Cumple de FABRICIO SIMEONI
Publicado en homenaje el 3 de Marzo, 2008, 13:48 por MScalona
hoy es el cumpleaños nº 34 del poeta (uno de los mejores de la generación joven de la ciudad) y periodista rosarino colgamos un txt de él, reciente, en su homenaje. INVITA a todos el próximo sábado después de medianoche en "LUNA" donde llevará algunas tortas para compartir... para quienes lo quieran saludar tel 451-4010 o 155-039.369...
Anima Mundi
"... nuestro pensamiento diario no era sino la capa de espuma que hay en el borde poco profundo de un vasto y luminoso océano..."
William Butler Yeats Sin antes arrojar una pelota de tenis, trepaba la medianera para buscarla. Eran días de sol y los rayos ultravioleta no lastimaban la obscenidad de la piel a las dos casi en punto. Después de una doble falta la excusa era válida, ver desnuda a mi vecina. Alguien me hacía ancla, a veces hasta inventaba un umpire que baje de su elevado aposento y me sostenga una pierna desde la planta, todo el cuerpo desde una raíz. Absurdo escuchar un no. Absurdo no poder verla. A veces inventaba un nombre, como llamarla después de verla, llamarla sin verla incluso. Esto aumentaba el deseo que proviene de la nominación, hasta podía cambiarlos los días nublados e imaginarla tal vez rodeada de telas frágiles, paños rústicos inherentes al propio vendaje de los carteles, tomando un lexotanil al borde de una pileta donde algunos sapos conflagran la sed de los adoradores, inundada de plexo hasta el cuello o muerta. Sus piernas eran de red, la misma que estirábamos cuando el match era de dobles, se infringía el ocultamiento y de revés alguien insistía con el último punto. Merecer la misma luz que lo que imaginamos antes del verla. Después siempre una fisura en la córnea nos desplazaba el ojo hasta visualizar el malvón. Hubiese querido ser Sampras y minar de primeros saques ese jardín lleno de anomalías florales. Su espalda se desprotegía del hábito normal de las espaldas comunes, el roce memorial nos avivaba. Pensaba en la rentabilidad de los pezones contra el suelo agrietado del cemento. Eran los mismos tiempos de electricidad, un enchufe, una picana, los cortos más prolongados. Pensé que el verano debía ser finito, lo que no debía terminarse era la yema del pulgar acariciando el alambre de púas. Sé que ella vio mi sangre castigando el tapial, pero no iba a nombrarme tan fácilmente. Los efectos narcóticos, un mediodía fun del mediodía y la concupiscencia del vientre que evita o quiere evitar los aranceles del médano hicieron posible mi caída del lado de adentro. Verla era entonces la perfecta combinación de lo que no se nombra con lo que no se imagina. Cuando la voz del umpire asomaba detrás de la línea para anunciar el vicio de una pelota distinta que pica en el no limite, fuera de toda posibilidad, vi el cuerpo que no quería. El mismo que tampoco quería ser cuerpo, ni nombrado, ni imaginado. El cuerpo de todos los nombres que nunca dije, el nombre de todos los cuerpos que nunca imagine. Los alguaciles suelen ser más precisos que un pronóstico desalentador, la lluvia era, tal vez, algo inminente.
Fabricio Simeoni |