Octubre del 2007
Publicado en General el 31 de Octubre, 2007, 21:01
por Frambuesa_Interestelar
Otoño
Amaneció
con un clima importado
¡Desechamos tantos pedazos
de nuestra tierra¡
¡Cosechamos tantos
frutos importados¡
mientras todos
se visten de bufanda
y sacan a pasear
sus lánguidas caras de sueño
Invierno
Como si fuera ayer
recuerdo el día
en que el viento prometió
"soplarse solo"
sin velas , ni aura,…
sin embargo las camperas
todos los dias resisten
al embargo eterno
de cubrir el pecho del hombre,
y en sueño de un equilibrio perfecto
se cruzan cosas
de naturaleza humana
refugios, solo refugios...
Primavera.
En un corazón helado
calentamos la cabeza
tratando de romperlo todo
……….miles de amores ciegos
manejan los momentos del día………
y del romance que tanto anhelamos
quedaron fotos viejas
arruinadas,
por el polvo, la luz y la sal.
Verano
El fuego del que fugamos
crea formas en el humo
haciéndolas brillar, saltar y salpicar
El fuego del que fumamos
pierde su rojo con el correr de los años.
desperdiciando calores que ayer nutrían su aroma
El juego del que jugamos, se vuelve cada dia mas aburrido.
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Publicado en General el 31 de Octubre, 2007, 13:34
por lilian
Después de todo, descubro que tengo ganas de volver al pueblo.
Preparo la casa familiar, -que es donde viviré- con un frenesí sorprendente, y noto que esperé años para hacer estos cambios. Lijo, pinto, descarto objetos sin piedad. Parece que tengo muy claro lo que no quiero.
Arreglo la bicicleta y pedaleo todos los dias. Hace buen tiempo.
Me prestan una hidrolavadora y me encanta la alegría que me produce ese chorro limpiador.
Planto tres enamoradas del muro, que aún no lo están.
Cada noche duermo profundamente y despierto con vitalidad infantil. Sigo tirando, limpiando, forrando estantes.
Vinieron esos hombres maravillosos de los oficios, ya tengo luz, agua, gas, pasto al ras, espejos nuevos para el antiguo botiquín, que gloria, consigo una lijadora eléctrica, la madera muestra su veta y la acaricio.
El carpintero resultó ser aquel niño cuyo embarazo fué de todas, a los quince...el primero, el más valiente. Tomamos mate y le cuento mi versión de su historia, excepto, claro, el costo que pagó su madre por ser transgresora, -quizás lo piense sólo-.
Me dice que le gusta Pink Floyd.
Voy viendo que esta nueva vida me sienta, pero también lo que dejo...
¿Qué estarán haciendo mis hijos? Los mensajes no abundan.
Ya va queriendo...tomando color...se va convirtiendo otra vez en hogar.
Un dia al regresar encuentro un ramo de lirios en el umbral de la puerta. La vecina, la de la granja me ofrece el fiado, -como a tu mamá- dice, y me avisa -fué tu tia la que dejó las flores, ah, yo pensé...- Nos reímos, dice que está contenta con mi regreso.
Yo también. La vieja biblioteca va al living, la ubico en sitio preferencial, pero leo muy poco en este viaje.
Pacté con la madreselva y le hice promesas de poda al limonero, ya veré que hago con el laurel.
Uno de mis hermanos está insistiendo con que tire un paredón, el otro me hace una lista de candidatos con hectáreas de campo. Es en broma, pero la hace. Nadie soporta en este pueblo a las divorciadas.
Entiendo la incomodidad. Y los mecanismos de control instalados para la permanencia de lo estandar. Leo algo sobre la función del chisme. Pasa un auto con altoparlante anunciando cine gratis el domingo. Proyectan "Todo sobre mi madre".
Me ofrecen perros, gatos, servicio doméstico y un extraño aparato que garantiza perfume a limpio en toda la casa. También una sobrina por noche para que me acompañe. Saco del bolsillo mi mejor sonrisa pero gracias...
Y el electricista resultó ser alguien con quien teníamos un grupo de música, siguen los mates...
Suena raro el jazz en este pueblo.
Acá todos saben quien de la cana asociado con tal empresario les vende droga a los adolescentes que sufren por saberse pobres, los que no irán a estudiar a la ciudad. Hasta hace unos años se distraían aprendiendo nudos, cuando ser scouts les entusiasmaba. También lo fueron el cana y el empresario. Todos tomaron la comunión, ahora lo hacen sus hijos. El último en enterarse es el cornudo.
En realidad, hay pocas novedades. Las mujeres no toman café solas en el bar. Pintaron el Banco y sacaron los eucaliptos de la plaza. Circulan flamantes cuatro x cuatro en la "vuelta al perro". Sopla la brisa de Octubre como antes. Todos quieren una casa blanca.
Una vez, sólo una -lo juro- me sentí confundida y triste. Fué tratando de comprar lámparas. Pero se me pasó rápido.
Después, al volver, acordamos en que yo le dejaba las mias, -ya sé que las había elegido con dedicación- y él pagaba las nuevas, a razón de dos usadas por una nueva. En la ciudad encontré unas que están perfectas. Me las empacaron con cuidado.
¿Dije que no me gusta el rosa?
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Publicado en General el 31 de Octubre, 2007, 8:36
por MScalona
A 40 años de su muerte, las obras de la genial escritora estadounidense acaban de reaparecer en la Argentina. El volumen "Aliento del cielo" es la mejor excusa para leer las diferencias que existen entre su narrativa y la de sus contemporáneos. "Freaks", perdedores, débiles mentales y parejas atormentadas participan de una construcción mítica alrededor del sur norteamericano. Niña prodigio, reconocida por la crítica y por el público, a su obra se le suma una biografía inquietante: matrimonio conflictivo, sexualidad ambigua, un intento de suicidio y la muerte, a sus 50 años. Sus obras más famosas fueron las novelas EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO, LA BALADA DEL CAFÉ TRISTE y REFLEJO NEGRO EN UNOJO DORADO. La primera, considerada su máxima obra, la escribió a los 23 años.
