Calzó justo, pero no estaba preparado
Publicado en Parodias el 8 de Diciembre, 2008, 11:42 por Saty
Cada vez que lo veo es la misma historia de siempre. Se calza los lentes, mira el papel y sin levantar la vista siquiera, me dice lo que ya sé, que hay que corregir. Y ahí me mata. Es que nunca fui de pararme y mirar para atrás. Siempre tengo esa urgencia de que las cosas se resuelvan inmediatamente. “Personalidad ansiosa” dice mi psicólogo.
Esto de la escritura para mí es como un vómito, una vez que lo agrio te sube no lo podés controlar. A mí me pasa igual y él no lo entiende. Insiste en los sintagmas, la elipsis y lo velado. Y no digo que no tenga razón, sí la tiene, pero conmigo es muy difícil.
Lo peor de todo es saber cuándo parar, cuándo sacar la mano del teclado, cuándo es suficiente. Porque para esto hay que pasar la lija y ya dije que en eso soy un desastre. Tengo la maldita costumbre de escribir como escupiendo y eso que siempre me dio asco los tipos que escupen en la calle. Más de una vez estuve a punto de ligarme una trompada por gritarle a alguno “asqueroso de mierda ¿por qué no te guardás el moco para vos?”.
Seguramente cuando escuche esto él va a pensar “¿Y esta mina para qué viene al taller si no hace caso?”. Porque me dijo que leyera un aguafuerte. Y yo insisto en otra cosa. Será que nunca estoy conforme con lo escrito y caigo en la costumbre de archivar lo hecho en una caja negra. Aunque creo, que por ser la fiesta, no lo va a decir. Si algo tiene él, es diplomacia. Tengo la certeza que más de una vez debe haber tenido ganas de decirme “Andá a lavar los platos nena”. Pero no lo hizo. Es que él, es un señor. Y encima, abogado. Y por si fuera poco, escritor. Un maestro en esto de decir sin decir todo.
Para colmo, recalca una y mil veces que hay que ser breve y a mí se me viene a la mente Onetti con “La vida breve” y me empiezo a sentir para el culo porque me separa un abismo. Y me acuerdo de Carver, de Italo Calvino, de Barthes y me invade un desasosiego irreparable. Entonces siento que debería dedicarme a la arquitectura, volver al autocad que tengo abandonado.
Pero resulta que cuando quiero algo, soy persistente. Mi marido dice que consigo las cosas de tanto hincharle las bolas. Como cuando logré que comprara la heladera PhilipsWirhpool. Un mes estuve haciéndole la cabeza, “que es la mejor, que tiene el dispenser de agua, que los dos fríos”. Hasta que dijo que sí. Y parece que para escribir es lo mismo, hay que ser genio y si no sos genio hay que ser hincha pelotas.
El año pasado eran “veinte renglones, no más, para no cansar, porque somos muchos”. Y ahora, “no pasar de cinco minutos, calculen que cinco minutos es una carilla A4 si es prosa y dos si es poesía”. Tal vez, sea este el momento de hacerle caso. Tal vez.
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