Cosas Viejas 3
Publicado en General el 22 de Julio, 2008, 1:16 por Juanjlp
Esto debe tener al menos una década, pero antes que se añeje demasiado, suelto estos bichos por acá. Alguien suelto imaginando
El tipejo una mañana imaginó a un gato, pero esto no hubiese sido de importancia, de no ser porque la gente que estaba en la calle también lo veía, luego imaginó otro, y los dos felinos remolones se pusieron a jugar con increíble elegancia. La gente en la calle sonreía alegremente. Luego imaginó a un pendón, para llamarlo de alguna manera, ya que antes de ser imaginado por el tipejo, este no existía, ahí la cosa cambió de rumbo. A la gente ya no le gustó tanto, resulta que el bicho este, el pendón, no era muy agradable y lo que es peor, era desconocido, y por consiguiente poco previsible, cosa jodida para la gente. Los dos gatos lo miraron con extrañeza, y más aún cuando el pendón mirando hacia el cielo, profirió el más gutural y dulce eructo jamás oído, las viejas se horrorizaron, incluso una se dio vuelta con asco. El tipejo empezó a elucubrar otros animales innombrables, una locomotora en miniatura y a una vieja que no paraba de coser en una máquina a pedal. El Pendón de repente se irguió cuan largo era, tomó a uno de los gatitos y lo sodomizó sin más. El otro gato que miraba azorado, también tuvo lo suyo. Para completar el cuadro, la locomotora que no paraba de crecer, arrolló a la vieja, y se fundió en una sola cosa con la máquina a pedal, un gran guiñapo sanguinolento, sutil mezcla de hierro, madera y carne. La gente empezó a enfurecer por el desagradable espectáculo, alguien sugirió que se linchara al tipejo, no tuvo que insistir demasiado, la vieja con cara de asco fue la primera en atizarle un puntapié en las costillas, su compañera de geriátrico la secundó con un certero paraguazo al ojo, las demás personas se agolparon luchando por tener al menos un centímetro cuadrado del cuerpo del imaginante, el tipejo ya no sonreía. El pendón, la máquina y los gatos, se fueron disolviendo en el aire con cada patada, con cada puño. Finalmente quedo tirado ahí, muerto quizás, imaginando una línea recta, horizontal y blanca. Al fin y al cabo se lo merecía ¿no?, no es cuestión de andar por ahí imaginando cualquier cosa. |