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Publicado en De Otros. el 31 de Octubre, 2007, 0:13
por MScalona
Trakl y yo
Buzo de lo profundo, sumergido
en el diáfano día, en la belleza
antes de la jauría
y de la presa. Ebrio
se quitó la escafandra
en ese punto
de la profundidad
donde el cerebro
se bebe la ilusión
de un aire puro
y se ahoga
saciándose en su sueño.
No le bastaba el agua peregrina
corriendo entre las zarzas. Su destino
era pulir la piedra de lo errado,
lavar sus pies descalzos
lastimados por los viejos zapatos.
Amante del abismo, de la hondura
se hundió hasta la embriaguez
en la locura
lúcida de quien no amó la cacería.
De quien, no fue ni perro, ni fue presa.
Concepción Bertone concepcionbertone@hotmail.com
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Publicado en Poemitas. el 30 de Octubre, 2007, 21:10
por Descarga
El alero
Nuestros cuerpos, ahora detenidos, completan uno de los laterales del alero
un cierre descentrado, involuntario
para proteger a las palabras que han dejado de tener dueño, antes que el cielo nos reduzca.
No es casual
que nos entreguemos a este estanque y que sólo tu espalda cargue un sinusoide de luces.
Sala de espera
el joven tiene una cicatriz en la cabeza
le rodea la nuca
y se va inacabada
detrás de las orejas
sus manos
tocan las paredes
el escritorio
la pollera de la madre
el aro impulsor de su silla de ruedas
apenas un tórax
gira
frena
hace embates
mantiene alterada
a nuestra fila de piernas
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Publicado en De Otros. el 30 de Octubre, 2007, 20:06
por MScalona
Houellebecq
Por lo general no veo a nadie los fines de semana. Me quedo en casa, ordeno un poco; me deprimo amablemente.
Sin embargo este sábado, entre las ocho y las once de la noche, tiene un lugar un momento social. Voy a cenar con un amigo sacerdote a un restaurante mexicano. El restaurante es bueno; por ese lado no hay ningún problema. Pero mi amigo ¿sigue siendo mi amigo?
Estudiamos juntos; teníamos veinte años. Gente muy joven. Ahora tenemos treinta. Cuando consiguió el título de ingeniero, él se metió en el seminario; se desvió del camino. Ahora es cura en Vitry No es una parroquia fácil.
Me como una torta de frijoles, y Jean-Pierre Buvet me habla de sexualidad. Según él, el interés que nuestra sociedad finge experimentar por el erotismo (a través de la publicidad, las revistas, los medios de comunicación en general) es totalmente ficticio. A la mayoría de la gente, en realidad, le aburre enseguida el tema; pero finge lo contrario a causa de una estrafalaria hipocresía al revés.
Llega al centro de su tesis. Nuestra civilización, dice, padece un agotamiento vital. En el siglo de Luis XIV, cuando el apetito por la vida era grande, la cultura oficial enfatizaba la negación de los placeres y de la carne; recordaba con insistencia que la vida mundana sólo ofrece satisfacciones imperfectas, que la única fuente verdadera de felicidad está en Dios. Un discurso así, afirma, no se podría tolerar ahora. Necesitamos la aventura y el erotismo, porque necesitamos oírnos repetir que la vida es maravillosa y excitante; y está claro que sobre esto tenemos ciertas dudas.
Tengo la impresión de que me considera un símbolo pertinente de ese agotamiento vital. Nada de sexualidad, nada de ambición; en realidad, nada de distracciones tampoco. No sé qué contestarle; tengo la impresión de que todo el mundo es un poco así. Me considero un tipo normal. Bueno, puede que no exactamente, pero ¿quién lo es exactamente? Digamos que soy normal al 80 %.
Por decir algo, observo que en nuestros días todo el mundo tiene forzosamente la impresión, en un momento u otro de su vida, de ser un fracasado. Ahí estamos de acuerdo.
La conversación se estanca. Picoteo los fideos caramelizados. Me aconseja que encuentre a Dios, o que inicie un psicoanálisis; me sobresalta la comparación. Se interesa por mi caso, lo desarrolla; parece pensar que voy por el mal camino. Estoy solo, demasiado solo; según él, no es natural.
Tomamos una copa; él enseña sus cartas. En su opinión, Jesús es la solución; la fuente de vida. De una vida rica y plena. << ¡Tienes que aceptar tu naturaleza divina!>>, exclama; los de la mesa de al lado vuelven la cabeza. Estoy un poco cansado; tengo la impresión de que llegamos a un callejón sin salida. Por si acaso, sonrío. No tengo muchos amigos, no me apetece perder a éste. <<Tienes que aceptar tu naturaleza divina…>>, repite él, en voz más baja. Le prometo que haré un esfuerzo. Añado algunas frases, intento restablecer algún tipo de acuerdo.
Después un café, y cada cual a su casa. Finalmente, la velada ha estado bien.
op.cit... p. 36-38
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Publicado en General el 30 de Octubre, 2007, 11:47
por MScalona
Jueves 6 de diciembre 20 hs,
Casa de la Poesía Municipal
Sgto Cabral y el Río
reservarse la fecha...
LECTURAS
BRINDIS
MÚSICA PERFORMANCE
DISC JAY FERNANDO
BAILE...
EL TEXTO QUE LEAN DEBE SER:
soneto decasílabo con acento agudo en la diez... pero con desbaratamiento barthiano, planteo-desarrollo y desenlace, matices de ilegibilidad, rima ABBA (sigo creyendo que ABBA fue mejor que los Beatles), alguna imitación indisimulable de Cortázar (sino, no seríamos adolescentes de taller) y por supuesto, al que le falte "el suave desaliento", no aprueba. Hay un rumor que dice que los que llegan a 2º año con la misma pareja que tenían al llegar al taller, no aprendieron nada... maledicencias... no hagan caso y sigan probando... lo importante no es ganar (o gobernar) sino competir...
