"Es necesario que se pregunte para que yo siga vivo, por que yo soy tan sólo su memoria". HAROLDO CONTI. Los caminos, homenaje.




que leí anoche en la FEL

Publicado en Parodias el 25 de Octubre, 2009, 22:24 por PC

Geraldine

 

 

 

 

 

     Pongamos que las nubes tapaban la luna  en la ciudad Húmeda. Que la brisa carcomía en su calor el óxido de febrero en la piel veinteañera de los jóvenes, que observaban el carnaval como ausentes, como autómatas concupiscentes del voyeurismo programado. Que los azahares convidaban los últimos suspiros previos a la muerte súbita necesaria para el nacimiento de la fruta en ciudad Húmeda. Que algo de tierra se tamizaba en el palpitar afiebrado de la decisión tomada, que se colaban los últimos resquemores en los intersticios de la palabra que se pensaba con sensualidad, porque su fuerza residía en la sonoridad foránea más que en los tres cuerpos extasiados en la imaginación.

     Menàge a trois con Geraldine presuponía fonéticamente un clímax europeo, acrecentado por la madurez de la señora de las cuatro décadas. Ella iba  a ser nuestra primera mujer no paga en compartir nuestra cama. Por suerte no fue la última. El contacto se inició por una página de internet de búsqueda de partenaires sexuales. Nuestro nick era “somos dos_h”, dos hombres buscando mujeres para tríos. Nos calificábamos como experimentados, discretos y ardientes. Mandamos mensajes sutiles y directos a cuarenta y dos mujeres que coincidían con nuestra búsqueda. No contestó ninguna. Pero al mes de entrar casi a diario a la página, el milagro se produjo, Geraldine_44 nos mandó un mensaje corto y conciso: me gustaría conocerlos, mi msn Geraldine44_lagatita arroba hotmail.com.

     Fue una semana de contactos por chat en el que al principio tratamos de mostrarnos buena gente, simpáticos, excitantes. Nos pidió fotos, aprovechamos para pedirle a ella también un adelanto digital. Geraldine nos pidió discreción y nos mandó una foto en la que posaba en el rosedal, se veía una fecha hecha con flores, pero no se veía el año. Estábamos llenos de ilusiones, listos para experimentar el amor libre y regodearnos con la sensualidad de una mujer que se entregaba a dos hombres por puro deseo carnal.

     Fuimos en la camioneta del padre de Cacho, ella nos esperó dentro de su Renault 12, habíamos quedado que yo subía a su auto y después seguíamos a Cacho hasta su casa en zona norte, sus padres no estaban. Paramos a la par del Renault, parecía más grande que en la foto. Cacho me tocó la pierna antes de bajar. “¿Ché, te parece?” Ya estamos jugados, man, tiene lindos ojos, mirá, le dije y bajé. En la oscuridad del auto me dijo que estaba nerviosa, que nunca lo había hecho pero que le habíamos caído bien. Me pareció una mujer gruesa y mayor. Cuando llegamos a la casa de Cacho y bajó del auto, bajo el farol, dejó de parecérmelo, era lisa y llanamente gorda. Muy gorda, lo de mayor era anecdótico.

     Como yo había incitado todo esto, me creí en el deber de empezar los juegos previos. Cacho miraba desde la puerta de la habitación cómo la abrazaba y besaba, sonreía mientras su enorme pollera se enredaba entre mis piernas. El hijo de puta comía una hamburguesa y miraba con cara de no poder creer lo que veía, y reía, todo el tiempo se reía. Yo le saqué la pollera, que desplegada sobre la cama matrimonial de los padres de Cacho parecía una cortina o un mantel. Le pedí a Cacho que apague la luz, ella le pidió que se acerque. El dejó la hamburguesa en la mesa de luz, y se sentó en la cama. Ella empezó a desabrocharle la bragueta, sacó su miembro y comenzó a besarlo. Yo aproveché para levantarme y apagar la luz, el momento no era tan sensual como imaginé. Cuando volví a la cama, a tientas, descubrí que se había puesto en cuatro, le corrí la bombacha y luego de ponerme un forro la penetré sin piedad. Ella gemía. Cacho prendió el velador y se reía mientras ella le chupaba la pija. Yo le hacía señas para que apague la luz, me daba impresión lo ancha que era desde atrás, cómo tenía que abrir mis brazos para agarrarla de la cintura. A Cacho esta situación evidentemente lo divertía, porque cada dos minutos prendía la luz. Encima la gorda cada vez que Cacho prendía la luz se corría hacia un costado para que yo viese lo que hacía con su boca, adoptando una pose de revista pornográfica que no se condecía con la imagen de erotismo que yo tenía. Yo quería acabar y olvidar el asunto, pero en la oscuridad, Geraldine nos pidió una doble penetración. “Vos abajo, negrito”. Yo le hice caso con la esperanza que Cacho se deje de romper las bolas con la luz, así en la oscuridad podía pensar en una película porno y acabar de una vez. Imaginaba que estaba con Jenna Jameson, en Infierno Anal 4, pero de golpe se me aparecía la escena de Liberen a Willy en la que la orca salta por encima del niño protagonista. Así no es fácil.

     Mis temores de que me aplaste fueron infundados, Geraldine apoyó sus rodillas a mis costados, tomó mi pene semierecto que desapareció entre su entrepierna. Cacho le empezó a meter los dedos con saliva en el culo, pero ella pidió lubricante. Me la seguí garchando un rato mientras trataba de esquivar sus besos y sentí que Cacho volvía a subir a la cama. Le ponía algún lubricante que la hacía delirar, se chorreaba por el orto del cetáceo y me hacía cosquillas en las bolas y se me desparramaba por el culo. Cuando Cacho la penetró ella se arqueó y gemía mientras me pasaba el mondongo por mi pelvis en un movimiento circular que me recordaba el zamba del Italpark. Cuando gritó “¡hay, me están matando!” acabé. Me quería ir a la mierda pero tuve que esperar que Cacho se la siga dando de atrás un rato largo, mientras mi pobre pija se escurría como un gusano y se perdía entre los pliegues de grasa que adivinaba en la penumbra.

     Cuando por fin Cacho terminó en un quejido, me retiré y sacarme el forro y meterme al baño fue un segundo demasiado largo. Me quería sacar el olor a látex y volver a mi casa, donde me esperaba mi novia que se me antojaba la mujer más linda del mundo a estas alturas. Mientras me enjabonaba noté unos grumos marrones entre mi vello púbico. El agua no los barría fácilmente, tuve que tomarme mi tiempo para sacarlos casi de a uno. Al volver a la pieza Cacho me esperaba para entrar a su vez al baño. “Lindos ojos tiene, dijiste, sorete”. Yo sonreí y le hice shh con el dedo en la boca. La luz de la pieza estaba prendida y noté que en la mesita de luz había una olla Essen, de las grandes, y me di cuenta que el desgraciado no había tenido mejor idea para lubricarle el culo que utilizar aceite quemado directamente desde la olla, donde antes de ir a buscarla habíamos preparado unas milanesas. La gorda fumaba y tiraba las cenizas en la olla. Las sábanas tenían una mancha enorme de aceite. Me dieron arcadas. Le dije a Geraldine que no me sentía muy bien, y me fui dejando al pobre Cacho a merced de semejante criatura.

    

 

Pablo Castro

 

 

 

 

 

  
Autores
María Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-