"Es necesario que se pregunte para que yo siga vivo, por que yo soy tan sólo su memoria". HAROLDO CONTI. Los caminos, homenaje.




Violeta se despide del 2009

Publicado en Nuestra Letra. el 3 de Diciembre, 2009, 12:10 por Saty

La despertó la voz de la azafata que avisaba que en unos minutos servirían el desayuno porque faltaba poco más de media hora para arribar al aeropuerto de Ezeiza. Violeta miró a Juan Ernesto y en su rostro adivinó que no había descansado durante el viaje.

Su marido era un buen hombre, de carácter fuerte pero de una rectitud y honestidad no muy comunes. Es por eso que el problema de la droga y su consiguiente designación en Rosario, lo habían devastado. Por primera vez se tenía que enfrentar a la injusticia y agachar la cabeza ante la estructura de poder. Debería haber cerrado la boca cuando el ministro criticó duramente el movimiento guerrillero en argentina, había sido una pelotudez ponerse a defender los derechos civiles de cientos de personas, él sabía que no era el momento adecuado. Pero no, sus convicciones e idealismo habían sobrepasado los límites aceptables y ahora se encontraba degradado y con la perspectiva de un puesto de cónsul en una ciudad del interior.

 

Violeta se paró y sacó el bolso de mano del estante superior, alisó su vestido y caminó por el estrecho pasillo hacia el baño. Como era esperable, se encontró con que estaba ocupado y se maldijo por no haberse despertado antes. Uno sabe que en los momentos previos al aterrizaje el simple hecho de querer utilizar el sanitario se convierte en una epopeya. Al cabo de unos minutos, que por su urgencia de orinar, se le ocurrieron interminables, una mujer gorda salió.

Al mirarse en el espejo notó que su peinado recogido del día anterior había dado paso a una maraña de cabellos. Mientras buscaba un peine en su bolso se le ocurrió que su propia vida se estaba pareciendo bastante a su cabeza y que no le resultaría fácil desenredarla como lo estaba haciendo ahora con su pelo. Con treinta y tres años se encontraba presa de una relación que no la convencía, a minutos de bajar en un país convulsionado, con una hermana gemela que pasaba caóticamente de un problema a otro y con la certeza de que nunca nadie le diría “mamá”.

 

Cuando regresó a su asiento, Juan Ernesto se encontraba en una dura pelea con los cubiertos plásticos en su intento de cortar una feta de jamón.

 

- ¿Por qué tardaste tanto? , casi llegamos y no vas a poder desayunar.

 

- Estaba ocupado.

 

Había días en que lo hubiera matado si hubiese tenido la posibilidad. Esas preguntas tontas la descolocaban. Él tenía la extraña cualidad de preguntar lo obvio, sabiendo de antemano la respuesta. Violeta creía que existía una intencionalidad oculta, como cuando le preguntaba si era feliz con él, como manera de obligarla a aceptar tácitamente lo que sabía no era tal. Porque él tenía la seguridad que ella nunca le diría que no. Aunque se arrepintiera de haberse casado tan rápidamente pensando que con él olvidaría.

 

- ¿Venía alguien a esperarnos?

 

- Sí, iban a mandar un coche.

 

Violeta miró la bandeja con los paquetitos de comida perfectamente envueltos, en una rigurosa secuencia. Decidió que solo tomaría café negro, lo único que deseaba era bajar y correr a un kiosco a comprar cigarrillos. No le gustaba fumar en los aviones, pero en ese momento hubiera dado su vida por un “Benson & Hedges”. Aspirar y espirar y mientras tanto expirar, irse, dejar que el pasado se disolviera efímeramente como el humo.

 

El bullicio del aeropuerto la distrajo y le sumó una energía impensada. Se olvidó de sus preocupaciones y se dedicó a mirar la gente que iba y venía. Juan Ernesto estaba charlando con alguien de la embajada en la sala vip y ella decidió esperarlo en el hall.

 

Muchas veces la realidad se nos presenta de manera insensata en las situaciones más   cotidianas. He pasado mucho tiempo sentada en los aeropuertos esperando la partida de un vuelo y decididamente, cada vez, he dedicado esos momentos de espera a observar la vestimenta o el andar de cada uno, como modo de pasar el tiempo, en lugar de dedicarme a la lectura de un libro. Sostengo – y ahí aparece mi veta literaria – que nada mejor para la ficción que una concienzuda observación de la realidad.

 

Me distraje mirando a una anciana, de apariencia frágil, que descansaba su cuerpo en un bastón de madera mientras arrastraba sus pies con infinita paciencia. La mujer avanzaba lenta pero decidida, seguida de un muchacho alto que llevaba sus maletas en un carrito. Cada dos pasos que daba, giraba su cabeza para confirmar que el muchacho no se había desviado y seguía atrás suyo. Era manifiesto el temor de que la engañaran y  perder su equipaje. Supongo que el día que yo llegue a vieja, me volveré igual de desconfiada y mi mirada no será ya la de ahora, libre de prejuicios, sino una mirada selectiva y  solitaria.

 

Cerré los ojos, presa de un agobio repentino al imaginar mi vejez. Cuando los abrí – no habrían pasado más que unos segundos – la anciana ya no estaba y en su lugar un hombre joven empujaba una silla de ruedas con una mujer más joven aún. Me conmovió la escena al ver la delicadeza conque lo hacía. Inmediatamente sentí que me faltaba el aire, que los latidos de mi corazón se aceleraban, al darme cuenta que ese hombre no era otro que el de mis pensamientos, de mis días y mis noches de insomnio. Por un instante pensé en gritarle, pero algo me detuvo, tal vez el miedo a que no me mirara con la ternura conque la miraba a ella.

 

Me levanté y caminé en sentido opuesto. Para cuando me animé a darme vuelta, él ya había desaparecido y Juan Ernesto venía a buscarme.

 

- ¿Nos vamos? – dijo.

 

- Sí, vamos, no veo el momento de llegar a casa.

 

  
Autores
María Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-