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Publicado en De Otros. el 29 de Octubre, 2007, 20:30
por MScalona
Michel Houllebecq nació en Bélgica en 1957
La dificultad es que no basta exactamente con vivir según la norma. De hecho consigues (a veces por los pelos, por los mismos pelos, pero en conjunto lo consigues) vivir según la norma. Tus impuestos están al día, las facturas pagadas en su fecha. Nunca te mueves sin el carnet de identidad (¡y el bolsillito especial para la tarjeta VISA!...).
Sin embargo, no tienes amigos.
La norma es compleja, multiforme. Aparte de las horas de trabajo hay que hacer las compras, sacar dinero de los cajeros automáticos (donde tienes que esperar muy a menudo). Además, están los diferentes papeles que hay que hacer llegar a los organismos que rigen los diferentes aspectos de tu vida. Y encima puedes ponerte enfermo, lo cual conlleva gastos y nuevas formalidades.
No obstante, queda tiempo libre. ¿Qué hacer? ¿Cómo emplearlo? ¿Dedicarse a servir al prójimo? Pero, en el fondo, el prójimo apenas te interesa. ¿Escuchar discos? Era una solución, pero con el paso de los años tienes que aceptar que la música te emociona cada vez menos.
El bricolaje, en su más amplio sentido, puede ser una solución. Pero en realidad no hay nada que impida el regreso, cada vez más frecuente, de esos momentos en que tu absoluta soledad, la sensación de vacuidad universal, el presentimiento de que tu vida se acerca a un desastre doloroso y definitivo, se conjugan para hundirte en un estado de verdadero sufrimiento.
Y, sin embargo, todavía no tienes ganas de morir.
Has tenido una vida. Ha habido momentos en que tenías una vida. Cierto, ya no te acuerdas muy bien; pero hay fotografías que lo atestiguan. Probablemente era en la época de tu adolescencia, o poco después. ¡Qué ganas de vivir tenías entonces! La existencia te parecía llena de posibilidades inéditas. Podías convertirte en cantante de variedades; o irte a Venezuela.
Más sorprendente aún es que has tenido una infancia. Mira a un niño de siete años que juega con sus soldaditos en la alfombra del salón. Te pido que lo mires con atención. Desde el divorcio, ya no tiene padre. Ve bastante poco a su madre, que ocupa un puesto importante en una firma de cosméticos. Sin embargo juega a los soldaditos, y parece que se toma esas representaciones del mundo y de la guerra con vivo interés. Ya le falta un poco de afecto, no hay duda; ¡pero cuánto parece interesarle el mundo!
A ti también te interesó el mundo. Fue hace mucho tiempo; te pido que lo recuerdes. El campo de la norma ya no te bastaba; no podías seguir viviendo en el campo de la norma; por eso tuviste que entrar en el campo de batalla. Te pido que te remontes a ese preciso momento. Fue hace mucho tiempo, ¿no? Acuérdate: el agua estaba fría.
Ahora estás lejos de la orilla: ¡ah, sí, qué lejos estás de la orilla! Durante mucho tiempo has creído en la existencia de otra orilla; ya no. Sin embargo sigues nadando, y con cada movimiento estás más cerca de ahogarte. Te asfixias, te arden los pulmones. El agua te parece cada vez más fría, y sobre todo cada vez más amarga. Ya no eres tan joven. Ahora vas a morir. No pasa nada. Estoy ahí. No voy a abandonarte. Sigue leyendo.
Vuelve a acordarte, una vez más, de tu entrada en el campo de batalla.
Las páginas que siguen constituyen una novela; es decir, una sucesión de anécdotas de las que yo soy el héroe. Esta elección autobiográfica no lo es en realidad: sea como sea, no tengo otra salida. Si no escribo lo que he visto sufriría igual; y quizás un poco más. Un poco solamente, insisto en esto. La escritura no alivia apenas. Describe, delimita. Introduce una sombra de coherencia, una idea de realismo. Uno sigue chapoteando en una niebla sangrienta, pero hay algunos puntos de referencia. El caos se queda a unos pocos metros. Pobre éxito, en realidad.
¡Qué contraste con el poder absoluto, milagroso, de la lectura! Una vida entera leyendo habría colmado todos mis deseos; lo sabía ya a los siete años. La textura del mundo es dolorosa, inadecuada; no me parece modificable. De verdad, creo que toda una vida leyendo me habría sentado mejor.
No me ha sido concedida una vida semejante.
Acabo de cumplir treinta años. Tras un comienzo caótico, me las arreglé bastante bien con mis estudios; actualmente soy ejecutivo. Analista programador en una empresa de servicios informáticos, mi salario neto supera 2,5 veces el salario medio interprofesional; eso ya implica un bonito poder adquisitivo. Puedo esperar un progreso significativo en el seno mismo de mi empresa; a menos que decida, como otros muchos, irme con un cliente. En resumen, puedo considerarme satisfecho con mi estatus social. En el plano sexual, por el contrario, el éxito no es tan deslumbrante. He tenido varias mujeres, pero durante períodos limitados. Desprovisto tanto de belleza como de encanto personal, sujeto a frecuentes ataques depresivos, no respondo en modo alguno a lo que las mujeres buscan de forma prioritaria. Por eso siempre he tenido, con las mujeres que me abrían sus órganos, una especie de leve reticencia; en el fondo yo apenas representaba para ellas otra cosa que un remedio para salir del paso. Lo cual no es, como reconocerá cualquiera, el punto de partida ideal para una relación duradera.
De hecho, desde que me separé de Véronique hace dos años, no he conocido a ninguna mujer; las débiles e inconsistentes tentativas que he hecho en este sentido sólo han conducido a un fracaso previsible. Dos años; parece mucho tiempo. Pero en realidad, sobre todo cuando uno trabaja, pasan muy deprisa. Todo el mundo te lo confirmará: pasan muy deprisa.
