tu soledad
y yo no oigo nada
los ojos fijos en la noche
dame un cerillo
está oscuro en nuestra humanidad
Nicole Brossard nació en Montreal, Canadá, el 27 de noviembre de 1943. Poeta, novelista, ensayista, dramaturga, autora de piezas radiales y editora. Una de las más destacadas poetas y escritoras canadienses de lengua francesa en la actualidad. Obra poética: Aube à la saison (Alba en la estación), 1965; Mordre en sa chair (Morder en su carne), 1966 ; L'écho bouge beau (El eco antro hermoso), 1968; Suite Logique, (Suite lógica), 1970; Le Centre blanc (El centro blanco), 1970; Mécanique jongleuse (Mecánica malabarista), 1973; Mécanique jongleuse seguida de Masculin grammaticale (Masculino gramatical), 1974; La partie pour le tout (La parte para el todo), 1975; D'arc de cycle la dérive (De arco de ciclo la deriva), 1979; Amantes, 1980; Double impression (Doble impresión), 1984; L'aviva, 1985; Domaine d'écriture (Dominio de escritura), 1985; Mauve (Malva), con Daphne Marlatt, 1985; Character/Jeu de lettres (Carácter / Juego de letras), con Daphné Marlatt, 1986; Sous la langue/Under tongue (Bajo la lengua), edición bilingüe, 1987; Installations (Instalaciones), 1989; À tout regard (A toda mirada), 1989; Typhon dru (Tifón denso), 1990; La subjectivité des lionnes (La subjetividad de los leones), 1990; Langues obscures (Lenguas oscuras), 1992; La nuit verte du parc labyrinthe (La noche verde del parque laberinto), 1992; Baroque d'aube (Barroco del alba), 1995; Vertige de l'avant-scène (Vértigo de antes de la escena), 1997; Au présent des veins (El presente de las venas), 1999; Musée de l'os et de l'eau (Museo del hueso y del agua), 1999; Hier (Ayer), 2001; Cahier de roses & de civilisation (Cuaderno de rosas y de civilización), 2003. Convencida feminista, abanderada de la causa de la mujer y de la defensa de los derechos humanos. Actualmente es miembro de la Academia de Letras del Québec y de la Academia Mundial de la Poesía.
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