Marce Nomalumbre'

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Los espejos del cerebro

Las Danzas fueron creaciones espontáneas, con movimientos que expresaban singulares sensaciones y sentimientos. Cuando el humano evolucionó, no toleró la soledad, se vinculó y tejió la sociedad. En esa época, aparecieron las danzas rituales, ceremoniales que ligaban afectos o espantaban miedos, pestes y enfermedades. Las coreografías fueron cambiando, pero la danza siempre fue parte de la sublimación, al margen de integridades físicas y mentales, como ese dúo maravilloso que viaja por Internet: la bailarina sin brazo y el bailarín sin pierna.

Cuando me contaron que Lola Ponce, “bailó” en el programa de Tinelli, bajó mi umbral de tolerancia y compulsivamente, envié una carta al Consejo Internacional de la Danza. Les relato que este hombre, poderoso colonizador cerebral de espectadores, está cambiando el signo de un instrumento humano tan digno. La evolución alcanzada por nuestra especie en millones de años, talló funciones superiores en el cerebro que permite, entre otras adquisiciones, defender la dignidad y la capacidad de inteligir y futurizar. Ciertos estímulos perversos y grotescos, se transforman en comportamientos de riesgo.

Giacomo Rizzolatti y colaboradores, de la Universidad de Parma (Italia), describieron las “neuronas espejo” en la corteza cerebral de unos simios, nuestros parientes cercanos. Les provocó asombro, observar como se activan estas células, no solo al ejecutar movimientos con el propio cuerpo, sino cuando los ven en otros. Este hallazgo, que ya se estudia en humanos, obliga a repensar nuestros compromisos y responsabilidades, a la hora de ofertar estímulos visuales y contextuales (medioambientales).

Por eso aplaudo a nuestro gobernador: Hermes Binner, que se enfrentó al rey del espectáculo, al impedir que los niños de la escuela especial de Tostado, Nº 2.036, vayan al programa de Tinelli. Textualmente dijo: “no queremos que nuestros chicos sean parte de una claque, por el horario, el contenido y otros motivos...” En lugar de agradecerle, hubo padres que se enojaron y hasta se oyó decir a un ciudadano: -que se olvide Binner de ganar en Tostado.

Por suerte estos niños, se perdieron trasnochar, contemplar e imitar, a quienes son  entrenadas para “bailar” el reggaeton, o “perrear”, nombre más adecuado, que ellos mismos dan, a los movimientos que reproducen la copulación desnuda de sentimientos.

Mirta Guelman de Javkin

mirtaguelman@hotmail.com