A lo mejor resulta, simpático amigo lector, que eres una mujer. No te preocupes, son cosas que pasan. Además, eso no modifica en absoluto lo que tengo que decirte. Voy a ir a por todas.
Mi propósito no es hechizarte con sutiles observaciones psicológicas. No ambiciono arrancarte aplausos con mi sutileza y mi sentido del humor. Hay autores que ponen su talento al servicio de la delicada descripción de distintos estados de ánimo, rasgos de carácter, etc. Que no me cuenten entre ellos. Toda esa acumulación de detalles realistas, que supuestamente esboza personajes netamente diferenciados, siempre me ha parecido, perdón por decirlo, una pura chorrada. Daniel, que es amigo de Hervé pero que siente algunas reticencias respecto a Gérard. El fantasma de Paul, que se encarna en Virginie, el viaje a Venecia de mi prima…, así nos podríamos pasar horas. Lo mismo podríamos observar a los cangrejos que se pisotean dentro de un tarro (para eso basta con ir a una marisquería). Por otra parte, frecuento poco a los seres humanos.
Al contrario, para alcanzar el objetivo que me propongo, mucho más filosófico, tengo que podar. Simplificar. Destruir, uno por uno, multitud de detalles. Además, me ayudará el simple juego del movimiento histórico. El mundo se uniformiza ente nuestros ojos; los medios de comunicación progresan; el interior de los apartamentos se enriquece con nuevos equipamientos. Las relaciones humanas se vuelven progresivamente imposibles, lo cual reduce otro tanto la cantidad de anécdotas de las que se compone una vida. Y poco a poco aparece el rostro de la muerte, en todo su esplendor. Se anuncia el tercer milenio.
AMPLIACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA, p. 16-21. Compactos Anagrama
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Publicado en Pavadas hechas texto, el 29 de Octubre, 2007, 16:54
por maripau.-
Aquel febrero fue blanco. Lo suficiente cómo para que me hiciera falta preguntar por que le habían puesto Selva Negra a ese lugar en el que estábamos sin descanso entre la nieve. Hablaba en aquél dialecto múltiple que hacía dos semanas me enlazaba al exterior a modo de salvavidas. Cómo con un paquete de galletitas familiares surtidas, que por cierto allá no se conseguían. Así armaba las oraciones cuando me eran ya casi inevitables. Sacaba un anillo color rosa flúor, una boca de dama, otra amarronada, unas rellenas y todas juntas hacían un párrafo queriendo pedir por ejemplo una taza de leche para disolverse. Pero de alguna forma entendieron la pregunta que no se habían hecho antes. Tal vez por que era tonta, con seguridad por no estar rodeados de rótulos indicando los nombres de las cosas.
Ese fin de semana la actividad consistía en abrigarnos y desabrigarnos. Salir a la nieve en vísperas de San Valentín y al volver ser recibidos por una mesa cubierta de comida en varias fuentes, creo que de porcelana. Con aquel frío cobraban importancia los chocolates, abundantes en el menú tanto como la papa.
No sólo por los dulces puedo decir también que parábamos en la casa de Hansel y Gretel. Bajo el techo a dos lados había más pisos de los que aparentaba desde afuera; habitaciones que incluían camas de elástico junto a lavatorios de baño anticuados, justo donde la mayoría esperaríamos la mesa de luz. Por supuesto, un sótano familiarizándonos con los recuerdos de la guerra y en todos lados aquella sensación de inestabilidad dada por el chirriar de los pisos de madera. Allí vivía la abuela, una alemana gigante que ya no debe vivir.
Era después del almuerzo. Íbamos en el auto avanzando en altura. Empinados entre coníferas y rastros que delataban chimeneas que desde donde estábamos aún no se divisaban. La radio iba encendida, fue ahí que pregunté. Por el camino, los autos que cruzábamos y que nos cruzaban, conducían cargados como nosotros. Con trineos hechos de madera sobre hierros redondeados, ideal para niños que de seguir frecuentando ese paisaje algún día esquiarían con oficio. Aquella vez con Sandra jugamos en la nieve varias horas. Cercanas como nunca más. Con el desahogo con que otras veces yo sólo había jugado al carnaval con mi hermano.
La vuelta la hicimos a pie y un poco en trineo descendiendo entre la nieve que por momentos nos llegaba a las rodillas. Los padres se habían adelantado con el auto y nos esperarían en la casa. Allí hubo tortas y té frente al hogar. Memoricé las partes del cuerpo para conformarlos y jugamos a algo. La lista de palabras que iba juntando en el cuadernillo a dos columnas por página, el que llevaba siembre junto al diccionario, aumentaba proporcionalmente al frío de afuera. Más tarde haría con ellas cartelitos adhesivos.
La voz en interrogación se ofrece íntima y algo ansía. O al menos así quería que sonara la mía dándole entonación. Los tres rieron familiarmente cómo si se tratara de mí primer chiste internacional. Trate y cuándo pude me incluí entre las risas. Fue mientras íbamos en el auto cuesta arriba, después de almorzar sopa de tomates intensamente roja. Me acuerdo bien porque me dio vergüenza, que ya no recuerdo cómo se decía.
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Publicado en General el 29 de Octubre, 2007, 10:59
por MScalona
Una piedra en el río
Donde hay poco caudal
hay islas
momentáneas.
Les hace falta mar.
Y no perdura
en un poco de légamo
la vida. Es otra cosa
creo. Una isla
si no es
como Puerto Rico
un país.
Es tan sólo un coral
en la marisma.
Una piedra en el río.
