Carlos Drummond de Andrade (BRA-1902-1985)
Sentimental
Me pongo a escribir tu nombre
con fideos de letritas.
En el plato, la sopa se enfría, llena
de escamas
y acodados en la mesa todos contemplan
ese romántico trabajo.
Desgraciadamente falta una letra
¡Una letra solamente
para acabar tu nombre!
-¿Estás soñando? ¿Mira que la sopa se enfría!
Yo estaba soñando…
y hay en todas las conciencias este cartel
amarillo:
"En este país está prohibido soñar".
Cabaret mineiro
La bailarina española de Montes Carlos
danza y danza en la sala mestiza.
Cien ojos morenos están desnudando
su cuerpo gordo picado de mosquitos.
Tiene una señal de bala en el muslo derecho,
la risa postiza de un diente de oro,
pero es linda, linda, gorda y satisfecha.
¡Cómo bambolea las nalgas amarillas!
Cien ojos brasileños están siguiendo
el balanceo dulce y suave de sus tetas…
No te mates
Carlos, sosiégate, el amor
es eso que estás viendo:
hoy besas, mañana no besas,
pasado mañana es domingo
y el lunes nadie sabe
qué pasará.
Es inútil resistir
o aún suicidarse.
No te mates, oh no te mates,
resérvate todo para
las bodas que nadie sabe
cuando vendrán,
si es que vendrán.
El amor, Carlos, tú telúrico,
la noche pasó en ti
y los complejos sublimándose,
allá adentro un barullo inefable,
oraciones,
victrolas,
santos que se persignan,
anuncios del mejor jabón,
barullo que nadie sabe
de qué, para qué.
Mientras tanto caminas
melancólico y vertical.
Eres la palmera, eres el grito
que nadie oyó en el teatro
y todas las luces se apagan.
El amor en la sombra, no, en la claridad,
es siempre triste, hijo mío, Carlos,
pero no digas nada a nadie,
nadie sabe ni sabrá.
|