RAFEL IELPI
Publicado en Ensayo el 23 de Noviembre, 2009, 10:03 por MScalona
Al Mejor Postor
Estas ceremonias, dignas de una página de Roberto Arlt, se llevan a cabo en distintos lugares de Buenos Aires donde arribaba la totalidad de mujeres traídas desde Europa. Uno de ellos era el Teatro Alcázar, sobre la calle Suipacha; otro, el <<Café Parisien>> que también funcionaba como restaurant, emplazado sobre la aristocrática Avenida Alvear 3184 casi esquina Billinghurst, uno de cuyo dos propietarios ( el otro era Salomón Mittelstein) era Achiel Moustowsy, miembro de Los socios terminaron vendiendo el negocio a un trío que incluía, junto a Simón Kumchev, a dos de los nombres más notorios de la cofradía de tratantes: Mauricio Caro y Simón Brutkievich, este último presidente de Alzogaray (Comisario Policial Federal) es uno de los testimonios sobre aquellas escenas patéticas: La habitación utilizada para tal fin estaba provista de un tablado a manera de escenario, en el que aparecía la víctima exhibiendo su desnudez. No bien corríanse lateralmente las cortinas que la ocultaban a las miradas de los asistentes, se anunciaba el remate impulsados por repugnante avaricia. Palpaban la dureza de sus carnes, se detenían en la conformación general del cuerpo y los pechos, de la dentadura y del cabello. Realizado este examen comenzaba la subasta. Formuladas una o dos ofertas, por distintos interesados pero sin revestir nunca los aspectos de una competencia formal, adjudicábase la mercadería al mejor postor. Entre los espectadores de aquellos remates se contarían no sólo algunos magistrados y policías amigos de los rufianes sino algún notable como George Clemenceau, que en su visita a
La sociedad remataba mujeres en el Café Parisien, propiedad de uno de sus directivos. El lugar estaba en uno de los lugares más burgueses de Buenos Aires y en uno de los salones del Parisien se montaba un escenario, y al descorrerse las cortinas aparecían las mujeres desnudas. Los invitados al espectáculo eran rufianes, jueces y políticos. El rematador recibía las ofertas, que se hacían en voz alta. Los compradores subían al escenario, palpaban los cuerpos (culo y tetas sobre todo) y hacían la oferta. Era una autentica <<bolsa de mujeres>>…
(Vazquez-Rial: El cementerio…., op.cit).
El periodista Gustavo Germán González, cronista policial de Crítica rescató en su rico anecdotario publicado el título de 55 años entre policías y delincuentes, y habiendo sido testigo de uno de aquellos remates de mujeres, la peculiar <<oferta>> que el rematador hacía a la expectante audiencia de clientes, integrada exclusivamente por tratantes o rufianes judío- polacos, rusos y franceses: <<Mírenla bien>>, repetía. <<Es gordita, tiene sólo 22 años y nunca trabajó en el oficio. Es obediente. ¿Cuanto ofrecen por ella? <<Dos mil pesos>>, dijo un gordo patilludo. El rematador se mostró indignado por lo ínfimo de la oferta: << ¡Mírenla bien!>>, repetía, y obligando a la mujer a que abriera la boca, insistió en su descripción: << ¡Fíjense bien: no tiene ni una muela picada!>>. Siguió la puja hasta que un rufián pagó 60.000 mil pesos para mandarla a uno de sus negocios en Rosario…
RAFAEL IELPI, EL IMPERIO DE PICHINCHA, Ed. Homo Sapiens, p. 97-99, obra que presentaremos con el autor el próximo miércoles
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