Concepción Bertone
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Publicado en Humor el 29 de Octubre, 2007, 9:36
por MScalona
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Publicado en General el 29 de Octubre, 2007, 9:26
por MScalona
PARA LEER CON RIMMEL
Por Sandra Russo
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Publicado en La vi y me gustó el 28 de Octubre, 2007, 0:02
por Frambuesa_Interestelar
recorro con los dedos
el borde de la ventana
con vidrios rajados
pegados con cinta adhesiva
del otro lado estoy viendome visto
estamos tan distintos
tiene el pelo corto
y parece aseado
yo lo tengo largo
como Federico Moura
maquillado por la noche
el parece gay
yo le grito
!aqui hey!
pero no oye
siempre estuvo aturdido
la pava hace ruido
las caras enfrentan suspendidas
una muda piel
DJ BUENMOZO
(http://www.fotolog.com/djbuenmozo)
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Publicado en General el 27 de Octubre, 2007, 22:44
por nicolás doffo
La
búsqueda de un hincha
Hay
muchas opiniones con respecto al origen de su extraño comportamiento,
encontradas y diferentes teorías sobre la génesis de su accionar. Hay quienes
sostienen que un enviado divino –ángel materializado o fulgurante voz
proveniente de un mate, según las versiones– le encomendó su misión. Otros,
menos metafísicos, creen que todo comenzó cuando en un partido en que estaban
peloteando a Central Córdoba mediante un baile que el empate en cero no
reflejaba, Herminio se dirigió a comprarse un choripán (cosa que por tacaño nunca
hacía). Justo en el momento en que le hacían entrega de clásico tentempié
canchero, se produjo el milagro deportivo: los charrúas marcaron un impensable
gol y ganaron el partido. Ambas explicaciones son posibles, claro está, pero yo
prefiero creer que todo comenzó de un modo un poco mas natural: este
oficinista, medido y parco, se levantó un día con la convicción de que poseía
la llave para cambiar el destino de su querido club. Ni más ni menos que eso.
Un día se dio cuenta de que podía torcer la historia. A cualquiera le puede
pasar lo mismo; nadie esta exento de levantarse sintiéndose distinto,
creyéndose especial. Desde aquel momento tuvo en claro su tarea: su misión
necesaria para la obtención del campeonato de los charrúas había sido revelada.
Al
principio, mucho antes de ser conocido como ¨ El Loco ¨, Herminio Fontana era
un tipo más. Un hincha del montón, de esos que aprecian con alegría las victorias
pero no desesperan en las derrotas. Igual que vos y que yo: un simpatizante
normal.
Solía ir
a la cancha a ver a Central Córdoba siempre que la familia y el clima lo
permitiesen. Su trabajo de oficinista público nunca lo obstaculizaba. Por todo
esto, se hacía presente en la mayoría de los partidos de local. Puedo asegurar,
pues muchas veces lo vi, que en el estadio se comportaba con mesura y sólo se
desbordaba y dirigía algún insulto cuando la situación, léase los impertinentes
árbitros, realmente lo ameritaban. Como
todos.
Su
ausencia en la cancha se hizo evidente. Resulta notorio cuando alguien que iba
casi siempre deja de hacerlo de un día para el otro. Nadie sabía que pasaba. Dábamos
por descontado que no se trataba ni de una traición a los colores –Herminio
sentía la camiseta en serio–, ni de un deceso,
pues se lo seguía viendo vivito y coleando por las calles. Lo que estaba
claro era que, por alguna razón, no soportaba más ir a la cancha. Ésto nos
extrañó, ya que nunca tuvo ningún problema en el estadio, ni siquiera un
entredicho, de esos que son tan habituales, con algún otro simpatizante.
Conociéndolo pudimos conjeturar que era probable que siguiera los encuentros
por la radio, en su casa, rodeado de la tranquilidad que sólo el hogar puede
brindar. Nos reconfortó pensar que, aunque no in situ, continuaba
siguiendo al equipo. Pero como en el barrio los rumores se corren rápido, y más
aún cuando se trata de infidelidades, peleas o demencias, pronto nos fuimos enterando,
poco a poco, que realmente sucedía.
Llegó a nuestros
oídos que en el horario de los partidos se lo había visto en distintos bares
cercanos. ¿Podría haber abandonado al equipo? Esa idea nos inquietó, temíamos
haberlo perdido. Más de uno ya había comenzado a defenestrarlo por la deslealtad.
Por suerte, nuestros interrogantes acerca de la fe de Herminio fueron disipados
cuando el sobrino del hermano de un conocido, que trabaja de mozo en un bar, afirmó
haberlo visto un sábado por la tarde con una radio portátil pegada a la oreja. Entonces
nos pareció que la historia estaba cerrada: Herminio no quería, por motivos
desconocidos, ir a la cancha y prefería escuchar los partidos por la radio. El
cuento cerraba con un final, si bien no feliz, por lo menos tolerable. Pero la
cosa se puso rara.
Con el
correr de los partidos, en los cuales la suerte nos seguía adversa y sólo podíamos
rescatar algún que otro empate, las noticias sobre Herminio empezaron a hacerse
confusas. Un halo de misticismo comenzó a tejerse sobre su figura. Diferentes
reportes afirmaban que todos los sábados se lo veía en algún bar de la ciudad,
con la radio pegada a la oreja y gesto nervioso en el rostro. Lo extraño, además
de la decisión de no hacerse presente en el estadio cuando nada lo impedía, era
que siempre se lo encontraba en distintos bares. En ninguno de los locales se
lo veía dos veces. Ésto, a los dueños de dichos establecimientos, no les desagradaba,
ya que al parecer la presencia de Herminio, y una apática actitud de su parte,
no eran bien vistos e incomodaban al resto de los parroquianos. Por otro lado,
las reseñas también afirmaban que cada vez se iba más lejos, a bares mas
alejados.
