"Es necesario que se pregunte para que yo siga vivo, por que yo soy tan sólo su memoria". HAROLDO CONTI. Los caminos, homenaje.




Los funerales de Agenor

Publicado en Parodias el 20 de Octubre, 2005, 15:41 por gabrielagervasoni

LOS FUNERALES DE AGENOR

 

                  Cuando los empleados estaban a punto de apoyar el ataúd sobre una especie de ascensor que lo llevaría hacia su morada final, alguien advirtió que no estaba la viuda. Roberto Pérez fue a buscarla al bar. Tita estaba comiendo una pata de ternera, entera, a la parrilla. Se había sentado junto a la ventana que daba al lago artificial, donde unos graciosos y delicados cisnes nadaban en círculos.

                  -Sentate, Robertito, ¿me ayudás con el tinto?

                  Pérez contestó que no y le pidió que lo acompañara.

                  -Qué, ¿no lo enterraron todavía? –preguntó ella con evidente disgusto.

                  -No… te están esperando a vos, sos la mujer…

                  Roberto pidió la cuenta y cuando giró para salir Tita tomó el último sorbo de vino, del pico, como dándole un beso apasionado y final.

                  Desde la puerta del bar se veía el tumulto que había congregado Agenor. Los asistentes, a lo lejos, eran sólo una mancha negra, compacta y silenciosa. A medida que Pérez y la viuda se acercaban las personas recuperaban la individualidad y la voz. Se oían algunos suspiros, resoplos, toses impostadas, frases célebres (“quién lo iba a decir”, “se nos fue”), palmadas en los hombros y el sonido de besos aéreos y desamorados.

                  En la primera fila, justo al borde del sepulcro estaban los dos hijos de Agenor con sus esposas y una prolija hilera de niños rubios y bien vestidos (los nietos). Medio tambaleante (no tanto por el esfuerzo de desenterrar los tacos como por el sopor en que la había sumido el alcohol) la gorda Tita, tal como la llamaba el difunto, se plantó entre sus dos vástagos. Detrás de ellos estaban los amigos: Pérez, Ismael San Andrés, Rubén, el “Palomero” Iriarte y el Rengo Otero. Detrás de esa “barra” se había ubicado el resto de los asistentes.

                  Pérez pidió a los empleados que esperaran unos minutos, ya que el sobrino de Agenor había ido a buscar al cura para que diera una pequeña bendición o dijera algunas palabras. Todos esperaron en forzado silencio. Cada tanto Tita suspiraba fuerte o inclinaba el pecho sobre el ataúd mientras sus hijos, con gran esfuerzo, la retenían sosteniéndola de los brazos.

                  Desde la capilla volvió Miguel, el sobrino; murmuraba y traía un paso apurado y torpe.

                  -Que no, dijo. Que no… que no puede

                  -¿Que no puede qué? -preguntó por lo bajo Tita.

                  -Que no lo puede bendecir, que lo llamemos al Pastor Silvestre, me dijo el guacho…

                  El silencio se transformó en un rumor sostenido, casi un zumbido. Hij… curdemier…pobreciiit... .y, algo…

                  Tita tomó a Pérez del brazo y le pidió que despidiera a Agenor:

                  -Sos como su hermano, Robert… Toda esta gente acá, hasta el pedicuro de Agenorito vino… y se van a ir así, si unas palabras, un rèquiem.

                  Pérez se negaba con voz muy baja, con gestos suaves. Mientras el rumor crecía, Tita seguía exhortando al amigo. Tras largas súplicas de todos los asistentes, quizá conmovido por la voz dulce de la nieta mayor de Agenor (que mientras le pellizcaba la nalga imploró: “por el lelito te lo pido”) muy de mala gana Roberto se abrió camino hacia donde estaba su amigo.

                  De nuevo imperó un gran silencio, interrumpido apenas por el revoloteo de un cuervo sobre las cabezas de los asistentes. El animal se posó sobre un pequeño pino cercano al sepulcro y desde allí presenció el resto de la ceremonia.

                  Pérez se cruzó las manos detrás, sobre la cintura y mientras miraba el suelo, tosió un poco, como buscando el tono. Después, mientras el gentío, ansioso, lo miraba esperando sus palabras, dijo:

                  -Agenor...-e interrumpió el discurso. Tita se arrepintió de haberle pedido que hable justo a él, un tipo menos carismático que Binner, con menos verba que el Lole... La consoló pensar que fue una salida de emergencia, ante la negativa del desgraciado del cura.

                  -Agenor fue… -siguió Roberto. Mantenía la mirada en el piso y las manos atrás, pero ahora se balanceaba con algo de nerviosismo- fue…

                  Las caras se desfiguraron, el cuervo se mantuvo en vuelo rasante sobre el sepulcro y personas que asistían a otros entierros se acercaron para escuchar el discurso que, ahora en voz alta y clara pronunciaba Pérez:

                  -Fue… bostero, un liberal hijo de puta y gaaaaarca… eso fue este hijo de puta. Lástima que se no se murió antes, así hubiera jodido menos gente.

                  El cuervo seguía haciendo piruetas, sobrevolando la ceremonia. Poco a poco, la gente pareció ir saliendo de la sorpresa para sumergirse, casi gozosamente, en las palabras de Roberto. Fue un momento majestuoso, inolvidable y conmovedor… de la tierra surgió un clamor popular y sincero, un grito que cubrió el Memorial Park of Roldan y llegó hasta los oídos inertes de Agenor:

                  -¡Hi-jodeputa, hi-jodeputa!

                  (Dicen los empleados que tuvieron que sacrificar al cuervo, porque no había forma de separarlo del cajón).

 

 

                  Gabriela Gervasoni

  
Autores
María Paula Cerdán, Francisco Kuba, Verónica Laurino, Marcelo Scalona, Caro Musa, Claudia Malkovic, Silvina Potenza, Marcela González García, Soledad Plasenzotti, Natalia Massei, Mónica M. González, Ariel Zappa, Cintia Sartorio, Cecilia Mohni, Silvia Estévez, Julia M. Sánchez, Matías Settimo, Marisol Baltare, Maximiliano Rendo, Matías Magliano, Andrea Parnisari, Roberto Sánchez, Alina Taborda, Nicolás Foppiani, Mayra Medina, Alfredo Cherara, María B. Irusta, Ale Rodenas, Laura Rossi, Germán Caporalini, Rosana Guardala Durán, Rosario Spina, Sergio Goldberg, Luisina Bourband, Alejandra Mazitelli, Tomás Doblas, Laura Berizzo, Florencia Manasseri, Beti Toni, Nahuel Conforti, Gabriela Ovando, Diana Sanguineti, Joaquín Yañez, Joaquín Pérez, Alvaro Botta, Verónica Huck, Florencia Portella, Valeria Gianfelici, Sofía Baravalle, Rubén Leva, Marcelo Castaños, Luis Astorga, Juan Pedro Rodenas, Esteban Landucci, Dora Suárez, Laura Cossovich, Alida Konekamp, Diego Magdalena, Franco Trivisonno, Gerardo Ortega, Roberto Elías, Facundo Martínez, Ariel Navetta, Graciela Gandini, Jimena Cardozo, Soledad Cerqueira, Juan Gentiletti, Sebastián Avaca, Emi Pérez, Adriana Bruniar, Mariano Boni, Flor Said, Elina Carnevali, Roxana Chacra, Lorena Udler, Nora Zacarías.-