La 1º CONSIGNA del TALLER (todos la conocen) es producir
un texto en lenguaje comunicacional-expresivo y otro literario
sobre la habitación donde hacemos el taller.
COMUNICACIONAL
“Aaababa alquiler”
Aaababa. Habitación 3x5 mtrs. céntrica, 1° piso escalera s/ gastos centrales, doble circulación, orientación sur, categoría, amoblada, apta estudio, consultorio. Talleres de arte infantil, luchadoras de lodo que no estén buenas, y peluquerías caninas abstenerse. TV, equipo de audio, video, 4 sofás, mesa ratona, biblioteca, sillas y vajilla opcionales, baño y cocina compartidos. ¡Llame ya!
L I T E R A R I O
Los que Fuman, los que Mascan
Pienso. Pienso mucho porque nací sorda, muda y condenada. Me dibujaron con pelos en las orejas y una boca sin encías: nunca comí, aunque nadie me convidó.
Descubrí mi identidad desde la parálisis, con la ñata contra el vidrio, leyendo los labios de esos tipos lánguidos, verborrágicos y poco bronceados que entran en esta habitación, mi única perspectiva. Parados frente a mí, por unos segundos gesticulan y después, infieles, se distraen con una botellita que se ve hacia la derecha descolorida y traslúcida, la nada sin pasado tan precaria y brutal como yo.
“E... O... U... I... O...”. Tardé en descifrar la repetición cara pálida, las palabras que emite la gente al verme. “Un cuadro”, “una reproducción”, bestias, así me definen, pedantes, como si ellos fueran producto de otra cosa, como si al coger copiasen a Dios y engendrasen algo original.
Me veo como una mujer acostada a la que ningún caballero tuvo la amabilidad de tenderle una mano para reincorporarse, o la sutileza social de bajarla de los clavos que la cuelgan y perforan. Por el contrario, en vez de comunicarse y vivir la adrenalina de las tres dimensiones los hombres se las amputan, velando por mi cuerpo para que no sobrepase los límites de la madera.
Inútiles, vienen de lejos ¿para qué? Se desploman en un sillón, patean la mesita ratona en puro anonimato de equipo, conocen baño ajeno y ensucian pocillos. Después escuchan a un señor que oficia de gurú; él es el que enciende y el que apaga la luz, y la tele y el equipo de música y el DVD ¿y la mente?. Hete aquí un pacto con la E.P.E., por algún conocido, seguro. Desconfío del líder, habla de gente y no de cosas. “Autores” les dice, para mí que es re chismoso.
Pero la eclosión del aquelarre la protagonizan los fieles y no el capo-mafia. Se produce en “el intermedio”, nombre dado al estrangulamiento que intercala las horas de culto. Los que Fuman contra los que Mascan.
Dos bandos, dos cosmovisiones, dos mangas de miserables. Unos, atascados en la puerta, huyen de la habitación para fumar en la terraza. Rechazan los ambientes cerrados, piensan que en el humo viven las ideas y les encanta controlar el aire aunque parezca lo contrario - odian los techos y aman la luz de las estrellas -, les gusta volar. Rechazan los cimientos cuando creen que los empantanan y son fácilmente encandilables por la falsa luz de la luna, reflejo hipnótico de un sol esquivo, ausente, y tal vez imaginario. Adoran jugar con fuego e intoxicarse en sus cenizas ahogándose en sarcasmos y chistes negros sobre la Muerte.
Mientras tanto, con su apariencia inofensiva, silenciosa y abstemia, atacan ellos, los otros, los que Mascan.
Avanzan sobre cada espacio de la habitación, cartografían, palpan, extienden su dominio regidos por El Hambre de las Nueve, deidad masificadora que venera lo que ataca: la torre de Babel de alfajores Royal, templo chocolatoso de la endorfina.
Viscerales como chitas en plena sequía, los okupas merodean la fuente de glucemia con desinterés simulado. Una danza circular completa la coreografía voraz de la descarga: cada dos pasos los asistentes miran un objeto cualquiera del entorno, un lomo de libro, una astilla del piso, una pila de música, un catálogo de Hooper, la bufanda despeluchada del compañero. Desahogan energía rapaz en una estrategia bipolar de avistaje y cobardía. Cada uno zafa de ser el primero en sacar un alfajor, de hacer el ridículo al desmoronar el castillo de harina y huevo, promesa de masticación.
La horda se sentirá feliz al destruir con los dientes y arrancar con los nervios. En cada ataque de los que Mascan me alivia no ser de carne y hueso. O de dulce de leche.
Celeste Galiano
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