Por una
sucesión de hechos fortuitos, como sucede la mayoría de las veces, nos
enteremos finalmente del modus operandi del otrora hombre racional. El dueño de
la carnicería que frecuento tenía que reunirse en un bar de zona norte con un
posible abastecedor de novillos buenos pero baratos. Dio la casualidad que en
el mismo lugar del encuentro se hallaba Herminio. Cacho, el carnicero, aseguró
que en un primer momento no lo reconoció, estaba muy cambiado, la cara tensa,
transformada, y los ojos queriendo salir de sus orbitas. Herminio miraba frenético
para todos lados, más por paranoia que por curiosidad. Siempre la radio en la oreja. Aquel día ganamos
uno a cero, cortando una mala racha que prefiero olvidar. Según el carnicero,
llamativamente, Herminio apenas festejó el gol cerrando el puño. Al siguiente sábado,
Cacho debió volver a reunirse en ese bar para finiquitar el asunto de los novillos
clandestinos. Otra vez encontró a Herminio en idénticas condiciones: igual de
sacado, igual de distinto al que conocíamos. Aquel partido, ante la
incredulidad de propios y ajenos, volvimos, sobre la hora y agonizando, a ganar.
Adentrándonos en su ¨ lógica ¨ pudimos deducir que en el próximo partido encontraríamos
a Herminio en ese mismo bar. Uno de nosotros tendría que ir a verlo, para
hablar con él, para recuperarlo o entenderlo. Pero nadie quería perderse de ir
a la cancha, más cuando estábamos pasando por una buena seguidilla de triunfos. Luego de un improvisado sorteo yo fui el elegido.
Fui. Como
precaución llegue un buen rato antes del partido. Localizarlo resultó fácil, el
bar estaba casi vacío. Debo reconocer que no lo encontré tan mal como esperaba.
El panorama que me habían pintado era exagerado. Sin duda los rumores y el boca
a boca acrecentaron demasiado su condición. Si bien se encontraba distinto a
aquel oficinista parsimonioso que conocíamos, para nada se trataba de una
persona fuera de sus cabales. Un poco más eufórico, un poco mas fanatizado si
se quiere, pero no más. Ya tenía la portátil en su oreja. Me reconoció y me
saludó con la mano. No sé si con su ademán me invitaba a sentarme con él, pero
de todas formas fui directo a su mesa. ¨¿Qué hacés? ¿Cómo andás, che? ¨, me
saludó sustrayéndose del hechizo de la radio. Sin perder tiempo me senté y me
puse a contarle, dulcificando un poco, lo que se comentaba sobre él por el
barrio y el club. Me mostré preocupado.
Al
terminar mi relato, él trató de echar paños fríos sobre el asunto diciéndome
que no pasaba nada. Luego se lanzó a contarme su historia, tal vez buscando mi
aprobación, o quizá sólo por la natural necesidad que todos tenemos de hacernos
oír. Comentó que hacía unos meses que se había dado cuenta de su misión (no me
dio mayores detalles sobre el momento de la revelación, por lo que todavía se especula sobre ángeles y
mates). Dijo que desde aquel momento supo que existía un lugar, un bar para ser
más preciso, que debía encontrar. En ese local las victorias se sucederían unas
tras otras hasta alcanzar la meta del campeonato. En el lugar indicado la
gloria estaba esperándolo, su tarea es dar con el. Debería peregrinar hasta
encontrar el recinto, ese era su aporte. ¨ El lugar existe, estoy seguro ¨, me
dijo. La convicción de sus palabras, de su voz, me intimidó y casi me
persuadió, al modo que lo hacen los pastores en la televisión, de que aquella
era la pura verdad. Ese hombre no estaba loco, pensé entonces.
Continuó
hablando. Me contó que empezó por los bares del barrio, pero ninguno era el correcto:
en algunos surgían indicios alentadores, sin embargo la realidad, con el correr
de los minutos, le escupía en la cara una derrota. Creía que el lugar no podría estar muy lejos
de La Tablada. ¨ Es lógico que no esté muy lejos ¨, me dijo. Noté en esas
palabras cierta súplica, como un deseo de que el bar prometido no se hallase
demasiado alejado. A pesar de esto, su convicción se mantenía firme. Después de
hablar con él no me quedó ninguna duda de que este hombre no va a parar hasta
dar con el lugar que busca, si es que existe, claro.
Traté en
vano de disuadirlo de su casi imposible propósito. Le dije que son muy pocos
los equipos en la historia del fútbol que han salido campeones ganando todos su
partidos, que lo común y probable es que hasta el más indiscutido campeón deje
puntos en el camino. Ese fue el único argumento que se me ocurrió entonces, y
ni le movió un pelo. Reconoció que lo que le dije era cierto, pero me aseguro
que él daría con la llave a la hazaña. Entusiasmado me dijo que ya llevaba dos
victorias al hilo en ese bar. ¨ Dos. Tal vez después de todo ya encontré el
lugar ¨, sentenció con esperanza. ¨ Si, puede ser, puede ser ¨, le dije
mientras me levantaba desorientado y me retiraba. Yo sabía que era inútil
tratar de convencerlo, ni en mil años lo movería de su posición.
Quedé confundido.
Por un lado lo noté tan seguro de sí mismo y de su noble propósito que sentí
algo de felicidad, pero por el otro no pude evitar pensar que se embarcaba en
una empresa que iba a terminar consumiéndolo.
Me subí
al auto y encendí la radio. El partido ya estaba por comenzar pero no me sentía
con ánimos para ir a la cancha. Anduve dando vueltas por la ciudad toda la
tarde, ensimismado en lo que Herminio me había dicho.
Muchos
nos hemos aferrado más de una vez a alguna cábala; yo mismo sostuve una tan
absurda que me avergüenza reconocerla. A veces la desesperación nos lleva a
lugares impensados, pero él cruzó el límite, entregándose de lleno a su búsqueda.
Por propia voluntad se convirtió en un hincha itinerante, condenado a un perpetuo
mendigar de un lado al otro: un trotabares. Reflexionando sobre eso me sentí
orgulloso de Herminio –lo mismo pasó con los demás muchachos cuando les referí
la historia–, su sacrifico era por y para nosotros. Confinado a un vagar errante por los
bares, sufriendo las exageraciones de los relatores por su pequeña radio, continuaría
con su búsqueda, que es la de todos: la búsqueda de la gloria. Algunos
calvarios valen la pena…
Enfrascado
en mis pensamientos se me pasó fugaz y pesado el tiempo. Cuando me di cuenta el
sol se estaba yendo. El partido ya debía de haber terminado. Por primera vez en
lo que iba del paseo presté atención a la transmisión radial: habíamos perdido,
por supuesto. Sentí lastima por Herminio: debería continuar con su búsqueda.
