Cataratas del Niágara
Publicado en Aguafuerte el 10 de Octubre, 2009, 12:10 por Nano
Hay aguas mimosas y aguas estancadas, hay aguas saladas y otras más sabrosas. Hay aguafuertes y aguafiestas. Hay aguaceros, Cocas Zero, harina doble cero y triples de jamón y tomate; pero esto es sapo de otro costal. Estuve analizando al borde de las cascadas, que hay aguas osadas y aguas conservadoras. Estas últimas viven lejos del precipicio. Más bien se quedan en el lago de más arriba, criando dengue para cuando se termine la gripe, o haciendo cualquier otra cosa. También hay otras tranquilonas, vienen por el cauce del río, sin transpirarse y sin tomar riesgos. Muchos desconfían de su entrega y hasta sospechan de su valor. Lo cierto es que también vienen ellas, pasivas, aburridas y con menos emoción que chuletas delante de Carola, mi amiga vegetariana. Entonces, las más atrevidas, vienen por el borde, jugando a finito, un poco buscando el roce, otro poco el éxtasis del vértigo. Siempre desprevenidas, cierta actitud orillera y de repente el abismo, caída libre, paracaídas agujereado, parapente sin el pare, choque sin seguro. La debilidad de un arbusto, que lloraba por cada chorro desviado sobre sus ramas, no tenía fuerzas para denunciar el peligro. Abajo una roca insensible, impiadosa consolidaba la amenaza. Sólo las más astutas lograban advertir los aleteos más severos de los caranchos canadienses por la salpicadura, o de las gaviotas, y lograban virar a tiempo. Otras, aún sabedoras del todo, se relamían ante el regocijo que le produciría terminar siendo un buche gigante de la garganta del diablo. El resultado, un golpazo más grande que el de Videla en Entonces, las más maltratadas por la cascada habían perdido el norte, la directa senda que las depositarían en el Ontario manso y no va que viene otra que hace “pluff” y encima otra que grita “push” y otra más fuerte “merd” y todas dislocadas y apenas entendiendo el dialecto de la más gritona, porque bajaba de la otra montaña. Igual se enfilaron detrás de ella, que tampoco sabía para donde ir, pero se la veía más decidida. Y para abajo partieron juntas. Parecía que la prepotente las iba a llevar de raje, pero en ese momento, no escuche bien, pero una de las rebeldes, parece haber organizado un piquete pacífico y puso cierta calma al revuelo. Otra vez, palabras que estaban demás. Más templadas, ya casi hermanadas, fueron comprendiendo su locura. Más adelante van encontrando su lugar, ya no se empujan, van en busca del lago y todo vuelve a la normalidad. Si, a la normalidad. ¿Sino para qué me sacaron 100 dólares? ¿Para ver a las aguas normales del Niágara? Nano |