Quién sabe hasta cuando.
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Publicado en General el 27 de Octubre, 2007, 22:22
por Juanjlp
Me perdí, plano negro sin blanco,
artilugio de ocultamiento
de superposiciones insistidas,
al ser cíclico arrasa
nuestra cronología de gusanos
de boquiabiertos rumiantes
Lo perdí,
al momento sin matriz
el asombro compartido
Ese elogio a la ausencia
De la luna tramposa
Escapista, y testigo
De la charla postrera
Y todo tan repetido
Y tan nuevo
Tan vacuo, absurdo,
y sin embargo inédito
hace de la posibilidad
un atisbo
Y de lo concreto, lo efímero
Es verdad sin ser cierto
Que perdí los fragmentos
que no respire cerca
sudando el recuerdo
De una noche sin luna
En la que, horizontal
y aterrado, cerraba
mi trato con la nada.
Los que me conocen, saben que no estoy acostumbrado a escribir en "vertical", y menos a publicarlo en el blog, pero escribí lo precedente, y hoy estoy particularmente falto de pudor, así que decidí compartirla con Uds. a pesar de que no la considero terminada, estado que quizas no llegue nunca. Prefiero a los criticos despiadados, peguen nomás.
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Publicado en Nuestra Letra. el 27 de Octubre, 2007, 13:21
por Pablo Castro
Leer con tonada correntina
Otro viernes perdiendo el tiempo en lo del Dotor. Y se hace el importante y no me atiende. Que lo espere que ya está conmigo. Joder. Todos los viernes lo mismo, como si mi tiempo no importara. Y esta vez que me pague todo, que no venga a darme de a cien pesos nomás que no hago nada con eso. Por más que digan que no hay la inflación, que no la va a haber, si con cien pesos ya no lleno el changuito, ni el chiquito lleno con cien pesos. Y este que lo veo por la cortina y sigue dale que dale mirando el televisorcito blanco ese de la interné, y a mi me hace el cuento que está ocupado y que lo espere, que ya me va a atender. Mas le vale que me pague todo por una vez, che. Ya que le estoy esperando tanto aunque sea que no me venga a dar de a cien, que despué la Luisa se enoja que no puede pagarle al del almacén lo de la semana. Y la bronca cuando me dice “Eh chaco, que andás haciendo”, que tanto chaco ni chaco, que me llamo Daniel Lencina me llamo y el bien que lo sabe. Pero esta vez le voy a decir, si me llega a pagar cien momas, le voy a decir que qué se cree, que por mas dotorcito que sea que me tiene que pagar todo, los 250 de la semana mas lojotro 325 que me está ya debiendo de las otras semanas angá; que bien anotaditos que lo tiene la Luisa en contra de la heladera. No señor, esta vez me lo paga todo que se arma una que ni el gauchito gil le salva mirá lo que te digo che. O aunque sea la mitad del todo que no se bien cuanto es pero seguro son mas de 200 que me dea. Ni un peso menos le voy a acetar esta vez y que no me ande llamando chaco pa esto chaco pa lo otro, que bien se sabe todo mi nombre y que sabe bien también que me lo tiene que pagar todo. Demasiáu me he achicharrao pintándole los tapiales de la quinta toda la semana que el sol pegaba como nunca en la nuca y que tengo los brazos mas cocinados que asado con cuero che.
- Pase Lencina, el Doctor lo espera.
- Gracias señorita, voy pasando.
- ¡Eh chaco, que andás haciendo por acá! Mirá te dejo cien porque ando medio corto, todo caso el viernes que viene te liquido el resto, sino venite en la semana que te doy algo más, ¿si? ¿Todo bien chaquito?
- Si, todo bien Dotor, gracias y buen fin de semana, que Dios le bendiga.
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Publicado en General el 27 de Octubre, 2007, 13:05
por Lorena Aguado
Él decía cosas como: "la vida es así" o "mañana va a llover", lo decía con la misma seguridad de quien entra en una agencia de lotería. Y con el mismo optimismo. Creía en las estadísticas demográficas y manejaba muy bien en la ciudad. Podía rascarse la cabeza sin que yo perciba el roce y respetaba el ritual de dibujar la cruz delante de las iglesias. Decía que las cosas eran simples y grababa los programas de Discovery Channel; principalmente los de catástrofes. Si de pronto Discovery dejaba de explicar las cosas, él cambiaba de canal y veía las carreras de Fórmula 1 o alguna película sobre un hombre al que le mataban la familia y decidía vengarse haciendo explotar en mil pedazos a los asesinos. Casi siempre la película terminaba con el protagonista contemplando el atardecer panorámico de la ciudad en musculosa, llevándose la ametralladora automática al hombro y prometiendo venganza en la segunda parte. La idea era que siguiera matando y matando. Si yo creyera en las categorías, si de pronto deseara hacerlo encajar en alguna, podría decir que él pertenecía a la clase de hombre que ama esas películas. Las amaba casi tanto como a mi. En nuestras conversaciones se decía mucho: "viaje" "trabajo" "qué le vamos a hacer" "está bien" " de pollo" “te paso a buscar” "te amo". Sin embargo, algo sucedió con nuestros discursos. El silencio nos pareció cada vez más cómodo, agotamos rápidamente los recursos de oratoria acerca del tiempo y asumimos que no era porque llovía, ni porque estábamos cansados. Tengo una rara sensación en los ojos. Llevo residuos de la epidermis de algunos gestos pero me faltan ciertos contornos que no llegaron a atravesar las córneas. Nunca, por ejemplo, lo vi bailar.
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Publicado en General el 27 de Octubre, 2007, 0:11
por Frambuesa_Interestelar
pOCO , pErO Poco, nos importo ese japones
que salia de mis sueños,por lo GRAL
cuando uno viajA en una empresa de este TipO
suelen suceder cosaS peores
(como la vez aquella que nos trago y vomito un cavernicola)
de pàso este japones nos facilito el trabajo y nos trajo de vuelta hasta rafaela
La Parte conflictiva fue cuando descubri que tenia que postear algo al blog del taller
y no se me ocurria que mierda postear,entonces fue cuando comente esta anecdota pelotuda
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Publicado en General el 26 de Octubre, 2007, 23:29
por ramski
Desde que llegaste estoy tratando de no prestarte atención, o mejor dicho, de disimular el hecho de que no quiero prestarte atención. Sin embargo, me es casi imposible.
Por el rabillo del ojo te miro y sé que estas mal, nos conocemos demasiado, y eso, que en algún momento fue bueno, ahora asusta. Me asusta saber que al mirarme te das cuenta de que ésto es sólo una fachada de mamposteria que estoy apuntalando con maquillaje, alcohol y botas nuevas.
Decido ser útil y ayudar en la cocina, aún en mi cabeza resuena lo que me dijo Pablo, a modo de broma pero en el marco de una charla seria. Me temo que está en lo cierto: todos están encaminados y pensando en un futuro concreto y próximo...y yo, según sus propias palabras, estoy en las nubes y honestamente no se me ocurre un mejor lugar en donde estar.
Desvisto un ajo, su corazón blanco queda expuesto. El cuchillo se clava, pero no sangra. Muere. Su olor, como un alma, abandona el cuerpo e impregna el ambiente.
Te veo sentado solo, como aislado del resto, intentando parecer interesado en algún CD, y quiero acercarme, abrazarte y besarte, decirte que me equivoqué, que me perdones. Invitarte una de estas tardes a caminar por la ciudad, a resolver los problemas del mundo sobre una taza de café o al cine...pero no hago nada de eso.
Sirvo dos copas de vino y mientras me acerco, el olor de mis manos me recuerda el triste destino del ajo sin camisa. Un paso más, después otro, y mientras cruzo la habitación las piezas de mi armadura se ajustan. Me paro frente a vos y dándote la copa sólo puedo decir: en quince minutos está la comida- y pongo mis dedos frente a tu nariz.
Nos reimos. Por un instante el mar y la miel se funden.
Rápidamente me alejo, no vaya a ser que el alma se me escape por los dedos (y se enrolle a tus pies).
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Publicado en General el 26 de Octubre, 2007, 1:35
por Juanjlp
Rosario 10/10/2076
Sres.: Braining S.R.L.
Mi nombre es Martín Gualini, y soy cliente de su empresa hace aproximadamente una década; he disfrutado de sus productos en distintas ocasiones, mi última compra fue hace exactamente seis meses y doce días. En esa ocasión, adquirí en una de sus sucursales (más precisamente, en la que está situada junto a la ex estación Olmedo 21-F, actual terra-26), un cerebro modelo New cortex 2076 de altas prestaciones y con el nuevo filtro anti-angustia instalado. Luego de pagarlo conforme lo acordado, se me transfirió la información del back up; según su personal, el índice de pérdida de recuerdos fue considerablemente bajo. En las semanas siguientes, ninguna anormalidad se presentó, de hecho ya los primeros días pude disfrutar plenamente del sistema de control de ansiedad, del erectómetro y del visor de fotos mnémicas que funcionaba a la perfección. Los menúes a ojos cerrados actuaban tal cual lo esperado y operar el soft adicional como la enciclopedia y los mapas era algo muy sencillo. Debo decir que, ciertamente, es elogiable la labor que han realizado los programadores, la interfase es altamente intuitiva, incluso me permitía acceder a la información desde el ojo izquierdo mientras conducía o hacia el amor. Pero hace un mes pude darme cuenta, sin lugar a dudas, de que el cerebro que les compré no estaba en buen estado: las ideas eran erróneas, descoloridas si se quiere. Si bien la angustia se había extinguido por completo (tal cual reza su publicidad) y la soledad es un concepto que desconozco y apenas puedo empezar a comprender gracias a mis antiguos escritos y a la esforzada explicación de algunos amigos, algo comenzó a andar mal, de a ratos un sentimiento sin nombre, me invadía, le diría que este era más bien rojizo y un poco piloso. Esa cosa se atrincheraba repentinamente en la concavidad vacante que dejó mi angustia, pivotando justo en el hueco que pertenecía a mi soledad, y en perfecta yuxtaposición con un recuerdo aún hoy ilegible; ante mi sorpresa, el órgano en cuestión comenzó a realizar colisiones sáficas y a perpetrar argumentos indelebles (hoy, hábito en mí más que nunca y sin embargo me extraño)… padezco el implacable mutismo de la ausencia, mis recuerdos más ingenuos transmutaron en lésbicas orgías, y ese nene en la plaza ya no soy yo; y me acuerdo de vos, todos los días, sucio vendedor de menudencias. Tu oficina insípida, inundada de incienso cloroformo, armonía de laminado implacable, pantallas, relojes, botones, aviones, y detrás ese cartel “Have a new brain-forget your pain “.
Ya no hay vuelta atrás y escribo vertical, y justo ante mis ojos un desierto, y ni siquiera la locura como excusa, sino esta cordura torturada; en el desierto, un caminante que se para, se acerca y me interpela, y ya no tengo un continuo de palabras, sino que éstas, endiabladas, se encadenaron en mi contra… ni protestar puedo, jirones de frases me habitan… el caminante sin mirarme me deja un trozo de papel de los de antes, y yo a Ud. no puedo ni escribirle, vendedor, sólo me sale este texto derrapado… ideas caídas en la alfombra, pegoteadas en ese festín de ácaros insaciables, las junto penosamente, algunas se pierden o mutan, armo este collage sucio y desgreñado. El caminante, alejándose, me mira, murmura… Cierro mi ojo izquierdo, el desierto, las lesbianas saltan y festejan. Y yo, como siempre, impávido en la fiesta.
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